Si Obama se atreviera
por César Hildebrand (*)
¿Quién es Barak Obama, el probable próximo presidente de los Estados Unidos? Dicen que es el Kennedy del nuevo siglo. Yo digo que ojalá no lo sea. Kennedy terminó sobrepasado por lo más oscuro del Pentágono y ordenando la invasión de Cuba, lo que arrastraría al mundo, meses después, a la crisis de los misiles y a la inminencia de la guerra nuclear.Dicen que sería un gran cambio en la política exterior norteamericana. Me pregunto si un gran cambio consiste en llamar “Estados parias” a Irán, Siria, Cuba y Venezuela. Y esos son los términos que emplea Obama. ¿O será un gran cambio plantear que Estados Unidos cuente con 25,000 infantes de marina adicionales y 65,000 efectivos terrestres de más? Y eso es lo que plantea Obama.Dudo de que sea un gran cambio apostar “por la energía limpia del etanol” para reducir la dependencia petrolera, o decir que el flujo de indocumentados debería empezar a cortarse empezando con 500,000 inmigrantes menos durante el primer año de su mandato. Como senador, Barak Obama no votó en contra del muro fronterizo que, erizado de cámaras y púas, se levantó en contra de México.Dice Obama que cerrará la cárcel de Guantánamo y que devolverá el hábeas corpus al disminuido pueblo norteamericano, pero resulta que la Suprema Corte acaba de sentenciar en ese sentido obligando a Bush a respetar los derechos humanos de los prisioneros del enclave en territorio cubano. Adicionalmente, el candidato que derrotó a Hillary Clinton no ha tomado distancia de la pena de muerte.Es cierto que se opuso a la guerra en Irak, pero lo paradójico es que no ha prometido un retiro inmediato de las tropas invasoras sino uno ralentizado, programado inicialmente para dieciséis meses, y de ningún modo total “porque necesitamos tener capacidad de ataque sobre las bases de Al Qaeda que puedan todavía estar allí”. Además, si bien es cierto que se opuso a la guerra en el 2003, al año siguiente votó a favor de incrementar el presupuesto para sostenerla.Y si de temas domésticos se trata, basta un ejemplo: Obama pasó de postular el seguro de salud universal (41 millones de estadounidenses carecen de seguro médico) a expresar cada vez más dudas sobre el financiamiento del proyecto. Y en el camino no se atrevió a condenar el orden impuesto por las empresas que ganan billones con la privatización de la salud impulsada por Reagan y continuada por la dinastía texana que ha puesto a los Estados Unidos donde está (en la más grave de sus crisis tras el derrumbe de la bolsa de 1929).Y si el ejemplo de la cobertura sanitaria no bastara, miremos lo que empezó como “la crisis de las hipotecas”. Creo no exagerar si digo que en este momento no hay un solo analista norteamericano que nos pueda decir qué se propone hacer Barak Obama con una economía edematosa que parece ir a la deriva rumbo a una tormenta mayor. Obama saca la cara por la clase media y dice que las políticas republicanas han favorecido a los ricos, pero no se atreve a decir que esa política se tomó al dictado de los intereses de las grandes corporaciones, las depositarias del verdadero poder.El gasto público -que debió reducirse en la visión conservadora de un Estado cada día más delgado- se ha incrementado en 64% gracias a Bush y sus guerras. Obama ha planteado 50,000 millones de dólares adicionales a los 170,000 millones ya gastados por Bush en ayudas tributarias para el americano medio asfixiado por las hipotecas. ¿Se saneará así una economía que vive de los excesos y parece alimentarse sólo de sus déficits? Lo más valioso en este capítulo es la promesa de Barak Obama de anular las últimas rebajas de Bush a las tasas impositivas del 5% más rico de la población, aunque no se han señalado todavía plazos y montos.A mí la verdad que Barak Obama me cae muy bien pero no me despierta ningún entusiasmo.El problema es que no importa lo que diga en la campaña electoral o cuán original luzca en un programa de la televisión. Lo que importa es hasta dónde podrá llegar si llega a ser presidente de los Estados Unidos. Es decir, hasta dónde se le permitirá ir.Porque Estados Unidos no se gobierna: se hereda a piñón fijo.Si Obama pretendiera salirse del libreto de las corporaciones, si osara cambiar la partitura interminable de los “enormes intereses” que han terminado por roer y contaminar lo que fue la mayor democracia del mundo, supongo que, en ese momento, sería invitado a Dallas. Allí, algún Lee Harvey Oswald de ocasión y tecnológicamente actualizado, se encargaría de convertirlo en mártir y en residente de Arlington. Porque en Estados Unidos, como se sabe, no hay golpes de Estado tercermundistas. En ese país que alguna vez tuvo la razón y fue de veras agente de la libertad frente al fascismo, a los presidentes incómodos los matan. Así hicieron con John Kennedy cuando estaba a punto de decidir que no habría escalada en Vietnam. A su hermano Robert, en cambio, lo mataron en el camino a la presidencia. Eso es más barato y limpio. Y esto que en esa época “el complejo militar-industrial”, que Eisenhower vio claramente como una amenaza, estaba todavía en pañales. Hoy es casi un poder absoluto.
(*) Aparecido en su columna del diario La Primera. También hemos encontrado que el artículo del Humberto Campodónico cuadra muy bien con el tema que desarrollo el maestro César Hildebrandt. También lo reproducimos para su información:
La propuesta tributaria de Obama
por Humberto Campodónico (*)
Cuando asumió el gobierno a principios del 2001 George Bush puso en marcha una drástica reducción de los impuestos que pagan todas las personas naturales. La semana pasada, el candidato presidencial Barack Obama ha propuesto modificar esa política, pero en sentido contrario pues va a elevar los impuestos.
Bush afirmaba que la reducción de impuestos (estimada en la astronómica cifra de US$ 300,000 millones anuales) era buena para la economía, pues "todo el mundo" tendría mayores ingresos, lo que aumentaría el consumo privado (que en EEUU representa el 66% del PBI). Los críticos afirmaban que aumentaría el déficit fiscal debido a la menor recaudación (lo que sucedió) pero, sobre todo, dijeron que no aumentaría el poder adquisitivo de las mayorías, pues la reducción favorecía sobre todo a los ricos.
Un análisis realizado por "Ciudadanos a favor de la justicia tributaria" (Citizens for Tax Justice) estableció que la reducción de impuestos de Bush para el 60% de los contribuyentes con ingresos más bajos -78 millones de personas- fue de solo US$ 347 por año en promedio. Para el quintil más bajo, el menor pago de impuestos fue US$ 66 al año. Para el quintil 4 la reducción es algo mayor: US$ 1,026.
Pero el recorte más significativo le tocó al 1% más rico de la población (1.3 millones de contribuyentes) que gana más de US$ 373,000 anuales, pues deja de pagar nada menos que US$ 53,000 al año. Cuando se analiza quiénes son los que reciben un mayor % de la disminución de impuestos, el 1% más rico representa el 37.6% del total, mientras que al 60% de la población más baja le corresponde el 14.7%. Más claro ni el agua.
Por eso, en la campaña presidencial, Barack Obama y Hillary Clinton se pronunciaron por la derogatoria del Plan Bush, aunque no dieron muchos detalles. Por su parte, el candidato republicano George McCain, que se opuso al recorte de Bush, ahora ha cambiado de posición para situarse mejor frente al electorado republicano. Pero lo peor que le puede pasar es que se le considere como…. Bush III.
Hace pocos días Obama ha vuelto a poner sobre el tapete el tema tributario, esta vez en relación al Seguro Social. Ha propuesto subir los impuestos que lo financian, pero solo a los que ganan más de US$ 250,000 anuales (el 5% de la población): "La mayoría de familias de clase media pagan impuestos por cada dólar que ganan, mientras que los millonarios y billonarios solo pagan un % muy pequeño de sus ingresos. Por eso, lo mejor es ajustar un poco a los que más ganan, como yo, para proteger a la gente que lo necesita. De esa manera extenderemos la promesa de la seguridad social, sin que pongamos la carga en los ciudadanos de la tercera edad".
Inmediatamente, han comenzado las críticas de la derecha económica y política a la "insensatez" de Obama. Desde otra orientación, Paul Krugman en el New York Times lo apoya, pero señala que el debate tributario -y económico- recién comienza y puede convertirse, junto con la invasión de Irak, en uno de los factores claves de la elección. Veremos. Lo que sí esperamos es que no suceda como aquí, donde se prometen impuestos a las sobreganancias mineras y petroleras para después dejar todo en nada.
Todos los artículos del autor pueden ser leídos en: http://www.cristaldemira.com/
Cuando asumió el gobierno a principios del 2001 George Bush puso en marcha una drástica reducción de los impuestos que pagan todas las personas naturales. La semana pasada, el candidato presidencial Barack Obama ha propuesto modificar esa política, pero en sentido contrario pues va a elevar los impuestos.
Bush afirmaba que la reducción de impuestos (estimada en la astronómica cifra de US$ 300,000 millones anuales) era buena para la economía, pues "todo el mundo" tendría mayores ingresos, lo que aumentaría el consumo privado (que en EEUU representa el 66% del PBI). Los críticos afirmaban que aumentaría el déficit fiscal debido a la menor recaudación (lo que sucedió) pero, sobre todo, dijeron que no aumentaría el poder adquisitivo de las mayorías, pues la reducción favorecía sobre todo a los ricos.
Un análisis realizado por "Ciudadanos a favor de la justicia tributaria" (Citizens for Tax Justice) estableció que la reducción de impuestos de Bush para el 60% de los contribuyentes con ingresos más bajos -78 millones de personas- fue de solo US$ 347 por año en promedio. Para el quintil más bajo, el menor pago de impuestos fue US$ 66 al año. Para el quintil 4 la reducción es algo mayor: US$ 1,026.
Pero el recorte más significativo le tocó al 1% más rico de la población (1.3 millones de contribuyentes) que gana más de US$ 373,000 anuales, pues deja de pagar nada menos que US$ 53,000 al año. Cuando se analiza quiénes son los que reciben un mayor % de la disminución de impuestos, el 1% más rico representa el 37.6% del total, mientras que al 60% de la población más baja le corresponde el 14.7%. Más claro ni el agua.
Por eso, en la campaña presidencial, Barack Obama y Hillary Clinton se pronunciaron por la derogatoria del Plan Bush, aunque no dieron muchos detalles. Por su parte, el candidato republicano George McCain, que se opuso al recorte de Bush, ahora ha cambiado de posición para situarse mejor frente al electorado republicano. Pero lo peor que le puede pasar es que se le considere como…. Bush III.
Hace pocos días Obama ha vuelto a poner sobre el tapete el tema tributario, esta vez en relación al Seguro Social. Ha propuesto subir los impuestos que lo financian, pero solo a los que ganan más de US$ 250,000 anuales (el 5% de la población): "La mayoría de familias de clase media pagan impuestos por cada dólar que ganan, mientras que los millonarios y billonarios solo pagan un % muy pequeño de sus ingresos. Por eso, lo mejor es ajustar un poco a los que más ganan, como yo, para proteger a la gente que lo necesita. De esa manera extenderemos la promesa de la seguridad social, sin que pongamos la carga en los ciudadanos de la tercera edad".
Inmediatamente, han comenzado las críticas de la derecha económica y política a la "insensatez" de Obama. Desde otra orientación, Paul Krugman en el New York Times lo apoya, pero señala que el debate tributario -y económico- recién comienza y puede convertirse, junto con la invasión de Irak, en uno de los factores claves de la elección. Veremos. Lo que sí esperamos es que no suceda como aquí, donde se prometen impuestos a las sobreganancias mineras y petroleras para después dejar todo en nada.
Todos los artículos del autor pueden ser leídos en: http://www.cristaldemira.com/
(*) Aparecido en su columna del diario La República
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