Crónicas de viaje (2) por Guillermo Giacosa (*)
Comentaba en la última nota que las conversaciones tenidas con varios trabajadores chilenos confirmaban mi visión de ese país. Datos leídos durante el viaje avalan científicamente mis impresiones.
Leamos lo que nos dice el especialista Cademarttori: "El coeficiente de Gini, que mide el grado de desigualdad en la distribución, ha confirmado que Chile es uno de los países con mayor desigualdad del mundo. Siendo este indicador, en 2005, de 0.54, resulta ser harto más negativo que en Europa, Asia u Oceanía. Entre 124 países estudiados, Chile figura en el lugar 113, o sea, entre los 11 peores del mundo. Por otro lado, afirmar que la magnitud de las inequidades ha sido siempre invariable a lo largo de nuestra historia, es falso. La evolución del coeficiente de Gini revela que el grado de inequidad ha tenido fuertes variaciones en los últimos cincuenta años. Depende esencialmente de las políticas de los gobiernos. Fue moderado en años de Ibáñez y de Frei padre, se logró el mejor resultado durante Allende, alcanzó los peores niveles durante la dictadura y se ha mantenido muy negativo en todos los años de la concertación (según el Departamento de Economía, Universidad de Chile)".
Sigue Cademarttori: "Otro indicador significativo es la relación entre el ingreso por persona del 10% más opulento de la población y el 10% más desprovisto. Hay que tener en cuenta que las entradas de los más ricos están subestimadas porque no declaran sus verdaderas rentas. Igual, en 2006, la relación por familia entre uno y otro extremo fue de 31 veces y, por persona, de 53 veces. Hay más. Si se excluyera el décimo más rico y se considerara solo al 90% restante, la distribución sería mucho más pareja, menos concentrada".
El resultado es más impactante si se compara el 5% más rico con el 5% más pobre: "Entre 1990 y 2005 la distancia entre unos y otros se alargó de 110 a 220 veces. Esta polarización no tiene que ver con trabajo o sacrificios, ni con talentos naturales. Tiene que ver con monopolios, instituciones económicas y poder político coludidos para implantar las leyes que más les convengan. ¿Cómo se reparte la nueva riqueza? La acumulación del capital se concentra en el 1% de la población -160 mil personas- constituida por los multimillonarios, sus asociados y asesores. Se trata de unas 40 mil familias, cifra insignificante en comparación con los 4 millones de familias chilenas. Las cifras indican que esa privilegiada minoría es la que más ha aprovechado del crecimiento económico de los últimos dos decenios y especialmente en los últimos años, generando una distribución que los obispos católicos calificaron de 'escandalosa'".
Otro dato alucinante nos dice: "La privatización no se detiene ante desiertos y montañas. Dos tercios del territorio nacional son ahora propiedad privada. Están identificados 114 grupos económicos controladores de sociedades anónimas, que son los que concentran los mayores patrimonios. Existen unas 1,200 megaempresas que facturan el 63% de las ventas de todos los mercados". Nos preguntamos: ¿Es ese el ideal a seguir?
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21
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