¿Es innata la decencia? por Beto Ortiz (*)
Tal es la enorme pregunta que -con ocasión de la primera entrevista de su vida- nos lanza un meditativo Jaime Bedoya, ensayando un tácito llamado a la humildad periodística desde las páginas de Rajes del Oficio 2, el nuevo y esperadísimo libro de Pedro Salinas que se presenta esta noche a las ocho en la barranquina casa de Agencia Perú . No exento de la imprescindible maledicencia límense, este segundo volumen -otro exquisito cóctel de cautivantes entrevistas noveladas- constituye una auténtica alhaja que, curiosamente, resplandece por la razón opuesta: porque, en medio, del sermoneo de rigor, el jamón y la rica maleta, sus diez entrevistados -una galería de viejos zorros que va desde Mario Vargas Llosa hasta Fernando Ampuero- desmenuzan las grandezas y las miserias de este oficio, reconociendo, de un modo infrecuente y hasta difícil de creer, las glorias y talentos del enemigo. Entretenidamente revelador para los lectores de a pie, obligatorio para los estudiantes de eso que llaman ciencias de la comunicación y providencial para nosotros, los coleguitas, esta revancha de Salinas es, sobre todo, un brutal misil de ubicaína para todos aquellos que siguen creyendo que el periodismo consiste en derribar gobiernos como palitroques, pues como le dijo una vez el dueño de un diario al escriba Juan Carlos Tafur: «Tú escribes pero nunca te olvides que la tinta y el papel son míos»
No sé cuán importante será para los lectores peruanos saber que -tal como ocurre con el cebiche y el inescrutable Rospigliosi (ese samurai de polendas)-, que el turbulento Tafur (ese psicólogo adiestrado de ojo clínico) podría comer pollo a la brasa todos los días sin aburrirse, como no se aburre de leer al muy fashionable Haruki Murakami en un inesperado rasgo de pompa que -cosa curiosa- lo emparenta con el infaltable Ampuero que anhela compartir con Scarlett Johansson los roles estelares de algún film y quien, en palabras de Salinas es entusiasmo que chorrea tinta y tiene una conversación entretenida de vodevil. Pero no he de negar que me consuela un poco en mi quelonia lentitud y mi flojera de la vida saber que, a Vargas Llosa, master of the universe, escribir su columna Piedra de Toque le toma un día entero. (Bastante menos que al igualmente célebre Aldo Mariátegui. Estoy bromeando, desde luego). O venir a enterarme que la investigación periodística consiste en encontrar obstáculos según pontifica el carismático y siempre dicharachero Gorriti quien está convencido de que el desmesurado Zileri (el John Wayne del periodismo vernáculo, el Gary Cooper de los semanarios políticos) es "tan buenazo y saludable como un milkshake". (1800 calorías). Me sorprende que the boss Alvarez Rodrich, (a quien Pedro -todas las cursivas son suyas- certeramente describe como el orden sumario, taxativo, inquebrantable), tenga un perrito llamado Popy. Joder, tío. Llamarlo así me parece un acto de extrema crueldad. (Contra el perro, claro). No me sorprende, en cambio, que Rospigliosi use pijama, (how sexy!). o que la vecina Chichi -quien sueña con actuar al lado de Hugh Grant -sintonice el Canal 95 del Congreso (how cool!) o que Sandokán sea, al mismo tiempo, el héroe favorito del ascético monje trapense Gorriti y del partero de las ideas De Althaus (el mío, por si a alguien le importare, es Tamakún, el vengador errante). Sí me sorprende, en cambio, que Jaime Bedoya, (que cuenta historias de corto aliento a cuerpo descubierto con fogonazos de sarcasmo, enhebrando palabras que centellean y que dejan al lector una impresión de extrañeza, de asombro y complicidad burlesca), tenga tatuajes o haya vendido alguna vez, cubiertos de acero inoxidable importados de China, de puerta en puerta. O que el acrofóbico, levemente autista y ovófilo De Althaus tenga los ojos muy alemanes. (Nunca he ido, pero...¿alguien podría explicarme, por la Melchorita, como son los ojos en Berlín?). No sé cuán importante será enterarnos de todo esto, pero de que es divertido, es divertido y además interesante y quizá hasta apasionante para muchos entre los que me cuento. Lo importante se lo dejamos a Mirko Lauer, que de eso sabe bastante y a cuya imagen y semejanza fue creado Nuestro Señor Dios Todopoderoso, según me asegura mi amigo el tremendo pintor Jaime Higa.
Y ahora que hablamos de importancias, ¿están todos los periodistas presuntamente "importantes" del Perú compendiados en los dos suculentos tomos de Rajes del Oficio? El amigo Pedro admite que no. Son simplemente una arbitraria selección de los que él dice apreciar y compadecer al mismo tiempo. No están, por ejemplo, Thorndike, ni Lévano, ni Salazar, ni Rafo, ni Hurtado (a quienes admiro). Tampoco están Balbi, ni Páez, ni Jara, ni Delta, ni Guerrero, (a quienes no). Sí es mencionado, en cambio, a cada rato y hasta por gusto, el amigo Anticristo Lúcar a quien -como se sabe- es siempre tan políticamente correcto cubrir de toda clase de invectivas y que esta vez, para variar, es insultado horrendamente por ese señor a quien tan bien queda llamar, tan en familia, Mario (y que no se toma la molestia de ofender con nombre propio a cualquierita así nomás. Desde aquí te envidiamos en silencio, Bigote, estás arriba). Dice el otrora observador de aves Zileri (la decepción más grande de mi vida -según Chichi que está dispuesta a matar con tal de conseguir una primicia, según Zileri) que Lúcar (a quien el Gusano Rospigliosi compara con una sanguijuela) sabe hacer televisión "pese a sus complicaciones pasadas". Habría que ver si su reciclaje es auténtico -retruca el (para MVLL) complicado Tafur- pero de que tiene oficio, lo tiene. ¿Nicolás qué?- se pregunta, evasivo y siempre travieso, el judoka Gorriti, (que no resistió en la tele ni medio año y que -según Valenzuela- se cree el papa, pero el papa Alejandro VI), al tiempo que el limeñísimo De Althaus -quien siempre está rascándose algo- lo califica de "eficiente". El día que alguien me llame eficiente me suicido.
Sostiene Tafur que los gays disfrazados son merecedores de una denuncia (completamente de acuerdo y sobre todo los periodistas gays disfrazados que son los más retorcidos y peligrosos: ¿enumeramos?). Sostiene que él profesa el sensacionalismo serio (que a mí me gusta llamar sensacionalismo ilustrado y al que adhiero, por supuesto). Sostiene que Neutralidad y Objetividad no existen y que si existieran habría que eliminarlas (en la medida de lo posible, junto a los profesores calzonudos que estafan a sus alumnos dictando cursos enteros sobre ellas). Sostiene que un periódico es más perecible que un pescado porque un par de horas mas tarde, ya es historia antigua. Sostiene que lleva sus querellas judiciales como quien ostenta condecoraciones. Sostiene que el Consejo de la Prensa Peruana le parece una gran estupidez (y a mí también). Dice que lo que más le jode del Perú es el carácter pusilánime de sus habitantes. Y, finalmente, confiesa que envidia la disciplina del director de este diario quien, fuera de proyectar cierto halo de tranquilidad, posee un espíritu lúdico, una mirada tímida y escrutadora a la vez y podría ser un buen jugador de póquer. Leyendo Rajes... descubro -asombrado, atónito, escandalizado- que me resulta absolutamente posible estar de acuerdo con Tafur. Heaven help me. Pero lo peor de todo no es eso. Peor es estar de acuerdo con aquellos colegas a los que uno peor les cae y de acuerdo, precisamente, en todo lo que nos perjudica: no se equivoca Gorriti cuando dice que la televisión actual se caracteriza porque la concesión de las licencias obedece a un interés fenicio, mermelero o lobbyista. Ni la Chichi cuando opina que al olfato periodístico hay que exigirle -primero- narices limpias o cuando dice que "algunos colegas" creen que para reinventarse tienen que suicidarse y especialmente cuando decreta que los programas políticos están condenados a morir. Ni De Althaus cuando denuncia que la peor enfermedad del periodismo es la incultura. Ni Ampuero cuando asegura que ser periodista es ser curioso, ser insomne y ser malicioso, que un periodista que no tiene malicia se ha equivocado de oficio. Ni Zileri cuando, caballero, admite que cada vez que se ventila una denuncia, los medios de comunicación se vuelven la última instancia del poder. Que es entonces y sólo entonces que su poder se torna fantástico.
Por alguna insondable, psicoanalítica razón, los héroes favoritos de casi todos los colegas entrevistados son dibujos animados. Para Augusto es Mister Magoo. Para Bedoya, el Hombre Par. Para la Chichi, la Pantera Rosa. Ampuero no menciona ningún cartoon pero admite comer corn flakes. Tafur se arrepiente de haber renunciado a Correo que ahora ha perdido su espíritu y ya no es el diario líder que fue mientras Chichi se arrepiente de haber dejado su programa dominical. Augusto sabe que los periodistas nos vamos al diablo cuando perdemos el sentido de ponernos en los zapatos de los lectores y creemos que lo que nos interesa a nosotros es lo que tiene que interesarle a la gente. (Y "la gente", por si acaso, es una señora bien buena que vive en Breña). Bedoya está convencido de que ser periodista no es un oficio más prestigioso ni más importante que el de un carpintero, que el periodista se cree más de lo que vale, que es soberbio y arrogante y que, muchas veces, lanza denuncias que saben a venganza porque carecen de humildad: como todo el mundo nos lee, nos ve o nos escucha, eso nos va construyendo una realidad paralela en la cual sentimos que el país no avanza si no se nos hace caso. (¡Por eso estamos como estamos!).
Pero a no arredrarse, camaradas, que el camino de la palabra es complejo, gris y revesero -como muy bien ha hablado Gorriti- huyamos como de la peste de todo lugar común en la expresión y en el pensamiento. Huyamos de la cobardía, de la pereza y de la cortesanía. Comprendamos, con Ampuero, que la vanidad es el motor del progreso universal. La vanidad, no la soberbia. Exclamemos amén cuando Vargas Llosa dictamina que la principal cualidad innata que un periodista necesita es escribir bien y su enfermedad: el cliché, porque cuando uno escribe de una manera funcional como lo hace el periodista, contrae hábitos y tics y eso devasta el estilo y la prosa de un escritor. Y, con la intercesión de San Mario, oremos. Oremos, hermanos para que el cruel maleficio contenido en las páginas 201 y 202 de Rajes del Oficio 2 jamás se cumpla, para que el Perú deje algún día de ser un país repleto de hombres talentosos que iban a ser grandes escritores y no fueron, que iban a ser grandes pintores y no fueron, que iban a ser grandes músicos y no fueron. ¿Por qué? Porque en el camino se inhibieron, porque todos sus esfuerzos se congelaron, porque perdieron el entusiasmo. Para que dejemos de ser, de una puta vez, el país que, a las finales, siempre afloja, roguemos al Señor. Te lo pedimos, Señor.Florilegio de frases favoritasa. La prensa no es el cuarto poder: es un poder de quinta.b. El periodista es una esponja que está permanentemente chupando lo que ve a su alrededor.c. Cuando el Perú logra algo con una mano, lo borra con la otra.d. El político puede soportar todas las críticas del mundo pero no soporta el humore. Los cronistas son los aristócratas del periodismo.f. Cuando uno es periodista a veces tiene que dejar de ser amigo.g. Los columnistas escribimos pronosticando lo que va a ocurrir al día siguiente y terminamos escribiendo otra columna para explicar por qué no ocurrió lo que pronosticamos.h. Me enfurece el egoísmo y la ceguera de los peruanos privilegiados.i. No sé qué es exactamente ser periodista.j. En periodismo le temo al error. ¿Y en la vida? El periodismo es la vida.
1. Mario Vargas Llosa2. Fernando Ampuero3. Gustavo Gorriti4. Enrique Zileri5. Jaime de Althaus6. Cecilia Valenzuela7. Augusto Alvarez Rodrich8. Jaime Bedoya9. Fernando Rospigliosi10.Juan Carlos Tafur
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21