12.4.08

HABLABABAS por Carlos Carlín (*)



El sí de Juan Diego
Como dama sanisidrina, felicito la decisión de TV Perú al transmitir en vivo el acontecimiento social que remeció Lima. Desde la Catedral, mi Juan Diego dijo: ACEPTO, en Do Mayor, a una chica regia, en sobria ceremonia religiosa oficiada por un bilingüe monseñor Cipriani. Como no había policías en la calle por cuidar a la parejita, unos delincuentes me arrastraron por la pista para robarme los aretes. Pero no me importó, porque se vio regio que, gracias a nuestros impuestos, el Estado demostrara a los peruanos, desde San Borja hasta Huancavelica, desde Cerro de Pasco hasta Ate Vitarte, desde el Nuncio Apostólico hasta nuestras carteras, que no es difícil ser una estrella internacional. Yo, totalmente arañada, gritaba: ¡Auxilio! desde el piso, igual que el público desde la Plaza Mayor gritaba: ¡Juan Diego! Pero no me importó, porque cualquier sacrificio vale por Juan Diego. Algo más, Arnulfo, mi ex chofer, quien ha triunfado en USA con una cadena de pollerías, me escribió preguntando si le pueden dar la Catedral para casarse con una cubana potona. Según él: ¡Todos somos hijos de Dios! ¿Qué le digo, monseñor? ¡Me muero!



(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

1 comentario:

  1. El baboso de Carlín

    Carlos Carlín, (a) Carlín, el pataclaun de por vida, tiene ahora una prebenda en Perú21; prebenda otorgada por un barbudo raleado que cree que Carlín encarna el non plus ultra de la irreverencia ingeniosa.

    Esta sola creencia habla de la poca sesera que Álvarez Rodrich se maneja.

    Desde que lo contrató para que estuviera con él en "Dos dedos de frente" a Carlín lo tienen por el gurú de la nueva juventud revolucionaria del Perú. Lo que ignora Rodrich, y esa ignorancia es evidentemente supina, es que lo único revolucionado que tiene Carlín es su cerebro y las medias que usa.

    La columna sabatina desde la que Carlín come echado se llama "Hablababas" y es justamente eso, el nombre de la columna, que es lo único acertado de esa su excreta, pues desde que empezó a escribir (o es que se la escriben, como le escribían los guiones de su "Dedo medio") sólo se nota la presencia de letras colifórmicas fecales y babosientas. Bueno, nada de extrañar, sabiendo, como se sabe, quién está detrás de esas líneas "geniales" del periodismo.

    Cuando (en Perú 21) perdieron a Eduardo Lavado, quien comentaba con acierto sobre farándula, ese diario sufrió una grave baja. Rodrich pensó que (a) Carlín iba a suplir esa ausencia. Craso error, proveniente de un craso cerebro. Contratar a un craso sujeto para que escriba crasas columnas. Nada que ver. Mejor hubiera sido dejar una columna en blanco; ella sola tendría más sustancia de lo que Carlín trata de balbucear ahí.

    El sujeto de marras, (a) Carlín, se cree superior a Laura Bozzo, mejor que Alfredo González, metagalaxicamente mejor que Álamo Pérez Luna, etc. Es decir, si no alucina más es porque no le dan más espacio en Perú21. Se olvida (a) Carlín de las lamidas que obsequiosamente le hacía a los apristas cuando salía de seudo-entrevistador de estos en canal 2, cuando sólo días antes veía en Alan, y a los apristas, a Satán calato y le hacía el vade retro con su cruce de dedos correspondiente. Se olvida (a) Carlín de las asquerosidades que hacía desde Radio Planeta, y desde el mismo Pataclaun, el engendro ese de Ramos y Naters.

    Los otros sí destacados columnistas de Perú21, deberían protestar --como protesta Giacosa contra Ariel Segal o Beto Ortiz contra Umberto Jara-- por tener de co-columnista, en Perú 21, a gente despreciable. Ese tipo de asociación le resta peso a cualquier medio, le afecta el entorno. Tal como cuando se está al lado de un fumador activo, estar junto a Carlín, aunque sea en páginas de periódico, envenena el aire que respiras, lo hiede, lo torna en flatulencia irrespirable.

    ¿Cuál es la razón de Perú21 de tener a (a) Carlín allí? Bueno, aparte de la crasitud ya señalada de su director, está el afán monetario del diario que resulta de colocarle al público basura, a su escritor basura. Es decir, crasitud y babosería al máximo.

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