Diario de la desocupación. Página 44.
Matrimonios productivos.
Matrimonios productivos.
En la -vasta o escasa experiencia- que he adquirido he podido determinar que el éxito de los hombres ( mediocres y brillantes) esta respaldado por su propia voluntad y por la presencia de una mujer que es una especie de pilar de fortaleza.
Tengo condiscípulos meridiana-mente inteligentes que han sabido sumarle a su talento, la fuerza y disciplina organizativa de una mujer, algo parecido a lo de Mario Vargas Llosa cuyas mujeres, ( la Sra Urquidi y su prima la Sra Llosa) dieron la dirección adecuada al obvio talento de Mario llevándolo al star system mundial.
En otros, no tan favorecidos por luces, siempre medio zafios, poco cultivados, sin un libro leído en el haber, sino por el desarrollo de la hendidura occipital de la obediencia y sumisión he distinguido la fuerza de la mujer laburante, que los aupó sobre sus espaldas para hacerlos llegar a ese limite material de los caballeros que bajan la cabeza y embisten: casa, autos, lujos -juguetes al fin y al cabo- que una poderosa madre (y a la vez mujer) logra que el domesticado animal conquiste.
No hablo de los bragueteros. esa es una raza aparte y con fecha de vencimiento.
El casarse con una mujer rica no te saca del segundo plano al que regresas tarde o temprano, a través de la búsqueda de una piel mas joven o del expediente del licor o de las drogas o de la amargura que los alimenta.
Espero que nadie se sienta tocado por este comentario, después de todo yo soy el que proclamo el derecho de cada quien a la libertad del estilo que escoja para matar sus demonios o sus pulgas. Algunos las empiezan a matar de verdes viejos.
Y aunque me resulten patéticos, soy incapaz de señalarlos mas allá de su sueño.
Para eso recurren al paquete de las amigas antiguas, esas damas ajadas que a falta de un amor por amor o por fortuna se emputecen por algunas horas de libre albedrío, un viaje al interior, una joya no muy pretenciosa o quizás un poco de atención entre tanta garúa de soledad.
Yo soy el único culpable de lo que tengo y de lo que me falta pero nunca reniego de los años de placer extremo que me llevaron a esta especie de camino de santidad en donde ando -tentado por el deseo disfrazado de sublimaciones- pero con la conciencia tranquila de quien sabe que hizo lo que tenía que hacer.
Porque hasta para auto joderse y suicidarse hay que tener algo de clase.
Tengo condiscípulos meridiana-mente inteligentes que han sabido sumarle a su talento, la fuerza y disciplina organizativa de una mujer, algo parecido a lo de Mario Vargas Llosa cuyas mujeres, ( la Sra Urquidi y su prima la Sra Llosa) dieron la dirección adecuada al obvio talento de Mario llevándolo al star system mundial.
En otros, no tan favorecidos por luces, siempre medio zafios, poco cultivados, sin un libro leído en el haber, sino por el desarrollo de la hendidura occipital de la obediencia y sumisión he distinguido la fuerza de la mujer laburante, que los aupó sobre sus espaldas para hacerlos llegar a ese limite material de los caballeros que bajan la cabeza y embisten: casa, autos, lujos -juguetes al fin y al cabo- que una poderosa madre (y a la vez mujer) logra que el domesticado animal conquiste.
No hablo de los bragueteros. esa es una raza aparte y con fecha de vencimiento.
El casarse con una mujer rica no te saca del segundo plano al que regresas tarde o temprano, a través de la búsqueda de una piel mas joven o del expediente del licor o de las drogas o de la amargura que los alimenta.
Espero que nadie se sienta tocado por este comentario, después de todo yo soy el que proclamo el derecho de cada quien a la libertad del estilo que escoja para matar sus demonios o sus pulgas. Algunos las empiezan a matar de verdes viejos.
Y aunque me resulten patéticos, soy incapaz de señalarlos mas allá de su sueño.
Para eso recurren al paquete de las amigas antiguas, esas damas ajadas que a falta de un amor por amor o por fortuna se emputecen por algunas horas de libre albedrío, un viaje al interior, una joya no muy pretenciosa o quizás un poco de atención entre tanta garúa de soledad.
Yo soy el único culpable de lo que tengo y de lo que me falta pero nunca reniego de los años de placer extremo que me llevaron a esta especie de camino de santidad en donde ando -tentado por el deseo disfrazado de sublimaciones- pero con la conciencia tranquila de quien sabe que hizo lo que tenía que hacer.
Porque hasta para auto joderse y suicidarse hay que tener algo de clase.