10.4.08

INTELIGENCIA ARTIFICIAL



Los científicos también se dopan
Los entrevistados trabajan en diversas áreas especializadas, como ingeniería (15,4%), biología (14,9%), educación (12,2%) y medicina (8,1%).
El 20% de los científicos y de profesiones asociadas admite haberse automedicado para estimular su concentración y memoria, e incluso para acortar sus noches de sueño, según un estudio informal de la revista británica Nature.
La vasta mayoría de estos adeptos al 'dopaje cerebral' se escuda en el imperativo de "mejorar su concentración" mientras que un 60% reconoce que recurre a los medicamentos a diario o sobre una base semanal.
Un total de 1.427 personas, casi todas residentes en Estados Unidos y más de la mitad de menos de 36 años, respondieron a esta encuesta llevada a cabo en un foro de internet del grupo Nature.
Los sondeados trabajan en diversas áreas especializadas, como ingeniería (15,4%), biología (14,9%), educación (12,2%) y medicina (8,1%), entre otras.
El 60% de los profesionales que admite doparse toman Ritalina (methylphenidato), recetada generalmente a los niños que sufren un Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).
El 44% afirma recurrir también al modafinil, un medicamento psicoestimulante destinado a tratar enfermedades caracterizadas por un exceso de sueño, pero al que también recurren los militares.
Un tercio de los productos utilizados se compran en internet y el resto con receta médica en las farmacias.
Según el estudio, el 80% de los encuestados - tomen o no estas sustancias - defienden el derecho a recurrir a estos productos 'dopantes' en el trabajo.


En un mundo que exige vivir a una velocidad de permanente aceleración, infectado de trabajólicos desesperados y en la exigencia de cumplir metas del mundo material (propias y ajenas) el hombre recurre a la estimulación química (que podría ser algo completamente virtual) para convertirse en la máquina bien aceitada que puede accionar todos sus mecanismos a plenitud. En nada se le puede diferenciar de esos grandes ordenadores que decofidican todo el día información, y que se encienden y apagan autómaticamente porque el hombre quiere ser un eficiente engranaje de procesos que cumpla con la pauta laboral y con el desarrollo del deseo de producir circulante y bienes que necesita, su muy pobre y desinflado ego, para simular que ha conquistado el juego del sueño. Uno llega a conocer a muchas personas atrapadas en probarse a si mismos y a los demás que son eficientes porque cuentan con cierta rapidez para alcanzar a su terrible ansiedad pero que en la vertiginosa búsqueda pasan de largo los momentos más importantes de la vida. Hacen dinero, pero no tienen hijos, adquieren como un gran logro algunos cachivaces suntuosos, pero no tienen amigos. El costo de este absurdo es que se deshumanizan - pero no en el grado que eleva el nivel esperitual- sino en el del universo menesteroso de quienes miden su exito por su aparente eficacia profesional. Actitud parece sobrarles para esto del hombre/robot productivo -tanto así que se dopan en un silencioso y desesperado grito- para poder mirar en el espejo y ver las sombras que los retratan como las inexorables víctimas de la modernidad y del vacío existencial.

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