El gato con botas (chilenas)
por César Hildebrandt (*)
Ántero Flores Aráoz era una buena imitación del Tucán. Ahora es una réplica de Don Ninguno.Y la verdad es que está haciendo muy bien este papel de esfumarse un poco cada día, este papel de ministro de Defensa indefendible.Un grupo de diputados chilenos, pletórico de patriotismo de zarpa y corvo, parte del puerto de Arica a navegar por el triángulo marítimo que Perú reclama como suyo. Y lo hace a bordo de la patrullera chilena “Ortiz” y quien preside el grupete de esta marinería improvisada es nadie menos que el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la cámara de diputados de Chile.Cuando regresan al puerto-botín, salados por el viento y más chilenos que nunca, los espera un ómnibus militar que los lleva, por tierra, hasta el hito número 1 de la frontera –el hito desde el cual Chile aspira a soltar una línea recta que mire el horizonte para así engullirse los casi 36,000 kilómetros de mar que le hacen falta después de haberse tragado, históricamente, Antofagasta, Arica, Iquique y Tarapacá–.Y desde allí parten los diputados navegantes hacia el mojón 19, que tanto honor les hace y que un camión peruano “contaminó” hace unas semanas en un incidente que ya se había aclarado satisfactoriamente para Chile.Cuando le preguntaron al presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de Chile cómo podía definir la jornada, transmitida en directo por la televisión regional, dijo textualmente:“Hemos visitado puntos que son soberanamente territorio chileno. Allá los peruanos si consideran esto una provocación. Siempre los peruanos van a reclamar por todo tratándose de acciones chilenas”.Este patriota chileno se llama Renán Fuentealba y es toda una figura política dentro de la gobernante Concertación. Procede de la Democracia Cristiana, tiene respaldo popular y lideró el operativo de reafirmación soberana en la zona que el Perú supone que está en disputa en el tribunal de La Haya con la encantada anuencia del militarismo prusiano-fascista del “hermano” país.¿Y qué hacía la señora presidenta de Chile mientras estos malos remedos civiles de Prats se mecían en la mar chilenísima del último zarpazo? ¿Se distanciaba la señora Bachelet de tales provocadores? No, al contrario.Quien habló por ella fue la voz autorizada del ministro del Interior de Chile, don Edmundo Pérez Yoma, quien respaldó a los siete diputados de esta historia. “Eso fue un acto soberano del Congreso, un acto que no debería llamar la atención de nadie”. Punto y aparte.Hasta allí, todo más o menos previsible. Pero lo que no ha sido corriente ha sido la posición clueca, el gorgojeo con teñida de pelo incorporada del señor ministro de Defensa del Perú.Firme como un chicle acabado de escupir, enhiesto como un ovillo de baby alpaca, viril hasta el carmín, don Ántero Flores Aráoz ha dicho:“Felizmente los diputados chilenos han tenido prudencia y mesura. Han cumplido con no acercarse antes de los cien metros del hito 1, han estado solamente en el territorio que corresponde a Chile”.No es una calumnia. La cita es literal y procede de un cable de la muy seria agencia noticiosa France Presse.¿O sea que este señor aplaude el hecho de que los diputados chilenos no hayan cruzado la frontera? ¿Les agradece no haber estado en territorio peruano? ¿Y no dice una palabra en relación al periplo navegante por los 36,000 kilómetros de mar que Chile considera irrenunciablemente suyos, a despecho de lo que pueda fallarse en La Haya?Disfrazado de venia, valido de Portales, Flores Aráoz ha dicho lo que Chile esperaba que dijera y lo que resulta coherente para el ministro de Defensa de un presidente que había dejado caer, días atrás, eso de “no vaya a ser que Chile se enoje”.Pero allí no termina este cuento de gallinitas ciegas o turulecas. Apenas Flores Aráoz dictó el epitafio de su carrera como ministro de Defensa, Chile envió a Bolivia, en misión oficial, a su ministro de Defensa, José Goñi, quien debe reunirse hoy domingo con el presidente Evo Morales. ¿El motivo de la visita? “Estrechar lazos entre ambos ejércitos”, según comentario oficial del Ministerio de Defensa de Bolivia. Y es que mientras Alan García y Evo Morales se hacen desplantes públicos, la maquinaria castrense chilena sigue funcionando. Por la grieta de los últimos desencuentros entre Lima y La Paz se filtra el germen antiperuano de la política exterior de Chile.Mantener a Flores Aráoz en el Ministerio de Defensa ya no es un error tragicómico. Es una felonía. Este gato con botas araucanas no debería tener, políticamente hablando, siete vidas. Con la que acaba de vivir ya nos ha avergonzado lo suficiente.
(*) Aparecido en su columna del diario La Primera
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