La soledad sexual por Fernando Maestre (*)
En un mundo donde el éxito de las personas consiste en consumir todo aquello que le ponen en frente, la sexualidad no se libra de dicha tentación, al punto de que todo aquel que tiene repetidas experiencias sexuales se considera 'un hombre de éxito'. El problema aparece cuando deja de tener ese 'éxito sexual' y cae en un estado de ánimo donde siente que se ahoga en la soledad por no tener una persona para tener relaciones sexuales.
Los que tienen este tipo de sensibilidad buscarán la salida de esta sobrecarga erótica de múltiples maneras. Algunas creativas y otras más destructivas. Pero lo cierto es que, en el tipo de solución que se elija, quedará inscrita la personalidad que tienen, los recursos de imaginación, la capacidad de su adaptación a una sociedad que impone el consumo, evidenciándose lo sensibles que son al miedo de sentir la presión sexual que los agobia.
Una de las primeras soluciones que se elige consiste en crear un vínculo fijo con una amante, pero el alivio inicial que estos encuentros sexuales producen da paso a la adaptación y expectativa de uno de ellos que, presión de por medio, insistirá en formalizar la relación, con lo cual el remedio resultó peor que la enfermedad pues, ahora, el seguir teniendo relaciones sexuales dependerá de someterse a un matrimonio o vínculo permanente.
Algunos otros deciden buscar vínculos de tránsito para poder superar la tensión sexual. Pero la euforia erótica inicial desaparece pronto pues el coito sin amor sólo deja vacío.
Las personas más elaboradas suelen encontrar en la sublimación un refugio interesante. Esta sublimación es una defensa saludable que consiste en que la persona decide dejar de lado la erotización y los impulsos carnales, para convertir su sexualidad en intenciones sociales, culturales, artísticas deportivas o científicas, y ahí depositan toda la fuerza sexual.
Pese a que esta práctica sublimatoria suele dar prolongados gratos momentos, hay muchos que no logran organizar una función sublimada adecuada debido a que esto se logra mediante un aprendizaje que viene desde la infancia.
Pero también hay quienes se quedan trabados en la idea fija que les anuncia que ya "son muchos días sin sexo". Así, surge la masturbación, la cual es usada como un recurso "menos problemático", pero que, a la larga, terminará alejando a la persona de los vínculos sociales y de la posibilidad de un encuentro de pareja más saludable. Ni la prostitución ni el sexo al paso ni una amante o la masturbación resuelven el problema de aquel que no ha desarrollado el adecuado manejo de su vida sin tener la capacidad de no desesperarse si tiene que pasar unos días de silencio sexual. Lo único que puede calmar estos estados son la sublimación ya descrita, el aumento de la vida social y cultural y, finalmente, llegar a comprender que lo que importa es amar distintas cosas de la vida sin esperar ser amado inmediatamente.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21
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