¡Que cuadren al doctor García! por Cesar Hildebrandt (*)
El presidente de la República está peligrosamente alterado. Cada día que pasa, las sinapsis del doctor García, los laberintos neuronales del doctor García, las tempestades neurotransmisoras del doctor García, los receptores de serotonina del doctor García, en suma, cobran más importancia.Ayer el doctor García parecía demandar una camisa de fuerza. Lo escuchamos en CPN Radio mientras íbamos con Platón, nuestro perro, a respirar el aire fresco del mar.¿Que decía el doctor García, con ese tonito que seguramente empleaba cuando acosaba a Dayana Dal Pont, esposa de su gran amigo Víctor Raúl Sotelo Tamayo, a quien conoció en una fiesta y a quien persiguió durante meses –los mismos meses del año 2005 en los que afirmó que frecuentaba a la señorita Kuki Cheesmann?–.Pues decía, en primer lugar, que Radio Cutivalú era del Arzobispado y, por lo tanto, de la Iglesia y, por ende, del Estado papal del Vaticano.“Y así como no me gusta la intervención de Venezuela o Argentina en los asuntos internos del Perú, así puedo decir que esta intervención de Radio Cutivalú me parece censurable”, dijo el paciente primer magistrado (o el primer magistrado paciente, da igual).Era mentira. Radio Cutivalú no es de la Iglesia sino de la orden de los jesuitas, quienes dejan plena libertad a los periodistas de ese medio para que informen y opinen –del mismo modo que la Conferencia Episcopal española tiene en la ultraderechista Radio Cope un vocero legítimo–.“Y es que la Iglesia debe dedicarse a las labores del espíritu”, dijo el doctor García.¿O sea que sí vale que el monseñor Bambarén se convierta, a la vejez, en púlpito parlante de los grandes mineros y acompañe al doctor Del Castillo en su gira a Piura, pero no vale que Radio Cutivalú demuestre la dignidad que la mayor parte de los medios de Lima no puede demostrar porque no se puede demostrar lo que no se tiene?Como el doctor García prescinde siempre de la historia –de allí su amor incondicional por Chile, su chilenismo que parece de Ripley– ignora que la orden de los jesuitas llegó al Perú en 1568. Ignora que de aquí partieron las grandes lecciones para las misiones jesuitas al Paraguay –desde el limeño Colegio Misional de San Pablo–. Ignora que uno de los más grandes misioneros en el Paraguay fue el limeño Antonio Ruiz de Montoya. Ignora que los jesuitas estuvieron en lo que en el siglo XVII se llamaba Mainas –donde opera hoy Radio Cutivalú– desde el 1632, año de su primera misión en el norte peruano (que en aquel entonces, y desde el punto de vista pastoral, pertenecía a la diócesis de Quito). Ignora que quien hizo el primer mapa de la región donde ayer se ejerció la democracia fue el jesuita alemán Samuel Fritz (1651-1728).Ignora, en suma, que la orden jesuita occidentalizó lo que es hoy la sierra de Piura y que es lógico, por ende, que una emisora como Cutivalú le haga más caso a la gente sencilla que a los millones de Majaz.Porque la única manera de conservar la legitimidad social en esa región es no venderse a los dineros de la minería, como lo ha hecho el gobierno del doctor García.Resulta increíble que el doctor García quiera callar con amenazas a los curas de la progresía mientras alienta los discursos de Altamira del fascista cardenal que padecemos. ¿Hasta dónde puede llegar la traición del doctor García a los más elementales principios del partido que fue de Haya? Recordemos el colosal enfrentamiento de Haya de la Torre en contra de la entronización reaccionaria y leguiista del Corazón de Jesús. El fundador del Apra, el burlado fundador del Apra, fue un laico gonzálezpradista a toda hora. Su albacea milita in pectore en el Opus Dei de los Cipriani y quiere que “la Iglesia se dedique a los asuntos del espíritu”. ¿Con qué derecho reclama hablar en nombre del aprismo?“La Iglesia debe difundir el buen pensamiento cristiano y especialmente los sacerdotes extranjeros deben ir a luchar por su revolución en su tierra...”, dijo el doctor García ayer por la mañana.¿Cuál es el buen pensamiento cristiano?Muy sencillo: el que está con el dinero, por el que mataba Franco, el que difundió Escrivá de Balaguer, el que practicaba Pio XII mientras le negaba auxilio a los judíos, el que acompañó a los torturadores de la Escuela de Mecánica de la Armada en Buenos Aires (capellanes que fingían asistir a las víctimas mientras agonizaban), el que reclama Cipriani, el que calma a Julio Favre, el que teme a Gustavo Gutiérrez, el que encarnaron los Borgia, el que hizo posible a Lutero y quemó a Servet.Ese es el “buen pensamiento cristiano” para el doctor García.Y, además, está la ominosa amenaza “a lo extranjero”. Y la lanza quien ya es extranjero para el Perú pobre que votó por él creyendo en sus mentiras. La lanza un hombre que está dispuesto a venderle los puertos y los aires a Chile, la competitividad de nuestra agricultura a Bush, los bosques a quien pague, el agua a quien Garrido Lecca decida al alimón, las tierras primordiales a los chinos. ¿No sabe el doctor García que aquí sin lo extranjero no seríamos ni siquiera el país que él quiere rematar? ¿No sabe de Humboldt, de Raimondi, de Bolívar, de Du Petit Thouars, de los bomberos extranjeros fusilados por chilenos en Chorrillos y de la suma extranjería del idioma con que nos fatiga? ¿Es xenófobo quien llama Danton a su engreído? No, no es xenófobo. Lo que es, es el nuevo Carlos Andrés Pérez de la subregión. Sólo le falta una secretaria que viva en Nueva York.¿Con qué derecho el doctor García insulta a los bomberos catalanes llamándolos cobardes?¿En nombre de qué o de quiénes este mismo doctor García, en la segunda fase de sí mismo, 24 horas después, sale a defender los productos chinos, la minería china, el respeto medioambiental fantasmagórico de la industria extractiva china? ¿Qué frontera tiene lo extranjero para el doctor García? ¿Shangai está cerquísima y la sierra de Piura anda muy lejos?Es hora de que el Apra ponga en su sitio al doctor García. Porque una cosa es la disciplina compañera y otra el suicidio a lo Guyana instigado por un hombre que cree hablar con Dios pero que jamás habla con el Comité Ejecutivo del partido que lo llevó al poder. Ese partido que empieza a oler a cadáver exquisito.
(*) Aparecido hoy en el diario La Primera
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