“No soy un monstruo”
Haciendo un mea culpa de su mal comportamiento, Angie Jibaja escribió una carta desde la carceleta del Palacio de Justicia, donde reconoce que actuó en forma negativa y a su vez pide que se revise su sentencia y prometió portarse bien en adelante. “No soy peligrosa, no soy un monstruo”, indica en la misiva.“Sé que hay delitos mucho más graves. Con esto no justifico que yo no era consciente de las consecuencias y ahora estoy sufriendo por muchos motivos. Nunca pensé estar aquí. Pido disculpas a todos por mis actos, pero le pido a Dios y a la justicia que revisen mi caso. Prometo que me voy a portar bien”, indica la carta.En otro pasaje del mensaje escrito por la modelo, agrega: “Y si consideran una pena a mi persona, la voy a cumplir, pero por favor no me priven de mi libertad, que las personas que dependen de mí son las que más sufren. Toda la gente que me conoce sabe que soy buena, pero nadie es perfecta. Tengo muchos planes profesionales, por favor no trunquen mis sueños”. Recibió visitas En el transcurso de ayer, Angie Jibaja recibió la visita de familiares y personajes de la farándula, como Alex Otiniano, la modelo Caroline Visser, entre otros, quienes llevaron a la modelo comida y ropa. La mamá de Jibaja no acudió a visitarla porque se encuentra en Chile, y podría estar llegando en las próximas horas para estar cerca de su hija.De otro lado, la también actriz cuenta con nuevo abogado, se trata de William Galindo, quien junto a José Hinostroza verán la apelación y futura excarcelación de la modelo.Hasta el cierre de nuestra edición se esperaba el traslado de Angie Jibaja al penal de Santa Mónica, donde se encontrará con su amiga Malú Costa, quien purga condena por tráfico de drogas.
No es un moustro. Es una boba. Pobre Angie Jibaja que jugaba al desenfado pegándola como la chica mala, la de la generación X y que gustaba mostrar el esplendor de su vidita decadente por calles y plazas porque el par de neuronas que tiene a veces no le funcionan. Ha sido castigada por escandalosa, por no asistir a las citaciones del deficiente, absurdo y estúpido poder judicial (pero desgraciadamente soberano en cuanto a penitencias y sanciones) y por trompearse como loquita en una discoteca miraflorina al calor de algún merengue y de algún trago mal bambeado (de esos con los que estafan a la gentita que asiste a esos ghetos) y en donde -para su focking suerte- le achuntó un vaso en plena cara a su oponente de su turno. Angie hace apología de las drogas (¿qué no te las podías empujar en silencio?) se mea en la calles y destroza la fragilidad de su condición femenina con un lenguaje de carretero digno de mejores antros. Ahora, en un exceso de una magistrada -educada aparentemente en el colegio de las monjas del ojo por ojo y diente por diente pero ajustando la palmeta al grado de venganza de la pacatería- le han clavado dos años y tres mil mangos por faltosa. Y claro, entró al juzgado en jajajá y salió esposada en snif, snif, snif. Naturalmente le llego el momento adecuado y entonces pide perdón, promete portarse bien (sirve de ejemplo social la muy zonza) e implora reconsideren su caso. Nos parece que es un abuso que le claven tanto tiempo pero esto podría servirle de últil lección. Que le cambien la sentencia por servicio comunitario, que cumpla y aprenda a respetar las normas de convivencia supervisada por la justicia y que se le someta a un tratamiento psicólogico necesario. Y que de una vez entienda esta niña que el mundo no le debe un carajo, que la sociedad no tiene chifas pendientes con ella y que si ha hecho de su existencia un circo y de su cuerpo un parque de diversiones sin guachimanes es unicamente culpa y elección suya y es el trabajo que desde arriba ciertas jerarquías le han asignado en este cochambroso planeta. Be good Angie, be good.
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