23.6.15

DIARIO DE LA DESOCUPACION



Diario de la desocupación. Página 44.
Matrimonios productivos.
En la -vasta o escasa experiencia- que he adquirido he podido determinar que el éxito de los hombres ( mediocres y brillantes) esta respaldado por su propia voluntad y por la presencia de una mujer que es una especie de pilar de fortaleza.
Tengo condiscípulos meridiana-mente inteligentes que han sabido sumarle a su talento, la fuerza y disciplina organizativa de una mujer, algo parecido a lo de Mario Vargas Llosa cuyas mujeres, ( la Sra Urquidi y su prima la Sra Llosa) dieron la dirección adecuada al obvio talento de Mario llevándolo al star system mundial.
En otros, no tan favorecidos por luces, siempre medio zafios, poco cultivados, sin un libro leído en el haber, sino por el desarrollo de la hendidura occipital de la obediencia y sumisión he distinguido la fuerza de la mujer laburante, que los aupó sobre sus espaldas para hacerlos llegar a ese limite material de los caballeros que bajan la cabeza y embisten: casa, autos, lujos -juguetes al fin y al cabo- que una poderosa madre (y a la vez mujer) logra que el domesticado animal conquiste.
No hablo de los bragueteros. esa es una raza aparte y con fecha de vencimiento.
El casarse con una mujer rica no te saca del segundo plano al que regresas tarde o temprano, a través de la búsqueda de una piel mas joven o del expediente del licor o de las drogas o de la amargura que los alimenta.
Espero que nadie se sienta tocado por este comentario, después de todo yo soy el que proclamo el derecho de cada quien a la libertad del estilo que escoja para matar sus demonios o sus pulgas. Algunos las empiezan a matar de verdes viejos.
Y aunque me resulten patéticos, soy incapaz de señalarlos mas allá de su sueño.
Para eso recurren al paquete de las amigas antiguas, esas damas ajadas que a falta de un amor por amor o por fortuna se emputecen por algunas horas de libre albedrío, un viaje al interior, una joya no muy pretenciosa o quizás un poco de atención entre tanta garúa de soledad.
Yo soy el único culpable de lo que tengo y de lo que me falta pero nunca reniego de los años de placer extremo que me llevaron a esta especie de camino de santidad en donde ando -tentado por el deseo disfrazado de sublimaciones- pero con la conciencia tranquila de quien sabe que hizo lo que tenía que hacer.
Porque hasta para auto joderse y suicidarse hay que tener algo de clase.

23.4.15

LA INEXORABLE BREVEDAD DE LO ETERNO


Capítulo 1
Milagritos y Pepelucho.
Miró al espejo que flotaba en el techo de la habitación, la que le pareció un cubo lleno de reflejos. Tendido en la cama pensó que se podía afeitar, esa barba de náufrago de dos días, echado. Sonrío con una hilaridad ahogada.
Con las manos (como examinando texturas) recorrió los pies de Milagritos.
Con la mirada seguía sus piernas, sus muslos, su cadera generosa, sus pulposas nalgas, y con ella misma, conducía la exploración sus manos (apoyándose en lo que observaba en el espejo del cielo raso) así, intentaban, llegar al ojo ciego femenino lubricado por el placer.
Conocí a Pepelucho de niño, yo le llevo unos 8 años, en esa época yo tendría quizás veinte años y el doce, era un gordito de mirada extraviada, el cabello cortado al ras como una pequeña mata de hierba levantándose al sol, y mientras su tío Jorge lo llamaba para darle una propina, el, incansable y pausado, pateaba la llanta del poderoso Oldsmobile 78 estacionado en la puerta de la casa de su abuela.
Toma Lucho, le dijo su tío y ven a ver como meto un tacle asesino, ofreció.
Jorge bajo del poderoso Oldsmobile 78 y tomando distancia de una pared, pego un salto, golpeándola con la pierna derecha; que hizo que el muro se remeciera como si se fuera a caer, lo que Pepelucho observaba como seducido sin importarle si le caían encima, algunos ladrillos que se desprendieron desde arriba. Lucía como hipnotizado, con la boca abierta y el billete de veinte soles en la mano.
Milagritos rió de la anécdota, con un gesto coqueto mientras buscaba la entrepierna de Javier con sus pies. Comenzó a provocar una inmediata erección.
Animado por el juego, Javier se colocó a la cabecera y beso los labios gruesos, mordió los lóbulos de las orejas y trato de encajar concavidades y convexidades.
Milagritos correspondió el gesto, se colocó de lado y susurro, como desgarrando el silencio caliente de la tarde, ¿quieres hacérmelo por atrás?
De la novela "La inexorable brevedad de lo eterno"
Parte 1 Otredad de mí

3.3.15

LA MEJOR FORMA DE ESCRIBIR UNA DISCULPA


DIARIO DE LA DESOCUPACIÓN-
Pagina 32 - LAS DISCULPAS DEL POETA

Para quien suele vivir en estado de equivocación el asunto es muy sencillo, el solo acto de pensar (mal o bien) trae implícita la disculpa, osea ya esta en el paquete. 
No es que nos neguemos a aceptar errores (vivimos del y en el error) Es mas,  un escritor tiene suerte si no tiene que disculparse, la disculpa es el acto de destruir lo que hayamos escrito. 
Publicable o no, no hay forma de dar marcha atrás, solo el borrador, o la opción eliminar la publicación nos permite unos segundos de impunidad. De una falsa impunidad. 
Juzgados somos todos, los juicios son pesados como los parpados del poema de Benedetti (pesados como juicios) 
En una sociedad en donde no hay responsables por las cosas graves que conlleva el sistema, es patético y hasta ridículo pedir satisfacciones por opiniones que suenen vulgarmente machistas y tienen como referente un nombre. 
La generalidad no entra en esta categoría, y lo que se juzga no es el que sino el como, no es el fondo sino la forma. Y eso de viene de escalas valorativas distintas.
Es lo mismo decir, la señorita fulana tiene un hermoso derriere que escribir que tiene un rabo hermoso, hay una distancia de afeminamiento y huachafería y por el otro lado, de soecidad. 
Discúlpame, dice el poema de Cohen, si no me enamore de tu espíritu o de tu conversación. 
Caí rendido a tus pies cuando pude ver tu hermoso trasero. 
Algo así comente y he provocado las santas iras de las damas en base de cincuenta, que hasta han amenazado con no participar en los divertimentos grupales sino se me excluye de los mismos. 
No creo que se refieran a generalidades porque eso si sería de cuerdo de atar, de las que no me imagino siquiera buscando reparar en meditarlas. Tendría que andar esquivando a la gente por las calles. 
Los poetas nos disculpamos con un verso, y con eliminar lo escrito que es algo así como arrancarse el tiramisú de limón del cuerpo, pero si resulta tan importante, invierto en dos palabras: mil disculpas. 
En cuanto a las reuniones, descuiden , tengo prohibido por el medico (al que no hago caso) la ingesta de bebestibles espirituosos, y muchas cosas pendientes por lo que tengo pensado deprivar de mi augusta y enaltecedora presencia a mis condiscípulos del setenta y seis. Sin resentimientos.
La verdad es que tampoco me inspiran cosas nuevas. Uno siempre quiere mas a alguien, que a otro, son cosas irremediables de estas inconsciencias de la afinidad.
Por lo demás, salvo un par de buenas conversaciones, yo tampoco soy de los que dan mucho.
Amo mi soledad, me auto margino por vocación y si en este país no se es resentido social entonces se es un vano, un esnobista y un tonto. Definiciones en las que no pienso aterrizar. 
Dicho lo dicho y sin mas posibilidades de redención dejo estas líneas para quien se interese en leerlas, para que sepa que tras esta mascara Hipster, hay un ser que peca de resacas al escribir. 
Paz y amor como en los idos setenta. 
HDP

2.2.15

LA INEXORABLE BREVEDAD DE LO ETERNO

FLASBACK




Mientras el vehículo de transporte público se desplaza a trotes, deteniéndose, a cada instante, a recoger pasajeros en cualquier lado, miro mi reloj y maldigo: nuevamente tarde en el focking trabajo, ¿a qué hora debo de salir de mi casa para lograr esa virtud cretina que es la puntualidad?
El chofer abre su periódico populachero y lo revisa en todos los semaforos en que se detiene, pareciera estar leyendo "Cien años de soledad" en su aparente pero disipada concentración, y tan solo se esta regocijando, como un simio exarcebado, en los amplios cuartos traseros de la malcriada (una desconocida muchacha que no ha dudado en ajustar el orto en busca de la fama momentánea) que le otorga la contra caratula colorinche. De ahí a putear por 100 dólares solo hay un paso, un caficho y una desverguenza. Y una historia interminable que se repite contra quienes los dioses castigan con el magnetismo animal de los kavorkas.
Pienso, sin tristeza: Veinte años de matrimonio para terminar odiando a quien pretendió anularme (con mi complicidad) y convertirme en lo que el mundo cree que soy, un dejado, un talento desperdiciado, en el mejor de los casos, un pringado como dirían en España.
Cuando llego a mi oficina comprendo mas a Bukowski, alguna veces yo también entierro mis odios en whisky. Esta celda con computadora y vista a las secretarias mustías es mi costo de esclavo liberto. Es el tiempo en que debería estar leyendo y siendo feliz, un poco a mi manera cambiado por monedas, por servicios, por unos tragos y un par de buenos polvos a la semana.
Sin embargo, lo invierto en hacer un trabajo fácil, leer un poco de información (la que el monopolio mediático me permite) y decidir, sin lisonjas, que tanta arrogancia, si bien me hace antipático (casi como estigmatizado por los zafios de siempre), es la única forma de ser libre que conozco. Y de joder al sistema.
La vida es linda pero para mi esta llena de ascos disticosos.
La política venal, la ignorancia atrevida, el desmadre de la corrupción, que no pueden quitarte nada de lo que has conseguido porque en el fondo nunca tuviste nada real, nada que no sea la vanidad de un ego maniatico, el deseo de un animal en celo y miles de maestros convertidos en voces interiores que rescatas de algún lugar de tu memoria.
Esta es la historia de personas unidas por un hilo común, como aquel de color rojo y nudos pequeños, que cuentan los chinos nos une a todos, y es también mi último intento.
Estoy harto y mas aun, harto de estar harto de estar harto, de estar harto, de estar harto...