EE.UU.: la deshumanización del discurso por Guillermo Giacosa (*)
No todos los temas que interesan a la humanidad parecen interesar a los precandidatos a la Presidencia de los EE.UU. Ellos omiten, sistemáticamente, hablar de lo que afecta la autoimagen que el país se ha fabricado. Son incapaces de una crítica a la conducta de su país. Citaré algunos detalles: el año pasado, Hillary Clinton dijo sobre Irán: "Si está dispuesto a abandonar su programa nuclear, dejar de lado su promoción del terrorismo, apoyar la paz en Medio Oriente y desempeñar un papel constructivo en la estabilización de Irak, EE.UU. debería estar preparado para ofrecerle un programa de incentivos cuidadosamente calibrado".
También comentó algunas ideas de Bush sobre la naturaleza de la guerra del terrorismo, subrayando que Al Qaeda "y un creciente número de organizaciones extremistas están impulsadas por un rechazo a la modernidad, los derechos de las mujeres, la democracia y una peligrosa nostalgia por un pasado mítico".
Con referencia a Irán, la única diferencia con la administración republicana es que, quizás, la zanahoria ofrecida es un poquito más grande que la que ofrecen los actuales gobernantes pero el garrote es del mismo tamaño.
En cuanto a las organizaciones terroristas, repite el mismo error que es casi endémico en los políticos estadounidenses: hacen un diagnóstico sin preguntarse las causas.
Lo que Hillary llama "la nostalgia por un pasado mítico" es la respuesta que muchos pueblos empobrecidos han hallado ante la falta de perspectivas que ofrece el futuro.
Nadie sobrevive sin esperanzas, y si estas no se encuentran en el futuro, habrá que buscarlas en el pasado. Y es la estructura económica del mundo actual la que cierra las puertas de la esperanza a millones de seres humanos. Eso ni Hillary ni Obama -y mucho menos McCainn- pueden ni siquiera imaginar plantearlo, pues solo sugerir la idea estaría poniendo en cuestión el papel que EE.UU. se ha asignado: gendarme universal y garante de los grandes capitales transnacionales.
Tampoco se han referido a las torturas. Ojo, puntualizando sobre ellas y no solo diciendo vaguedades. Steven Miles, experto estadounidense en bioética, ha escrito en la revista científica The Lancet que la tortura que se ha practicado, con auxilio científico, en las prisiones gringas de Irak y Afganistán daña los valores éticos de la medicina y de los derechos humanos. A esa perogrullada la acompaña con una denuncia infame: en Irak y en Afganistán se falsean actas de defunción: "Los médicos", dice Miles, "confirman rutinariamente la muerte por infarto al corazón, golpe de calor y otras causas naturales de deceso. Solo una pocas unidades en Irak y en Afganistán habrían posibilitado las inspecciones mensuales que exige la Convención de Ginebra. Tampoco dan atención médica regular a los prisioneros".
Estos temas, entre otros, que hacen a nuestra condición de seres humanos, no figuran entre las preocupaciones de los candidatos presidenciales, lo que nos hace suponer que también le son indiferentes a gran parte del pueblo de Estados Unidos.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21
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