25.1.08

ANESTESICA AMBICION





La sociedad anónima borra las culpas sin droga* por Guillermo Giacosa (*)
Ayer citábamos la nota de Gelman sobre la droga que elimina o aminora la culpa. En ese mismo artículo, el autor comenta las afirmaciones del teniente coronel Peter Kilner, quien es profesor de filosofía y ética en West Point.
Dice este uniformado: "El entrenamiento militar moderno condiciona a los soldados para que reaccionen ante los estímulos. Esto maximiza su capacidad letal, desbordando toda autonomía moral. Se los condiciona para que actúen sin considerar las repercusiones morales de sus acciones, se los torna capaces de matar sin tomar la decisión consciente de hacerlo. Si no pueden justificar ante sí mismos el acto de matar a otro ser humano, probable y comprensiblemente, se sentirán muy culpables y esto se manifestará en el denominado estrés postraumático y dañará la vida de miles de hombres que cumplieron su deber en el frente". Gelman se pregunta con justificada ironía: "¿Cómo definirá la ética Kilner en sus clases?".
Desde luego, en una guerra las órdenes se cumplen y no se discuten, pero que en EE.UU., que ha cultivado el más exacerbado individualismo que se pueda concebir, se hable tan ligeramente de desbordar la autonomía moral de una persona - sea este militar o civil, poco importa-se me antoja una aberración incalificable. Aberración que, por supuesto, la prensa omitirá calificar pues, de un modo u otro, contribuye a afianzar el mundo donde sus intereses prosperan. El Propanolol, la droga que anestesia la culpa, se ve potenciada por una sociedad donde la consideración al ser humano está muy por debajo de la consideración que recibe el dinero. Seguramente nunca tomaron Propanolol las bestias de la empresa Halliburton que, en octubre de 2006, cuando murieron 3,709 civiles iraquíes, exclamaron eufóricos: "Irak fue mejor de lo que esperábamos". ¡Cómo quejarse cuando a tu empresa esa guerra le ha generado 20,000 millones de dólares de ganancias! Por sensible que sea un accionista no podrá evitar una sonrisa y, sin necesidad de recurrir a la droga 'mataculpas', no pensará con cuanta sangre esta manchado el dinero que le permitirá cambiar el carro, hacer un crucero o mudarse a una casa más lujosa. Hablo de los accionistas, no ya de los directivos pues ellos han sido parte del plan maestro que los llevó a invadir un país que no solo no tenía armas de destrucción masiva, ni había participado de los sucesos del 11 de setiembre sino que, además, no era considerado un peligro por sus propios vecinos.
Otro ejemplo de ese menosprecio por el ser humano fue la euforia que la desgracia ocasionada por el huracán Katrina despertó entre los empresarios de la construcción. Un legislador expresó este entusiasmo así: "Por fin hemos limpiado Nueva Orleans de los pisos de protección oficial. Nosotros no podíamos hacerlo pero Dios sí." Otro empresario afirmó: "Creo que por fin hemos pasado la página y en esta página en blanco tenemos grandes oportunidades". La página en blanco eran miles de desheredados que lo perdieron todo y que aún no han sido resarcidos.
*Desde Rosario, Argentina
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

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