26.3.08

ESAS COSAS DEL GÉNERO





La masculinidad por Fernando Maestre (*)
La masculinidad en el hombre, al igual que la feminidad en la mujer, son condiciones psíquico-físicas que tienen que ver con la identidad de género, que define y organiza la conducta y comportamiento del varón.
La masculinidad empieza en el nacimiento y nunca termina de estructurarse, de crecer, de modificarse, de acuerdo con las influencias socioculturales.
Es de suponer que la masculinidad ha logrado establecer sus primeros pilares cuando los niños alcanzan la pubertad y la adolescencia, pero nadie puede asegurar que estas fuerzas identificatorias iniciales hayan quedado establecidas al punto de no sufrir modificación. Son conocidos los casos de jóvenes que cambiaron su orientación sexual masculina durante la crisis de la adolescencia, y otros que detuvieron el interés por las mujeres.
En las últimas décadas, los varones han estado inmersos en una permanente crisis pues la imagen masculina ha quedado desubicada en relación con las nuevas costumbres de la sociedad, con el avance del feminismo y con los logros sociales de la mujer, en un mundo donde hombre y mujer deben trabajar por igual y donde, muchas veces, la mujer gana más que su esposo. Esto genera desubicación masculina al no tener un referente para apoyar la imagen del hombre posmoderno.
En el mundo actual es fácil que la identidad masculina incipiente tome rumbos inesperados pues los jóvenes ven grandes cambios sociales no exentos de sufrimiento y violencia; sienten sobre su vida las dificultades del padre para organizar su familia, remontando las crisis económicas, y se ven como objeto de lujuria en la sociedad de consumo. Ante esta situación, y dado que ni los padres ni los hermanos mayores le pueden dar instrumentos que garanticen estabilidad en su masculinidad, se puede poner en marcha un proceso de desidentificación masculina, donde las preocupaciones de los padres se relacionan con lo material, dejando de lado la orientación de su mente y espíritu. Muchos padres temen que si sus hijos no disfrutan y gozan cuanto antes, luego será imposible pues tendrán que incorporarse a la cadena de producción para sobrevivir.
Es en este panorama de angustia donde el púber siente la urgencia de buscar cuanto placer pueda encontrar, pues está convencido de que mañana tendrá que 'matarse' trabajando. En este punto pensamos que la identidad masculina del joven entra en una espiral de inseguridad, donde la salida equivocada que le queda es quemar etapas y llegar pronto a consumir todos los goces que mañana ya no tendrá.



(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

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