BAILANDO POR MIS PROBLEMAS por Joaquín Páez
En estos tiempos nos hemos convertido en hombres que ven. No discernimos, pero vemos y en ese ver y ver se nos van los días sin que ejercitemos nuestra capacidad de razonar. La presente columna es para darles una invitación a esta terapia nueva y revolucionaria de "observación de aparentes nimiedades" buscando encontrar algo rescatable para el análisis personal. Y en este mundo nada es mas pueril que la farándula, sin embargo, nos atrae -excesivamente- el morbo que ella encierra y que de uno u otro modo llena nuestras vidas bastante vacías. Este sábado deje la lectura de "La gesta del marrano" para enfrentarme con la televisión nacional. Prendí el aparato -no sin antes advertirle de mis intenciones, nada santas - y dejando en claro que no nos va unir ninguno vinculo amical (como normalmente me sucede con mis amigos) y que estaba vacunado contra la adicción televisiva. El televisor río y me mostró sus colores mágicos, su descarada coquetería, en suma, ese encanto que lo hecho tan amado y deseado. Encendí un cigarrillo...eran algo así como las diez y cuarto de la noche...empezaba Bailando por un sueño...
Debo confesarles que yo sentía un cosquilleo mañosón cuando veía a Gisella. Su pinta de bataclana reformada, su parloteo incesante y jugador, su poderoso arribismo lograba despertar mi interés de depredador. Pero este sábado he podido comprender que para ella los años han pasado dejandonos una papagaya latosa y cantinflesca que se esfuerza inútilmente por parecer natural cuando imposta a la perfección a cualquier tía pasada de moda. Lo peor es que esta dama, en ese estilo, nos termina explicando (y dándole justificantes a sus cornamentas) sobre el porque sus maridos la han dejado por la primera chicoca -rubia o étnica- que se les cruza en el camino. Gisella habla demasiado y lo hace muy mal, en su atropellamiento dice "por las suelas" en vez de "por los suelos" y lanza unos grititos agudos que escarapelan los nervios y producen otitis. A su edad, base cuatro de largo, una mujer debe ser sobria, y decir con suavidad -como en el chiste de la diferencia entre señora y señorita- ahí pero se desmadra en gritar ay o aiii . Y se nota la diferencia. Es obvio el recorrido que muestran nuestras vidas.
Nunca fue un dechado de aptitudes pero siempre ha tenido actitudes. Creo que es hora de aceptar que los talentos podrían evolucionar como el vino que se añeja para mejorarlo. La excesiva emotividad con que se maneja la situación escénica puede entenderse en una pichona debutando, pero es poco tolerable en una mujer madura, experimentada y con una buena cuenta bancaria que suele dar bastante seguridad y equilibrio. Osea que, para decirlo con claridad no hagas tanto teatro que ya Harry conoce a Sally.
En cuanto a los famosos (lo cual es un decir porque son famosillos nomas y de carácter local) hay que singularizar la presencia de "El Puma" Carranza (hombre del fútbol dedicado silenciosamente a causas altruistas) algunos actores y modelos del medio, de cierta amistad con la Señito. El caso de Karla Cásos merece una mención aparte. Es una mujer guapa, manducable, sensual. Pero no se parece en nada a Angelina Jolie. Así que suspendan el paralelo, la analogía y la comparación porque si se entera el Sr Pitt se va a molestar y con razón.
El jurado es una chanfaina rara en donde Teddy Guzmán pierde su tiempo ya que con esa voz tan grave, tan calentona y especial bien podría tener un negocio de llamadas eróticas. Repite Pachi Valle Riestra tratando -en vano- de ser pedagógica y un Sr (tocayo mío) al que no conocemos ni en pelea de perros. Carlos Cacho le pone la nota entretenida con sus desplantes afeminados de gay engreído: -hija, menos arroz- le señalo a la modelo media gordita que rebotaba en la pista. Su inimputabilidad nos parece que lo hace el mas chispeante de un jurado de tibios.
El formato ha funcionado en países en donde la producción es otra cosa. Aquí esa siempre será una desventaja. Las escenografías son chuzcas. El coanimador trasciende por su intrascendencia. Todo un compendio del bajo costo y del ahorro.
En cuanto al concurso y el tema de los paticipantes soñadores en si, es de aclarar que entre lo inventado y lo cierto, nos han convencido que en este país todo el mundo tiene problemas , desde los Brescia hasta los Perez pasando por los Lobatón y los Mamani. Y nos suena a sensiblería cada historia personal triste en donde lloran hasta los que no tienen lacrimales. Mas aún cuando el jurado, momentos después, trapeará el piso con los que tienen que resolver algo que supuestamente concierne a sus existencias y para lo cual tienen que bailar desde la inaguantable chicha hasta el huachafísimo vals criollo acompañados de un torpe que goza de cierta notoriedad. Que el mundo cada vez se haga mas chico y estrecho para los seres humanos es preocupante y que haya que recurrir a mover el esqueleto para tener salud, educarse o tan solo sobrevivir dignamente es un tema que debería llamarnos a una seria reflexión sobre la maravilla de planeta que le estamos dejando a nuestros hijos. Ya bastante destrozamos el ecosistema del planeta con el problema climático derivado de la ambición desmedida del hombre. Ahora le seguimos imponiendo duras alternativas: la ley de la sobrevivencia del mas fuerte en una sociedad sin valores morales, partida en dos como una barril del manteca bajo el filo de un cuchillo caliente y las soluciones las buscamos bailando, como quien danza invocando poderes especiales contra espíritus malignos. Olvídense el viejo lema del que estudia triunfa, los caminos que parecen fáciles pueden ser -y son- los mas difíciles. Baile, maestro. Sacúdase, rómpase, salte, mueva el trasero y sude. Aunque después en la soledad de su conciencia, se decepcione al entender que la vida es sueño y los sueños, sueños son. Buena semana. Nos leemos el próximo domingo si El Viejo lo permite.
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