24.11.11

DIARIO DE LA DESOCUPACIÓN

Diario de la desocupación
Página 16: Las claves del Supermercado Plaza Vea

Hablaba del pasado, hace unos días. Se me presenta por etapas. 
Me encuentro con mi buen amigo (del barrio y de la adolescencia) Guillermo Tejada en Plaza Vea de la Av. Brasil, el que corresponde a Jesús María. 
El Guille era un palomilla de chico. En la secundaria se le dio por evolucionar y agarró una disciplina de estudios brava. Le pusimos el Tío Rukakaro porque nunca salía de su cueva. Estudiaba porque ya era inherente a su contexto. Como consecuencia se convirtió en un brillante Ingeniero Electrónico y en uno de los mejores catedráticos de San Marcos. 
Es uno de mis amigos más queridos y su presencia y palabra medida y exacta son claridad pura, más aún, viniendo de un tipazo como el. 
Porque Guillermo siempre fue un pata bien derecho y un hombre decente. 
Hablamos unos minutos que bastan y sobran para entender la clave. 
El es un ejemplo de estructura, lo que me falta. Yo todavía estoy duro y necesito prepararme con ahínco y voluntad de hierro para esas lides.
Ahí nomás, en el mismo sitio, en el susodicho Supermercado me encuentro con un amigo del colegio, Daniel Zambrano, un condiscípulo que ha hecho mucho por armar las asociaciones de Ex-Alumnos del Alejandro O. Deustua. 
Amante del arte y la literatura, así como su hijo, escribe y baila y canta y bien. 
Mario Benedetti es parte de nuestra amistad y en su poesía y en la comunión de una buena conversación en el Romeo (con dos cafés buenazos) reencontramos las huellas de los pasos perdidos evocando pretéritos romances y juegos idos.
Re-descubro mi clave permanente, asumir la bendición de trabajar en lo que me ha gustado siempre, en aquellas cosas en las que -prácticamente- dejo mi vida.
El tercer asomo, son una pareja a la que la una simpática cajera del sitio, decide atender antes que a mi porque el caballero está usando unas muletas. Estoy -sin darme cuenta- en la caja destinada para atenciones especiales. Preñadas, mujeres con bebe, cocharcas latosos, discapacitados y quiñados de ocasión. 
Lo acabo de borrar del facebook, en ese afán mío de contar con sólo 999 amigos. Cosas de mi excentricidad. Nada personal con nadie. Es un juego de superchería. 
Sin embargo reconozco en su esposa a la guapa joven, Liliana, compañera del secundario de mi ex-pareja. Un poco ya cargando años se mantiene atractiva pero señorona.
El, Luis, luce más o menos igual, indefinido entre las clasificaciones de edades obvias.
Lo de los aparatos ortopédicos puede deberse a un accidente automovilístico o a esas lesiones que se hacen los machos cuando se entusiasman en exceso con el fulbito y terminan pateando una piedra y desarreglándose un músculo.
No se si me reconocen o no. Tampoco me importa mucho, aunque siento que me miran de reojo mientras aguardo para recargar el celular. Los observo de soslayo.
Llevan un par de cosas: envases plásticos transparentes en los que distingo que esa noche van a cenar pastel de acelgas y ensalada de fideo fusili tricolor. Y entonces, entiendo. Se enciende lucecitas en mi pensamiento.
No hubiera querido vivir y tener ese cuadro en mi vida. Ya no más. Soy un focking espíritu libre al que esas actividades maritales de antiguos y reposados amantes, espanta como si se tratara de una peste fulminante o de una arma mortal. 
Y aunque a mi me costó arrancarme esa sensación a tiramisú de limón que te da el enamoramiento burro y ciego, era obvio que mi trabajo estaba por otros lares.
Nadie tiene la culpa de que se cumpla el destino. De que emprendamos nuestros reales propósitos. Es una elección permanente la de un legítimo buen día. 
Pude haber pasado otros veinte años más fingiendo ser amable, pero era hora de hacerme de la fuerza y de la fe para ordenar y desarrollar lo que tanto anhelo.
Y para eso, tan sólo me queda sacar de mi mochila el tiempo pasado y dejarlo en el mostrador en donde se olvidan finalmente todas esas cosas. 
Ese es el precio de la pretensión ilusa de ser brevemente feliz. 
Esta es la vida que escojo vivir.
Sin excusas, culpas, o lamentaciones.


H.D.P.

31.10.11

DIARIO DE LA DESOCUPACIÓN









Diario de la desocupación
Página 15 - Talento desperdiciado




Mi hijo es un prodigio de orden personal. Su inteligencia es dirigida. Aunque para cuestiones de plata se parece mucho más a su mamá, no somos ni siquiera similares en asuntos intelectuales. Como decía mi padre, la mía es una inteligencia anarquista, explosiva, vaga y aplicada a lo contra productivo. Decía que yo andaba urgido de estructura, por no decir que era de una indisciplina del carajo. Y ahora que lo veo realizarse como hombre y que no falta un día en qué algún buen amigo (o cariñosa amiga) me diga que me encanta perder plata, que "merecería" mucho más metálico del que tengo o del que me importa, no hago sino comprobar que lo mío pasa por la rebelión del conforme que no se dejo jamás seducir por las exuberantes curvas del dinero. Debo sentirme diferente por que yo no gane ni perdí en el juego, simplemente abandoné la mesa del póker de esa vida de las apariencias en las que nos envuelve el circulante, por irme tras de las verdades absolutas, o de las razones de mis quereres, porque era un jugador inapelable del placer y porque me gusta ser tan transparente que no hay nada que mejor me represente que un libro de poemas autografiado por Sabina, los cuentos de Ribeyro, la inminencia del cambio de todas las cosas o el afecto de mis partners.

H.D.P.

3.10.11

DIARIO DE LA DESOCUPACION


Diario de la desocupación
Página catorce – Una cualquiera como todos.

Es Flor. Aunque ya no es una flor. Tampoco es que ande marchita, digamos que a sus treinta y tantos marzos, aún rebosan los pétalos de su personal quimera. Es una edad ideal porque en la línea de los veinte mis musas suelen ser tan excesivas que tranquilamente yo pudiera parecer un tío paseando a la sobrina. Y que pasadas las cuatro décadas, a las damas que me inspiran les da por la religión –new age con toques de metafísica- y entonces todo lo ven besitos y chispitas de luz, o sino les da por la manipulación con rostro de inocencia, para hacerte sentir culpas de algo que ni siquiera has pensado hacer o lo que es peor, por el cinismo de la mujer que  siente que para ser moderna, tiene que ser practica hasta niveles bastante pobres en donde se desdibujan las señales de la moral,  la ética y la cultura. Y no es que estas cosas me parezcan importantes, lo que me parece detestable es hacer alardes.
Pero vuelvo a Flor, que sabe que me puede llamar los lunes de las primeras semanas del mes (que es cuando cambio el cheque de esclavo liberto para cobrar las monedas que pagan mis holgadas modestias) y que además de un buen trato amical, en donde puedo hacer las veces de psicólogo y confesor (me debo parecer al personaje de la novela “El corazón es un cazador solitario” de Carson Mcullers, el sordomudo al que la gente le hablaba y le contaban sus problemas porque pensaban que sabía escuchar y yo, como el,  soy  una tapia) también le cumplo como todo buen cliente. Porque Flor se dedica al meretricio, legal, con carné de sanidad y todo lo que la ley demande al caso, y además es una rabiosa practicante de su fe, hace pocos años conversa y devenida en  Testigo de Jehová (¿?)
Nos encontramos en una pizzería caleta (escondida y recatada) de Magdalena en donde tomamos un par de copas de vino mientras va pormenorizando su diaria lucha como mujer y en donde habla con soltura y hasta buen gusto de los temas que puedan ser de actualidad y cuando el vino hace lo suyo, que es relajarme hasta que pierda la perspectiva del todo y me fije sólo en ella, en su animal belleza, en su implícita y brutal sensualidad, pone discretamente la mano sobre mi pierna y me pregunta con cierta malicia, a dónde vamos.
Siempre es al mismo juego y al mismo sitio.
Es un buen hotel, cómodo, no muy caro, (aunque una vez casi me sacan un riñón por una botella de vino argentino) con jacuzzi y espejos por todos lados, en donde su figura hermosa se convierte en un calidoscopio de belleza y en donde pasamos unas horas que yo compenso con discreta caballerosidad, colocando en su cartera unos billetes.
Pero a la calma le sigue el temporal. El asunto siempre es a la contra.
Entonces ella llora. Sufre. Se desespera. No sabe como alcanzar el equilibrio entre su vida, sus creencias religiosas, que suelen ser muy fuertes (a veces temo que invoque a Jehová en pleno intercambio de pasiones y gemidos) y se pinta el atávico cuadro histérico en donde la culpa la ahoga y el mundano (ósea, el diablo) aparece por todos lados impidiendo su próxima llegada al cielo y condenándola a la estación del purgatorio hacia el averno.
Lágrimas de por medio, luego de un rato se calma, se levanta, pasea su desnudez con tranquila inocencia, se baña,  y se viste con cuidado, con esmero, poniendo entusiasmo y coquetería, arreglándose hasta lucir tan linda como suele ser, para regresar a las calle de los besos sin amor (*) a ganarse el pan como lo hace todo el focking mundo.
Como canta el Sabina: ando buscando una mujer, tan puta como yo….

(*) Fito Páez dixit (“Mas guapa que ninguna”)


H.D.P. 

DIARIO DE LA DESOCUPACION

Diario de la desocupación
Página trece. La palabra que nos define

“Todos conocen las palabras que arroban, las palabras que asustan, las palabras que hieren, -dice Luder- Sólo nos falta descubrir la palabra que mata”
(Julio Ramón Ribeyro)


En la película “El secreto de sus ojos” mientras los personajes de Pablo Sandoval y Benjamín Esposito, encarnados por Francella y Darín, buscan ubicar al asesino, revisando unas cartas que el sospechoso le ha escrito a su madre, descubren que un hombre puede cambiar de trabajo, mujer, hijos, familia, religión, o Dios pero que no puede renunciar a su pasión, porque ella es la que lo define por completo.
Conversaba con un amigo al que la vida le ha deparado pruebas (de esas que la sociedad se sabe servir para estigmatizar la pasión) y viendo su total capacidad de aceptación y de perdón hacía la mujer que lo destruía con sus sucesivos, sádicos y casi interminables juegos y desencantos (acto de fe al que lo conducía el más grande y crudo amor) sentí una tremenda revelación, acaso como un escalofrío en el alma, porque yo no era ni meridianamente capaz de realizar semejante acto de entrega y compasión.
¿No fue el mismo Jesucristo quien nos dio las claves de la más sublime aceptación?
Se lo explique a mi mejor amiga, tratando de hacerle comprender el cómo éramos simples marionetas de nuestros propios sentimientos y se me ocurrió preguntarle, cuál era la palabra que podría definirla en la totalidad de su pasión. Sin pensarlo me dijo ambición.
Entonces até los cabos –tema discutible por cierto para ser totalmente honesto- y entendí que como una desenfrenada yegua había entrado por la puerta de un escondido temor.
No era la ambición lo que podría identificarla (yo que la conozco se que es mas buena que el pan y un nudito de generosa dadivosidad) sino el miedo a ese fantasma de la humanidad que suelen ser la exacerbación de los deseos o los quereres, cuando no los bárbaros apegos en los que se esconde cualquier exagerado anhelo que se pueda convertir en tormento.
La palabra que nos define, es la obsesión que nos persigue. Porque puede ser la recompensa pero también el castigo. Porque te ilumina y te obscurece, porque es un plano de equilibrio.
La palabra que nos define es -como ese genial título de la última entrega de Pedro Almodóvar- es la piel que habitamos, pero que no mostramos, ya que nos delata, la que nos hace fuertes y débiles, pero a la vez, ciento por ciento humanos.
¿Cómo terminar estas líneas a las que acompaña en mi siempre necesaria cortina musical este temazo de Fito Páez, que se llama La ley de la vida?
¿Quieren saber cuál es la focking palabra de marras que me define?
La que ustedes quieran, soy lo que soy, no lo que quisiera ser, ni lo que se imaginaba mi padre, ni lo que haría feliz a mi vieja, ni lo que tranquilizaría a mis insensatas revanchas, a mis resentidos dragones cotidianos, yo soy lo que soy, yo simplemente soy.
¿Fe?

H.D.P.

26.9.11

DIARIO DE LA DESOCUPACIÓN


Diario de la desocupación
Página 12 - En torno a un poema de Borges




Poema a los Amigos

No puedo darte soluciones para todos los problemas de la vida, ni tengo respuesta para tus dudas o temores, pero puedo escucharte y compartirlo contigo.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro. Pero cuando me necesites estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces. Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías. tus triunfos y tus éxitos no son míos. pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No juzgo las decisiones que tomes en la vida. me limito a apoyarte a estimularte y a ayudarte si me lo pides.
No puedo trazarte límites dentro de los cuales debes actuar, Pero sí te ofrezco ese espacio necesario para crecer.
No puedo evitar tu sufrimiento cuando alguna pena te parta el corazón, Pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No puedo decirte quien eres ni quien deberías ser. Solamente puedo amarte como eres y ser tu amigo.
En estos días pensé en mis amigos y amigas, No estabas arriba, ni abajo ni en medio.
No encabezabas ni concluías la lista. No eras el número uno ni el número final.
Dormir feliz. Emanar vibraciones de amor. Saber que estamos aquí de paso. Mejorar las relaciones.
Aprovechar las oportunidades. Escuchar al corazón. Acreditar la vida.
Y tampoco tengo la pretensión de ser el primero el segundo o el tercero de tu lista.
Basta que me quieras como amigo. Gracias por serlo.

Jorge Luis Borges


Son muy pocas las personas que son capaces de cumplir con este precioso poema. De todo corazón he intentado hacer mías unas cuantas de éstas líneas. 
Yo, que se lo que es tirar la toalla cuando la amistad se convierte en desconsuelo, y aunque vivo agradecido a quienes me dieron su apoyo y soporte en momentos difíciles siento a veces que no puedo estar a la altura de lo que la sabiduría de Borges nos sugiere y lucho entonces, contra el fantasma, para no rendirme.
Confieso que en muchas ocasiones ha ganado mal el espectro de la decepción.
Ahora son menos las veces porque ya entendí con claridad lo que es realmente aceptar y a veces esto implica dejar ir, permitir y facilitar la experiencia para que las personas crezcan para evolucionar.
Ser amigo es recibir y entender tal cual, sin querernos cambiar.
Alguna vez hasta se han atrevido a sugerirme que no sea tan buena gente porque la gente piensa que ser bonachón es ser un gran tonto. Lo peor es que no me considero un sujeto con semejante virtud.
Mis hilachas en verdad son de lo más bravas y trabajo en silencio para iluminarlas y darles esperanza.
Lamento pues y desde aquí mi rendida excusa para todos aquellos a los que no podré satisfacer cambiando para encajar con su gusto.
Tampoco es que sea tan dramático y necesario el cambio.
Eso si, les digo que yo sería muy feliz de tenerlos como amigos, tal como son, bellos humanos perfectos de puro imperfectos.

H.D.P.

(Para Alma Libre que envió generosamente este poema a mi correo y para G. a quien espero ver en el futuro en su verdadera dimensión de ser de luz)

15.9.11

DIARIO DE LA DESOCUPACION


Diario de la desocupación
Página 11 - Dejando a los condenaditos


Es inevitable, que tarde o temprano, las personas que conocemos (que incluso amamos) se conviertan en personajes de ficción, en el esbozo de una actitud o en en el juego de una conducta. Me es duro reconocer que hago lo indecible por sacar a la gente de sus propias miserias, que con todas mis fallas y dudas, me las juego y les lanzo el salvavidas (lo que no debo hacer porque interrumpo su necesario aprendizaje y porque es como darle ambrosía a quienes desconocen el sentido de la exquisitez) y que al final tengo que recibir con la misma paciencia de los desengaños pasajeros resultados nada deseados para darle la bienvenida a la desilusión que me produce verlos irse tan ciegamente a la mismísima mierda. (Perdón por el francés)
Tal vez sea su trabajo tan sucio escarceo. Es su naturaleza. 
En estos últimos meses que preceden a mi separación conyugal, he tratado con diversos tipos de personas. 
En el caso de las mujeres, he clavado mi espada sin piedad sobre damas de años en declive (algunas muy bien conservadas) y sobre jovencitas cuyos senos parecen los de una madre rudimentaria. Y todo fue igual. Nada que crezca.
Porque -como canta el Joaquin- sólo los amores que matan nunca mueren. 
En el específico caso de Patricia (mi ex-esposa y la que fuera el gran amor de mi vida) ha terminado por ser una versión de Kathy Bates en Misery pero flaca (no por dietas bien estructuradas sino porque prefiere gastarse el dinero en ropa más que en su propia mejora como ser humano y de la cual he decidido divorciarme cuanto antes, porque lo último que quiere mi cuerpo ya muerto es que llore como boluda en mi muy feliz velorio) porque verla tan distinta me causa una tristeza del órdago, una lástima atroz, la sensación del fracaso absoluto y  una ausencia de brillo que causa pánico.
Y en el caso de otras mujeres que se acercaron a mis deseos (siempre enhiestos) sólo me queda pedirle a las jerarquías de allá arriba, que no las dejen autodestruirse tan mal, tan bobamente, tan pobremente aferradas a la nave del arribismo que les produce el creer que con un poco de dinero ganado con entrepiernas, van a dejar de ser algún día, inexorablemente las coristas de su propia tragedia.
De mis amigos del mismo genero hago mención en Jorge, brutalmente buen pata, y en Pedro, siempre lleno de una sabiduría impresionante y de otros como Luchito  que ha sabido ser el compañero que te escucha para decirte en silencio que no estas solo, que el clan te respalda y que la vida espera aún lo mejor de ti, de cada uno de nosotros, porque fuimos hechos para sacarle la máscara veneciana a una civilización ya bastante ajada. 
Citó a mi amigo: Abel Peralta Quiroz -que conecta mis bienes personales con los suyos en las setenteras ideas- y a la gente de izquierda con los que compartiremos siempre la próxima revolución de los verdaderos grandes cambios o la definitiva noche de los cuchillos largos que nos libere de tanta indiferente y gananciosa basura de la humanidad. 
He de seguir escribiendo la gran novela. Es mi trabajo. 
Lamento que pasen a la ficción mis musas de estos días. Pero ya no puedo seguir siendo su nano o niñero. 
Sorry, yo tengo que partir a otros continenetes cósmicos que me esperan hace más de veinte años. 
Tengo que dejar bien asegurado y protegido a mi hijo, el Gonza,  que tendrá que ser algo así como el Neo tranquilo y buenagente, de este nuevo triunfo de la raza en donde la matrix de los espejismos es una cosa del pasado que recreamos como si fuera -decía- la ficción que destroza la realidad para darle tu ansiada liberación. 

H.D.P.

31.8.11

DIARIO DE LA DESOCUPACIÓN



Diario de la desocupación
Página 10 -  Cerca de la revolución


"Cerca de la revolución, el pueblo pide sangre, cerca de la revolución yo estoy cantando esta canción que alguna vez fue hambre" 


Una de las actividades que ejecuto con gusto y con verdadera fruición, es la de asistir, las mañanas de los sábados, a las reuniones de un grupo organizado de la 
izquierda nacional.
Un colectivo de cuadros que analiza con dedicación la actualidad e interviene con firmeza y sacrificio en el pálido juego de cartas marcadas que constituye la incipiente actividad de la partidaria política peruana.
Deseoso de la disciplina, suspendí mis viernes de turca con vino, rosas y Joaquin Sabina y los cambie por la visualización casera de películas piratas, la lectura del semanario de los viernes y el acostarme temprano como deportista ejemplar. 
Eso me permite llegar puntual a la cita. Casi siempre primero con quince minutos de anticipación lo que me deja tiempo para intercambiar conceptos con personas fascinantes como el caballero que me vende el café y que además me obsequia totalmente gratis diez minutos de sabiduría en estado puro. 
Como en todo evento de esta naturaleza hay varios tipos de personas que debo presentarles en esta ocasión.   
Está, naturalmente, el innegable líder y Presidente del Comité. 
Ya algo tocado por el paso de los años y con la fama de sufrir de un mal carácter casi apocalíptico (por el que se exalta con facilidad dando golpes de puño sobre la mesa) y con el que defiende sus convicciones con suma vehemencia.
En verdad, en esa actitud radica su debilidad, ya que esas explosiones de ira deterioran su salud y lo hacen generarse distancias con sus propios amigos y también resplandece su fuerza absoluta porque esa maravillosa capacidad de indignación ante lo injusto lo convierten en una persona de amplia fibra moral e imbatible consecuencia en un país en donde lo que abunda son los tibios y los convenencieros. 
Cuando quiere, hace gala de una capacidad de estudio y trabajo sorprendente y hay semanas en la que me dejo ganar por la lucidez excepcional que pareciera emanar como un chorro de luz desde su frente calva. 
Es un tipo admirable. Es honesto. Y nadie puede dudar de su compromiso permanente con la causa de los desposeídos. 
Es el personaje -por méritos propios- de nuestra pequeña organización. 
Están también los militantes de base. Los que hace años se casaron por convicción de clase con el cambio. 
Son la gente del pueblo (que como bien decía el Facu Cabral, son los que le dan la personalidad al mundo en donde los ricos son iguales de insufribles en todas partes) la que asiste, trabaja, agita, hace escuela y no se deja seducir por alguna colocación en el aparato estatal, así no estén bien remunerados o vivan con estrechez económica. 
Son los que más admiro porque representan la semilla de la hermosa flor que nos depara el futuro. Y aunque no se dan cuenta de su real dimensión, en sus manos siempre esta la posibilidad de un mundo y de una vida mejor. 
Hay también intelectuales renombrados y profesionales prestigiosos que, como yo, cargan las muletas de los vicios de todo pequeño burgués, que quieren modificaciones drásticas y absolutas, y que por falta de convicción total no entienden ni clarifican como hacer la revolución para el pueblo por medio de ese mismo pueblo que necesita de su participación, entrega y sacrificio.
Son gente valiosa que aporta su conocimiento (en algunos casos casi enciclopédico) y que si llegase a prescindir de las comodidades de una buena posición y de las facilidades tecnológicas (como el blueberry por ejemplo) quizás acompañarían en su travesía a cualquier Javier Heraud de nuestros días. No dudo de que ellos son cuestión de tiempo.
Yo soy el que escucha. Soy de los que no hablan porque cree que es mejor que la gente tenga dudas sobre tu posible idiotez antes de que abras la boca y confirmes a rajatabla, que eres un perfecto idiota. 
Porque ando infectado con el bicho de la anarquía en medio de un feroz hedonismo y porque mis frases son letales como hamarticas y porque ya no me queda nada de nada en el pastillero de las medias tintas. Contradictorio y jodido.
Hasta ahora creo que el cambio es posible. Pero que todo esa posibilidad radica en que venga del corazón.
No soy un tipo de masas. Ni se lo que es hacer trabajo de bases. Y a veces soy capturado por mis propias conjuras, aquellas por las que abandono el mundo por completo, entregándome a muy feroces lecturas de novelas o largas sesiones de cine continuado, cuando no a escribir, artículos de variado tono insolente o poemas en los que dejo bien sentado que mi neurosis sigue ahí vivita y coleando. 
Pero por sobre todas las cosas me une con fuerza a estas personas mi incansable e inacabable esperanza de que podemos conseguir una sociedad equitativa con justicia social y un mundo en el cual no se le niegue a nadie la posibilidad de ser feliz, de crecer y evolucionar y de alcanzar la anhelada armonía y la conciencia tranquila. 
Mientras tanto seguiré, como canta Charly García, cerca de la revolución. 
Este sábado sin falta, camaradas. 


H.D.P.

19.8.11

DIARIO DE LA DESOCUPACIÓN

º

Diario de la desocupación
Página 9: Tortuosa relación con la ficción


Alguna vez la ficción tomó forma, cogió el celular y me llamó por teléfono. Como se dice, en el habla coloquial, me hizo el pare, en one. Me puso en mi sitio. Me cuadró. 
Estaba disgustada porque en mis avatares de pretencioso creativo me había permitido tomar un pequeñísimo retazo de su experiencia y transformarlo en un intento de reflexivo relato de corte dramático social. 
No tenía razón, porque si bien era cierto que ella había inspirado el cuento, éste se encontraba tan sazonado con historias vividas y/o escuchadas en cafés (como suele hacer Quentin Tarantino cuando escribe, en las paradas de camiones en las que pone atención a los diálogos de los conductores y al final los usa en la trama de sus guiones) que era una imagen, lejana y borrosa de lo que en verdad ella podría ser. Ella es una luz inapelable y no aquel esbozo. 
Lo que decía Mario Vargas LLosa del strip-tease pero en sentido inverso. Estaba más arropada que al comienzo.
Incluso anduvo molesta un tiempo hasta que se le pasó el fastidio y entendió que mi oficio (talento dice esa gente buenísima que es excesivamente generosa)  era incontrolable y algo auto-destructivo, que ando desalojando fantasmas, demonios y dragones que me causan hilachas personales por las que sufro y lloro como niñita. 
La creación decía Julio Ramón Ribeyro es una terapia que se convierte en hábito y después en vicio. Muy cierto.
Con el tiempo entendí (todos tenemos esta tarea pendiente) que como apuntaba sabiamente mi viejo (el último de los caballeros) lo mejor es crear o inventar una historia que brote desde los meandros de la mente, bañadita en esa agua rica de la inconsciencia; que ficcionar, desde el fisgoneo desconsiderado por la ventana de la experiencia ajena.
Con el tiempo, la ficción era tan real que compartíamos copas de vino blanco y música intercalada de Sabina y Sanz. Yo soy puro Joaquin y ella se sabe de memoria el repertorio de Alejandro (crápula poético y romántica incorregible)
Hicimos un afinado dúo en un esmerado karaoke con las vanidosas letras de Ricardo Arjona. 
Incluso, a veces, tiendo a engreirla cocinándole -sólo para verla sonreír- mis propios platos de autor, aquellos cuya receta juntan el amor y la creatividad, con los que ella queda siempre satisfecha y feliz. 
Mi relación con la ficción se volvió tortuosa porque ella me ha hecho sentir lo mas hermoso que esconde la terrible realidad que es la vida: Y es que no se pueden postergar los sueños cuando están por llegar, así tengan más de veinte años y vengan de alguna poesía que no se pueda recordar. 
He decidido mi amor, que nunca más seas ficción. 
Que nuestra historia sea tan secreta que ni siquiera he de señalarte con alguna letra que como mágica inicial juegue a poder identificarte. 
Esta nota es para ti y para mi. Sigamos en la aventura que nos depare el día.
Tu sabes cuanto te quiero.


H.D.P.

17.8.11

DIARIO DE LA DESOCUPACIÓN



Diario de la desocupación
Página 8 -  Marcas registradas


Aunque no me guste ser recurrente en ciertos temas, es necesario que escriba (algo repetitivamente) sobre mis idas y venidas en mi relación con mi ex-esposa P. ya que nuestro escarceo telefónico siempre deja en mi personal tintero, algunas pautas para mis notas sobre estas reflexiones que dibujo por las tardes. 
En la última conversación con ella pude percibir, a través de la línea, el profundo resentimiento que he dejado en la sala de sus recuerdos.  
Lo cual no no me quita el sueño porque hay cosas tan inexorables signadas en el tamiz del aprendizaje que me resulta imposible evitar la tarea. 
En nuestras relaciones personales los seres humanos somos torpes y reconocemos tarde los errores, aquellos detalles que se nos escapan por los cuales sin querer le terminamos jodiendo la vida precisamente a quienes mas queremos. 
La personalidad es un espacio grande y egoísta, ancho sin ser ajeno y darle mas espacio del debido genera tristezas y penas. Lo se ahora. Pellejo me ha costado y ha quedado como una cicatriz imborrable.  
He reconocido mis fallas. Trato de enmendarlas en esta nueva vida por la que doy mis primeros pasos. 
Pero no puedo aceptar ciertas cosas que no tienen nada que ver con mis errores pasados. 
Me dijo varias cosas injustas que voy a pasar a detallar:
Una de ellas es que yo la he lapidado. 
No cuento con tal poder, si lo tuviese no habría tanto canalla impune y armándome de una inusitada voluntad lo usaría para hacer de este mundo un lugar mejor. O quizás, al final, no sabría ni como utilizarlo.
A ella, que me dio su amor y la vida maravillosa que genero ese sentimiento (nuestro hijo) le alfombraría el camino con rosas para que sea enteramente feliz haciendo lo que quiera de su existencia. Lo juro.
Que no lo dude nadie. Dios lo sabe y lo manifiesto siendo generoso y permisivo hasta con sus brutales excesos verbales (que provocarían que la distancia física sea también muda) pero que no levantará en mi conciencia ningún demonio de la ira, ni menos algún fantasma del rencor, o la maldición del hechizo de las eternas rencillas.
Me ha dicho también -con ese talante de orate vindicativa e equivocada- que por mi culpa no tiene un negocio propio, ya que estoy listado en Indecopi (que es una institución que se ocupa de los derechos intelectuales naturales o jurídicos) y que por nuestra relación contractual legal (separación sin inicio de trámites por falta de recursos) yo la perjudico, manteniendola en el estado de trabajadora dependiente. cuando ella quiere ser una autogestionaria comerciante.
Quiero entender que por su obvio nerviosismo se ha confundido con Infocorp, entidad que informa sobre la bondad de nuestro crédito (de la cual confieso ser miembro honorario por años, al lado morosos celebres como Primeros Ministros o empresarios monopólicos) y que en el fondo es un razonamiento absurdo porque si cuentas con buenos ingresos o te respalda una cuenta bancaria afortunada y obesa, los bancos te prestan y te esquilman porque reúnes las condiciones imprescindibles para que te conviertan en su próxima víctima y nueva clienta. 
No repara P. que mi situación financiera fue compartida con ella y que lo mucho o lo poco que hice de dinero  lo gaste con ella, y por nosotros y que jamás le ofrecí hacerme rico de solemnidad porque si hay algo que me interesa una buena mierda (discúlpenme el francés) es el dinero, que es como una droga maldita que cuando más tienes, más la quieres.
El dinero cuesta más que los números que le pintan encima a los billetes o que le graban a las monedas.
El circulante o el metálico puede darte una aparente tranquilidad, una falsa paz, comprar cachivaches o pagar servicios, pero es un instrumento que te cuesta sangre y libertad aprender a manejar para que te lleve hacia el bien fundamental que es la irreversible felicidad que se construye por momentos y que en el fondo poco tiene que ver con lo que te encadene a materialismos vulgares que te hacen frío, codicioso, sinvergüenza y siempre vacío. 
Hubiera preferido que en su hablar atropellado no hubiese derrapado y que mi nombre estuviese registrado en Indecopi. Sino con un par de libros,  al menos con la marca registrada que he tenido que heredarle y que es la que identifica su total decepción. Soy el logo marketeado de su desencanto. 
El mundo la hará fuerte a su debido tiempo y en el futuro podrá cruzar dos palabras conmigo sin necesidad de saltarme a la yugular de la conciencia y yo -que no sufro por ausencias femeninas- ya me acostumbré a los cajones vacíos de sus pertenencias pero llenos en mi mente de bonitas reminiscencias, las  que me hacen imposible tenerle mala fe, de expectativas personales radiantes,  aunque ella crea que puede ser una bruja agitándose en lanzarme conjuros y pócimas, mientras que el manto de las hadas que se me ha concedido por estos días, me protege con una mirada casi como de atardecer estival y sonrisas que son un oleaje de ternura. 
Recuerda P. el aprendizaje con dureza te hace mejor. 
Dame las gracias cuando puedas aceptarlo y liberarte. 


H.D.P.

31.7.11

DIARIO DE LA DESOCUPACIÓN



Diario de la desocupación
Página 7: Retrato de una reflexión

Soy de los que no escarmientan con facilidad. A menudo, tropiezo con la misma piedra.
Me equivoco al crédito y mis culpas las pago al contado.
Como la mayoría de seres humanos fui hecho de miseria y bajos instintos porque ellos se anteponen a la conciencia, al espíritu; a la necesaria evolución que nos acerca a la posibilidad del amor y del equilibrio, o al menos del equilibrio en el amor al que se aspira buscando una mirada que nos refleje al caer la tarde. 
Me doy cuenta (digo esto como si me liberara de un secreto que me atormenta) que puedo ser bastante dañino en mis obsesiones. Que casi siempre vivo al compás del remordimiento que me produce la insensatez. Que sin ser un mal tipo puedo ser atrapado por una ira feroz que me hace decir cosas hirientes y devastadoras, de las que me arrepiento después.
Que pegarlas de sabiondo te hace parecer petulante y que eso te distancia de los otros.
Y que estoy como estoy por mis propias decisiones. Por que me ganaron la pulseada, el aburrimiento cotidiano y el acre sinsabor de la rutina. Porque no supe, ni se, valorar lo que tengo: las maravillosas claves que se me entregaron en forma de sonrisas.
Y porque el único camino que conozco y que puedo atravesar (y que debo cruzar si deseo encontrar mi propia respuesta) es oscuro y soledoso, con una pequeña lucecita en el fondo (se ve lejos, pero la distingo) que pareciera ser mi inexorable destino, el cual elegí una noche en que mi ser desvariaba en el cielo de las cosas locas. Es cuando somos capaces de proponernos realizar las doce tareas de Hércules.
Nada es gratis (apunten, amigos de la rápida desilusión) lo que es verdadero, cuesta lágrimas de sangre y  pedazos del alma. Ni días ni años, poco menos que centurias.
La vida con discernimiento, te cobrará tus días y sobre todo tus noches.
Dormirás con la Soledad entre tus brazos y despertarás acompañado de la Autocompasión (como cuenta Elizabeth Gilbert en su novela).
Jugarás a los dados por la posibilidad de sucumbir entregando tus musas más tiernas y más puras a las galeras de la nave de los Vicios, atraído por el fuego de la autodestrucción.
Y si te repones -te reconstruyes un poco a las patadas- podrás acercarte al espejo y verte por primera vez, como lo que eres, como lo que nunca dejaste de ser mientras andabas dormido (pero de parranda) en este sueño que nos pintan como si fuera una extraordinaria realidad cuando nada en el mundo es real según canta Fito Páez.
¿Hubiera preferido la ignorancia que casi es la dicha? Definitivamente no.
Soy mi propósito. Soy mi lista de deberes y tareas pendientes. Soy mi meta. Yo soy.
No se puede negar el concepto que te define y te explica, así eso te convierta en uno de esos sujetos que -como decía- no aprenden fácilmente la lección. Remember now?

H.D.P.

22.7.11

DIARIO DE LA DESOCUPACIÓN


Diario de la desocupación
Página 6: Los adioses de mis fantasmas

Aunque (mi) la página suelta de éste diario (que aparece como referencia en este blog) es un texto muy bien logrado y casi redondo, con cierta cercanía al Bienvenido Bob de Onetti, (como bien señaló mi primo Alfredo Portal) creo que hay un aroma escondido en el mismo, que impregna el ambiente con un poco de mi desilusión personal.
Pero desde que lo escribí empecé sin querer a reconciliarme conmigo mismo para poder más tarde limar unas muy duras asperezas con un evidentemente enfuruñado entorno.
Me recuerdo en una de mis tantas noches insomnes sin poder concentrarme frente a la película que veía, que por lo demás era una comedieta bastante ligera.
Entonces recordé alguna lección de mi ahora lejano Sensei de metafísica, el flaco G.C. sobre el inconciente colectivo y la posibilidad de una comunicación diferente con la esencia extraordinaria de cada ser.
Prendí un cigarro y convoqué (suena loquísimo, pero lo hice) a las entidades que habitaban en los cuerpos de mi ex-mujer y su familia y esgrimí con mis mejores palabras, el pañuelo blanco de la paz.
Hubo algunas resistencias, (a veces los resentimientos ajenos pueden ser muy fuertes pese a estar basados en boberas que a menudo sirven únicamente para justificar nuestras mas odiosas bellaquerías) pero al final me invadió una tranquilidad extraña y un cansancio que me durmió por más de diez horas.
Al día siguiente fue otro hombre el que se levantó de la cama y fue también otro el que pudo mirarse en el espejo y reconocer que tras las hilachas (esas que el desencanto cultiva con un dañino entusiasmo) estaba el mismo tipo de siempre.
Aquel que tenía una visión distinta de las cosas, el que gustaba del cine con pasión, el que leía sin parar y que escribía sin ambages y al que la vida feliz le daba tanta coba que parecía gozar de alguna celestial consideración. Entonces volví.
Primero recuperé mi verdadera identidad. Luego la forma se fue amoldando a su correspondencia. Y ahora en definitiva soy mas el de antes del paréntesis que me tocó trazar en la cotidianidad  (Todos hacemos un paréntesis en los anhelos que guardamos, como un secreto tesoro, para amoldarnos al momento que afrontamos y sin darnos cuenta nos convertimos en una expresión de conducta encerrada entre símbolos gramaticales)
La amargura se fue haciendo música por las cañerías. Me hice de pequeñas disciplinas que pude cumplir y me encontré pensando en diferente sintonía que unas semanas atrás.
Debo reconocer que se encargaron de mandarme instrucciones por interpósitas personas. Amigos que me dieron claridad con sus palabras precisas como Pedro, Jorge, Iván, Alma, Gianna, mi prima Rocío (mi hermana) y mi hijo Gonzalo (que es un sabio de verdad) que hace justificable y hasta buena, cualquier pellejería que se me cruce en el día a día, a lo largo de mil caminos que recorro con absoluta confianza en el destino.
Le debo parte importante de esta esmerada recuperación a Lito Nebbia, Joan Manuel Serrat, Fito Páez, Andrés Calamaro y en especial a mi propio eco personal, Joaquín Sabina.
Mi soledad sabe de los buenos dúos que hemos compartido entre vinos y rosas. Yo no quiero contigo, ni sin ti es mi voz.
Gracias también a Juan José Campanella por el cine que hace. Gracias Ricardo Darin por interpretarlo tan bien y por putear con tanta clase. Gracias, películas piratas.
No me he olvidado de ti. Tú sabes que no voy a poner ni las iniciales de tu nombre. Cada día te respeto más (ya te lo he dicho) y en tu presencia a cada momento comprendo que las tareas que uno pospone, evade, evita o cabrea, suelen regresar con inusitada fuerza para hacer pedazos el inventario de la experiencia, y sacudirte con una sonrisa, estremecerte con una mirada, matarte con una entrega, y  al final devolverte a la existencia en la que con equilibrio suspiras y le das los adioses a los fantasmas.
H.D.P.

19.7.11

DIARIO DE LA DESOCUPACIÓN-PÁGINA SUELTA


Diario de la desocupación
Yo soy (a la fuente no le interesa tu sed, le importa la razón de la misma)

"Y entonces me dije: chan-chán. Se acabo el tango. La vida tiene que seguir."
(El hijo de la novia)


La semana pasada, de regreso a mi casa, en el mismo focking carro de siempre y con los mismos focking proletarios de siempre, tuve una visión o como decimos los iluminados medio malcriados: una puta epifanía.
En una esquina, primer paradero entre la Av Bolivar y la Universitaria, esperando el transporte público -seguramente- divisé a mi ex-cuñado, J.C. en el medio del tumulto de los laburantes y otros tan anónimos como el.
Lo observé y comprendí que estaba mas viejo (aunque igual de extraño) y me sentí sacudido por la sensación que decía que la dictadura de la vejez nos estaba acechando sin piedad. Siempre pienso en esas cosas cuando veo gente al tiempo. Me parece como una idea reflejo: cuando veo a alguien que la vida se ha encargado de dar con palo y finalmente cagar, yo -solidario- me estremezco.
Recorde también algunos momentos compartidos. Las trancas de vodka con néctar de piña (que yo pagaba naturalmente) y los porritos de marihuana (que el compraba generosamente) en la mezcla fatal por la que terminabamos hablando de metafísica en onanistas analogías con la Guerra de las Galaxias: "Como puedes volar el Halcón Milenario de Han Solo si no puedes ni con una pequeña nave caza" es una de esas frases que me genera un desatado buen humor y un inigualable estado de ánimo, como un oleaje de sonrisas.
Un día en el juego de la inconciencia casi terminamos todos en la Estrella de la muerte y los muy cobardes, el y su hermana, P, mi ex-compañera, dejaron que yo cargue la culpa para proteger sus bastante pequeñas y endebles enterezas.
Hoy lo puedo contar, a la distancia, con cierta alegría e indiferencia, porque todo aquello que no me fue, ni me es, ni me será, afín de verdad, porque ha querido el tiempo, que la evolución y la involución, que nuestras dramaticas metamorfosis personales nos separen en definitivo (y para lo que les quede de vida, en las nimias expectativas de conocimiento que nos queden) nos revelan que juntos jamas fuimos hechos para nada que sea realmente expectácular.
Que nuestra misión fue procrear el hijo extraordinario que tenemos y que -la sabiduría de la jerarquía celestial- ha convertido en un ser maravilloso dotado de la una belleza espiritual y personal, ahora inalcanzable para la obscuridad de su progenitora y la de su parentela en su entorno. Es una lástima. Pero es y uno debe saber aceptar estas cosas y a estos seres para liberarlos.
Mi homenaje a ellos será éste acto de silenciosa aceptación por el cual los libero, les abro la puerta final para que -en otra vida quizás- sean luz.
Ni siquiera voy a responder la mezquindad de la que hace gala P cuando pretende provocarme alguna molestia tratando de criticarme vanamente (lo que para ella debe ser como una especie de justificación barata ante el clan) y de ahora en adelante sólo rebatiré sus agravios recordando en silencio, algún momento en que trascendieron su limitación natural y genética y fueron por breves instantes ligeramente buenos, cordiales, llevaderos.
Como seres humanos sabemos que cuando partimos a nuestra realización personal o cuando volvemos al monte en busca del pasado (en el que encontramos amigas quebrantadas por una vejez fatua o amigos a los que traicionamos sin asco con la primera billetera con plata que se nos cruzó por el camino) nos espera algo así como la pelea definitiva, brutal, en la lluvia, entre Neo y el agente Smith en la reveladora Matrix Revolutions.
Esa búsqueda se llama tentativa de redención y es válida cuando es sincera.
Invoco -para el propio beneficio, de quien lea estas líneas- una atrevida y final mirada al espejo. Eso somos. Más lo de adentro. Menuda chamba nos espera.
Buen a viaje a todos. Chan-chán.
H.D.P.

13 Abril 2011