No diga "yo pienso", diga "yo repito"
por Guillermo Giacosa (*)
Algunos lectores se inquietan debido a mi preocupación por los temas internacionales. Para hablar en términos de la economía moderna diré que trato de incursionar en ese campo en procura de crear una mayor demanda. Me justifica, además, que en materia internacional hay poco y lo poco que hay, con valiosas excepciones, se parece. Siendo que la realidad es cada vez más compleja, constituye un pecado no intentar explicaciones alternativas a las simplificaciones que suele regalarnos la prensa. El maniqueísmo bushiano (bueno/malo, blanco/negro, amigo/enemigo, etc.) que parece haber contaminado las neuronas de muchos periodistas es insano. Y lo es no solo por lo que afirman, que por lo general responde a intereses económicos y políticos, sino por el desierto intelectual que siembra entre la población.
El pensamiento único, propio de los totalitarismos e impensable en las democracias, es embrutecedor pues aborta la capacidad de análisis y, también, termina, por su machacar repetitivo, induciendo al prejuicio y al estereotipo. Además, la descalificación del otro por ejercer su derecho a pensar como le plazca conduce inevitablemente a la intolerancia, cuando no a la violencia. Son estas conductas las que nutren los racismos, las xenofobias y todos los comportamientos que terminan haciendo del prójimo un enemigo potencial del cual debemos desconfiar. Exacerban, de este modo, un individualismo funcional a los intereses políticos que anula la tendencia a cualquier acción colectiva destinada a frenar los abusos de quienes ejercen el poder.
El objetivo es que piensen todos lo mismo sin percibir que no están pensando sino, simplemente, repitiendo. Es sencillo, Goebbels lo instrumentó en la Alemania nazi y sus resultados fueron los que todos conocemos. Inventa un enemigo, invoca la seguridad de la patria, califica de traidor a quien objete y ya tendrás en tus manos la receta que recomendaba el ministro de Propaganda de Hitler. Con mayor o menor sofisticación, las conductas desde el poder se repiten y las consecuencias también. El objetivo central es la manipulación y hoy, con medios de comunicación que reducen los grandes problemas a una sola de sus partes y sobre ella machacan, es casi imposible pedir a la población un pensamiento más amplio y abarcador que el que le brindan quienes creen que solo tienen la obligación de informarles y olvidan que también están obligados a desarrollar una capacidad crítica que es incompatible con la voluntad de manipulación que predomina.
Las fantásticas tecnologías de la comunicación moderna no han hecho al mundo más comprensible y, mucho menos, más tolerante. Pudiendo servir al desarrollo espiritual y cognitivo a nivel planetario, han servido para ahondar diferencias, sembrar prejuicios y diseminar versiones parciales e interesadas de lo que ocurre a fin de justificar un mundo de desigualdades e injusticias. Negar esta afirmación requeriría un ejercicio de libertad de pensamiento que la práctica de la agresión y el insulto parecen haber desactivado.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21.
--------------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario
HABLA JUGADOR