26.10.07

EL JUEGO DE LOS AGRAVIOS





Callejón de un solo cuño por Cesar Lévano (*)
No es por hablar mal, pero ciertos gobernantes de turno me hacen añorar los líos de callejón de que fui emocionado testigo durante mi infancia y mi primera juventud.Me hubiera gustado que el presidente Alan García y el premier Jorge del Castillo hubieran estado allí para que elevaran el nivel y la eficacia de sus insultos.El Primer Mandatario ha llamado “comechados” a los maestros, “perros” a los que critican a Julio Favre y “pajaros de mal agüero” a los opositores de su desgobierno, es decir, al 70 o quizás 80 por ciento de los peruanos. El 23 de febrero llegó al desenfreno de pedir a los pobres “que no sean parásitos”.El martes último, en la ­inauguración del Centro de Carga y Correo Aéreo del aeropuerto Jorge Chávez, acometió a los derrotistas, “a los que viven de la desgracia humana”. Puede ser un bumerán, porque si alguien vive de la desgracia ajena son los actuales gobernantes.La frase pudiera referirse también a los empresarios y funcionarios públicos que están lanzando a la calle a miles de trabajadores, cuyo delito consiste en organizar sindicatos o defenderlos. ¡Qué desgracia mayor puede haber en un hogar cuyo jefe o jefa se queda, de la noche a la mañana, privado del salario con que compraba el pan –el caro pan, el pan caro– para sus hijos!Esa queja no se escucha, por supuesto, en Palacio de Gobierno ni en el Ministerio de Trabajo.Para variar, García volvió a ­arremeter en el aeropuerto contra el periodismo, que no suele ser crítico en el Perú. Pero su ­egolatría galopante –en galope de caballo loco– no acepta ni el menor rasguño. Para defenderse, modestia aparte, se comparó con Jesucristo, quien “también fue sometido a una encuesta”.Si ése fuera el punto, el Presidente supera ampliamente a Jesucristo, puesto que ha sido sometido a varias encuestas.La actitud presidencial de permanente agresión e insulto nos trae a la memoria lo que escribió Francisco Umbral en Mis placeres y mis días: “Cacique es un hombre que tiene poder y no tiene nada que hacer. Cacique es el que hace política sin dar la talla para político, de modo que se queda toda la vida en el caciquismo, jodiendo al vecindario.”Lo peor es que el estilo del Jefe del Estado tiene repetidoras que copian su vocabulario. Jorge del Castillo es un tratadista en la materia. Su repertorio de injurias a maestros, mineros, pobladores ayacuchanos y comuneros de Piura lo muestra como un ventilador que ­arroja lodo por doquier.El lunes 22, Del Castillo declaró en Cusco que no había llegado en busca de aplausos baratos. Podía deducirse que perseguía aplausos caros. Los de la sobonería mediática, por ejemplo.Alan García y Jorge del Castillo deberían seguir un curso de imaginación insultadora. En cualquier callejón del Rímac podrían instruirlos.


(*) Aparecido el día de ayer en la columna del Director del diario La Primera.

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