22.3.08

¿SOPLANDONOS LA PLUMITA?




La libertad no causa inflación por Rosa María Palacios (*)
¡Vamos a la guerra contra la especulación! Esa fue la declaratoria del primer ministro el día martes. Y como si por arte de magia hubiésemos regresado a los años ochenta, hubo quien sacó el Código Penal y pedía prisión para los especuladores.
Efectivamente, el delito de especulación fue previsto en 1991 para quienes vendieran productos de primera necesidad por encima de los precios decretados por el Estado. Como es evidente hoy (¡y a qué costo en el anterior gobierno aprista!), el control de precios es un mecanismo corrupto que solo crea mercados negros y descapitaliza a pequeños comerciantes.
Además, es probadamente absurdo porque las fuerzas de la oferta y la demanda sobre millones de transacciones diarias son incontrolables. Así se entendió en la Constitución de 1993, que prohíbe al Estado intervenir en los términos contractuales por ley "o cualquier otra disposición". No existiendo lista oficial de precios ni precio qué controlar, ¿quién puede ser especulador?
Sin pestañar ante menudencias constitucionales, el gabinete de guerra se volcó a los medios de comunicación para decir que, efectivamente, no habría control de precios pero que los llamados a controlar el "precio justo" eran los alcaldes. ¿Y qué es el precio justo si no hay control de precios? Vaya uno a saber. Para coronar la ofensiva, aparecieron los ministros en los noticieros de la mañana del miércoles friendo pescado y controlando que este no vaya a subir ¡en Viernes Santo! (¿fiscalizarán las flores el Día de la Madre?).
Es evidente que los precios han subido al punto de hacerse sentir y doler. Y es evidente que el gabinete ha entrado en pánico (como bien indica ayer el director de este diario). El impacto de la inflación en la popularidad del régimen viene haciéndole daño desde hace meses.
El problema es que el Gobierno ha pasado de la negación ("son los precios internacionales", "es igual en todas partes", "en otras partes es peor" o "no ha subido tanto") a la acción disparatada.
Merecemos una explicación de las causas de la inflación y, conociendo estas, de las medidas que, en consecuencia, se tomarán. Los economistas parecen no ponerse de acuerdo, pero una corriente dice que el Banco Central de Reserva está emitiendo más de lo que debe para rescatar el dólar de una caída en picada. Así, se salva el dólar (a duras penas y con la certeza de que será insalvable) y los precios se incrementan. Si esa es la explicación, este no parece un buen negocio para la mayoría de los peruanos. No se puede cargar ese costo a millones de peruanos que no tienen mucho más para sobrevivir que lo que se llevan a la boca.

(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

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