22.4.08

PENADO FASHION


Antauro va a juicio en short y sandalias

Como si fuera a la playa y no a una audiencia judicial, el líder etnocacerista Antauro Humala vistió short, polo desteñido y sandalias, en el juicio oral que enfrenta por la toma a la comisaría de Andahuaylas, ocurrida en enero del 2005.
Ante su desaliñada vestimenta, los vocales de la Primera Sala Penal para Reos en Cárcel, a cargo del caso, le preguntaron qué le había pasado. A lo que Humala respondió que no pudo cambiarse de ropa debido a que desde el viernes se encontraba en el penal 'San Pedro' (ex Lurigancho), donde es juzgado, ya que no fue trasladado a 'Piedras Gordas', donde está recluido.
Antauro Humala, quien estaba sin afeitar y muestra unos kilos menos desde que se le inició juicio, agregó que la ropa que tenía puesta era prestada.
En la audiencia se leyeron las actas que dieron cuenta de la audiencia anterior, pero este tema no le interesó a Antauro, pues muy fresco cruzó las piernas y se puso a leer unas fotocopias que tenía guardadas entre las hojas de una Biblia.
Luego se puso a leer detenidamente dos diarios que tenía entre las manos.
'Centinela'

Al igual que su líder, David Ludeña Loayza, 'Centinela', también procesado por el 'Andahuaylazo' que causó la muerte de cuatro policías, lució prendas muy informales. En tanto, Guillermo Palomino, otro de los procesados, sí vestía con polo y pantalón, ya que cumple detención en este mismo recinto.
Los tres son juzgados por separado, por disposición del tribunal, con la finalidad de evitar desorden durante las audiencias. Los otros etnocaceristas fueron divididos en dos grupos más.
Ollanta Humala

De otro lado, el tribunal citó como testigo al líder del Partido Nacionalista Peruano (PNP), Ollanta Humala.
El político también estuvo comprendido en el juicio, pero por disposición superior fue separado y su caso regresó a fojas cero, para que un juzgado lo procese en primera instancia.


Los Humala son una especie relativamente nueva en la fauna política peruana y sin embargo representan, entre tantas cosas, la legendaria cultura combi que nos legara el convicto Fujimori y su terrible gestión de gobierno. Pareciera que todo les llegara a la punta del zapato ( o de las sayonaras en este caso) y de esa manera se comportan cotidianamente y en esa forma achorada, también opinan, generando estridencia en los oídos de los pensantes que son alcanzados por los eructos de sus palabras y un desagrado espiritual en quienes son tocados por la morizqueta vulgar de sus gestos. Una forma de manifestar su desacuerdo a una formalidad legal simple e inofensiva que ellos suponen que los excluye ( a veces esto resulta tristemente cierto) es presentarse a la audiencia, en donde prácticamente se decidirá su destino, ataviado chabacanamente como para jugar un partidito de fúlbito callejero y con la evidente actitud de quien piensa que el juicio se puede ir a la mismísima miéchica mientras lee las últimas noticias del día que bien podrían incluir el color del hijo de Jefry Farfán, las eternas justificaciones pelotudas de Claude Mulder, o el gol del Vagón Hurtado en Arequipa. Es decir, esos vocales, esos abogados, ese proceso me importa un carajo. No le voy a dedicar ni una vestimenta adecuada. Voy a demostrarles mi sentimiento hacia su sistema judicial.
Dicen que lo que en verdad mata en el infierno no es la candela ni el diablo sino la falta de experanza. Si traducimos y analizamos -silvestremente- el comportamiento de Antauro Humala podemos concluir que con esa mentalidad el tipo es un peligro inmovilizado y preso pero suelto en plaza representaría al mono que se podría hacer de una metralleta y confirmar en la realidad (lo que ya ha hecho en Andahuaylas) que el es en potencia un Polpot andino seguido de una horda de reservistas -olvidados de la sociedad- horriblemente desquiciados, insensatamente homicídas. En la próxima audiencia que las autoridades tengan un uniforme de preso para el uso del acusado, o algunas prendas de vestir formales con la que sienta la incomodidad de asumir sus responsabilidades penales como cualquier ciudadano de este país. Los deudos de los policías asesinados merecen respeto y consideración.

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