23.4.15

LA INEXORABLE BREVEDAD DE LO ETERNO


Capítulo 1
Milagritos y Pepelucho.
Miró al espejo que flotaba en el techo de la habitación, la que le pareció un cubo lleno de reflejos. Tendido en la cama pensó que se podía afeitar, esa barba de náufrago de dos días, echado. Sonrío con una hilaridad ahogada.
Con las manos (como examinando texturas) recorrió los pies de Milagritos.
Con la mirada seguía sus piernas, sus muslos, su cadera generosa, sus pulposas nalgas, y con ella misma, conducía la exploración sus manos (apoyándose en lo que observaba en el espejo del cielo raso) así, intentaban, llegar al ojo ciego femenino lubricado por el placer.
Conocí a Pepelucho de niño, yo le llevo unos 8 años, en esa época yo tendría quizás veinte años y el doce, era un gordito de mirada extraviada, el cabello cortado al ras como una pequeña mata de hierba levantándose al sol, y mientras su tío Jorge lo llamaba para darle una propina, el, incansable y pausado, pateaba la llanta del poderoso Oldsmobile 78 estacionado en la puerta de la casa de su abuela.
Toma Lucho, le dijo su tío y ven a ver como meto un tacle asesino, ofreció.
Jorge bajo del poderoso Oldsmobile 78 y tomando distancia de una pared, pego un salto, golpeándola con la pierna derecha; que hizo que el muro se remeciera como si se fuera a caer, lo que Pepelucho observaba como seducido sin importarle si le caían encima, algunos ladrillos que se desprendieron desde arriba. Lucía como hipnotizado, con la boca abierta y el billete de veinte soles en la mano.
Milagritos rió de la anécdota, con un gesto coqueto mientras buscaba la entrepierna de Javier con sus pies. Comenzó a provocar una inmediata erección.
Animado por el juego, Javier se colocó a la cabecera y beso los labios gruesos, mordió los lóbulos de las orejas y trato de encajar concavidades y convexidades.
Milagritos correspondió el gesto, se colocó de lado y susurro, como desgarrando el silencio caliente de la tarde, ¿quieres hacérmelo por atrás?
De la novela "La inexorable brevedad de lo eterno"
Parte 1 Otredad de mí