Una aspirina y vuelve a ser pobre
Había júbilo en quienes anunciaron que la pobreza en el Perú había descendido más de 5%. Es imposible no alegrarse ante una noticia que, finalmente, parece beneficiar a los más necesitados. Es lo que reclamaban todos, algunos por convicción; otros, por compromiso, pero hablar de las inequidades económicas se había convertido en una suerte de obligación ante el abismo dramático que se estrellaba contra nuestras narices mostrando que el notable crecimiento económico no se reflejaba en el nivel de vida de los sectores postergados.
Vi la ceremonia por TV, observé la euforia del presidente y me gustó su generosa afirmación de que ese éxito se había iniciado con gobiernos anteriores y su posterior llamado a no inflar las expectativas. Fue, en suma, una de esas buenas jornadas en las que todos, actores y espectadores, se pueden ir tranquilos y satisfechos a la cama.
Yo no fui una excepción y, como más allá de compartir o no el modelo económico, entiendo lo que significa que centenares de miles de peruanos abandonen la pobreza, me alegré y deseé, como tantas otras veces, estar equivocado con mis previsiones sobre el futuro. Si la realidad les da la razón, enhorabuena, sigan adelante.
Pero así como no hay mal que dure cien años, tampoco hay alegría que se resista cuando uno deja de lado las emociones movilizadoras y vuelve a poner sus neuronas en actividad.
Recordé que, en mis últimas visitas al mercado, los precios, por primera vez en mucho tiempo, me alarmaron. Supe que las investigaciones, avaladas por el Banco Mundial, habían sido realizadas antes de los recientes aumentos y colegí que esto podía disminuir ligeramente la cifra pero que, en todo caso, la pobreza histórica comenzaba a doblegarse ante el avance de políticas económicas que, proponiéndoselo o no, apuntaban a una mejor distribución del ingreso.
Aunque mi sonrisa no era ya tan espléndida seguía optimista. Y hubiese seguido así si no hubiese leído que, en el Perú, para no ser considerado pobre hay que ganar más de 229 soles. DOSCIENTOS VEINTINUEVE SOLES, en letras y con mayúsculas para que parezca más. Aún así suena a poco y nada.
El caso peruano es uno de tantos en el subcontinente con mayor desigualdad del planeta, incluido Chile, que es uno de los líderes en ese rubro, y Brasil, que es la mayor potencia regional y aspira a entrar al club de los grandes.
Los criterios para establecer los 229 soles como valor de la canasta mínima alimentaria, que en otros países equivalen a lo mismo, están basados en metodologías de medición en las que la compra de una aspirina devuelve al no pobre a la condición de pobre, pues altera su capacidad económica. No hay, en esta medición, una relación que nos permita apreciar las distancias sociales entre quienes componen el país.
Sé que no es políticamente lo más conveniente, pero intuyo que si resaltáramos más este rasgo quizá pudiéramos elevar la conciencia de solidaridad sobre la que reposa la convivencia al interior del grupo de seres humanos que integran la nación.
Los pensionistas están enojados con el dólar
Un jubilado me ha enviado una serie de datos y me pide hacer un comentario sobre las consecuencias que están padeciendo quienes eligieron cobrar sus pensiones en dólares. Como su carta es impecablemente clara, creo que, más que un comentario, vale la pena transcribirla como hago a continuación: "Los pensionistas del Sistema Privado de Pensiones que escogimos el pago de nuestra pensión en dólares nos estamos empobreciendo cada día más por la estrepitosa caída de la divisa estadounidense en los últimos años, sin que haya esperanza de recuperación a corto plazo, pues sigue la tendencia a la baja (luego de recibir la carta, hubo un leve repunte del dólar que, dada la crisis en EE.UU., nos hace suponer que será transitorio). El 25 de enero del presente año (cuando el dólar todavía estaba a S/.2.93) presentamos un reclamo al Congreso sin que hasta el presente se haya resuelto nada a pesar del tiempo transcurrido. Por esta razón -sigue diciendo el pensionado-, las compañías aseguradoras están obteniendo sobreutilidades que nunca pensaron obtener, a costa del sacrificio de jubilados que se encuentran en la última etapa de sus vidas.
Tenemos, por ejemplo, el caso de un pensionista que tramitó su jubilación en el año 2000. Según su capital acumulado (S/.142,552), le correspondía una pensión mensual de S/.952.00, los que, convertidos en dólares (al tipo de cambio de 3.486), daban un equivalente de US$273.18. Considerando una inflación aproximada del 18% en los años transcurridos, su pensión, si la hubiera escogido en soles, sería de 1,123.00. Sin embargo, el equivalente actual de US$273.18 (con el cambio a 2.75) es de solo S/.751.00. Lo que significa una pérdida de soles 372.00 (33%) que, por tratarse de una pensión, es catastrófico.
El espíritu de la ley es mantener el poder adquisitivo del pensionista, por lo que dispone que la pensión se actualice con el IPC o por medio de la conversión de monedas. Esto último se consideró en el supuesto de que el dólar siguiera manteniendo su paridad y la tendencia histórica de incrementar su valor de acuerdo con la inflación. En la práctica se ha comprobado que esta alternativa ha fracasado, por lo que es obligación del Gobierno, y en especial del primer poder del Estado, disponer una medida correctiva a la brevedad, tal como se hizo con la ley de libre desafiliación, para que los pensionistas que deseen puedan solicitar el cambio de su pensión de soles a dólares, como si originariamente hubieran escogido la primera moneda, manteniendo así su poder adquisitivo original. De esta forma estaría saliendo en defensa de las modestas economías de muchos jubilados porque se trata de un fenómeno sin precedentes en nuestro país".
Como expresa el pensionado, el Congreso, al cual se dirigieron en enero del presente año, debiera manifestarse sobre este tema que, sin duda alguna, afecta significativamente los ingresos de una multitud de trabajadores peruanos que optaron, seducidos por informaciones no siempre veraces, por trasladar el monto acumulado de sus pensiones de soles a dólares
(*) Aparecidos en su columna del diario Perú21
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