La peligrosa cercanía al poder por Jorge Bruce (*)
El poder obnubila y fascina no solo a quienes lo detentan sino a quienes se encuentran cerca. Por eso es indispensable encontrar lo que Winnicott llamaba la distancia suficientemente buena, a fin de no caer en esa área de atracción en la que se corre el riesgo de orbitar, o bien diluirse en la corrosiva apatía del cínico. El psicoanalista inglés aludía al vínculo entre la madre y el bebé, de modo que este no sea asfixiante ni indiferente o frío, pero su ecuación se puede aplicar a la relación entre los intelectuales y el poder. Así, con ocasión de la polémica acerca de la censura a la exposición de Piero Quijano en la Casa Mariátegui, han aparecido dos pronunciamientos discrepantes con quienes hemos opinado que se trata de un ataque a la libertad de expresión. No me refiero a las actitudes destempladas del presidente y del premier, quienes han adoptado una postura inquietante por su violencia y desdén, o al silencio del ministro Wagner, que habla por omisión de un síndrome del Pentagonito (en el sentido de Estocolmo).
Pero tratándose de una revista -Caretas- y de un intelectual -Hugo Neira- cuyo parecer me importa e incluso afecta, dado que les tengo aprecio y valoro su opinión, he sentido la imperiosa necesidad de responderles. Es oportuna la discrepancia, siempre y cuando esta sea, como en estos casos, el fruto de una argumentación expresada con algún sarcasmo pero sin faltar el respeto a nadie. Conocer lo que piensa quien lo hace de manera diferente, aunque nos desagrade o irrite, es útil y estimulante. Suele permitirnos abarcar mejor la complejidad de una situación controversial. Tuve la suerte de almorzar con Edgar Morin, el gran teórico del pensamiento complejo, gracias a una gentileza precisamente de Hugo Neira. Por agradecimiento a esa deferencia y en homenaje a ese personaje que ambos admiramos, me urge decirle que su postura relativista respecto de ese acto de censura -niega que lo sea- está errada. El INC es una entidad estatal, no gubernamental. Su rol es el de promover la cultura y respetar sus diversas manifestaciones, incluso si esto incomoda al Ejército o al presidente. El Estado no es propiedad del Gobierno, a quien se lo hemos encargado para que durante cinco años lo administre de manera plural y democrática, no antojadiza y arbitraria. El argumento de que Cecilia Bákula -compartido por Caretas- es incapaz de censurar porque la muestra fotográfica Yuyanapaq se encuentra en el Museo de la Nación, no es congruente. Eso tan solo demuestra que la censura ha sido selectiva. La caricia de la mano izquierda no compensa el manotazo de la derecha.
Si dejamos pasar esto, sentamos un peligroso precedente de pasividad y acatamiento. Cierto, no hay que exagerar. No estamos en el tercer Reich ni en el fascismo, pero tampoco en una sociedad cuya equidad esté garantizada por el funcionamiento de las instituciones. Hay que leer a Winnicott pero también el Gorgias de Platón, su diálogo sobre la retórica, en donde Sócrates dice, refiriéndose al tirano: "El único amigo que le quedará, por consiguiente, el solo a quien otorgará su confianza, será aquel que teniendo su mismo carácter, aprobando y censurando las mismas cosas (el énfasis es mío), consentirá en obedecerle y estar sometido a su voluntad. Este hombre disfrutará de gran influencia en el Estado y nadie podrá perjudicarle." Alan García no es Hugo Chávez, pero sospecho que algunas noches sueña con una gran boina roja. Lo deduzco, entre otros comportamientos, de la influencia que ejerce sobre quienes se le acercan mucho, así sea de buena fe.
De la columna que aparece hoy en el díario Perú21
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