Ser periodista para esto (*) por Beto Ortiz
Anticipándose a una previsible y enésima renuncia mía, el Hijo del Dueño dio inicio a su nada solemne sermón responsorial cortando por lo sano con una recomendación de lo más práctica y canchera: «No se habla de política a partir de hoy. Nosotros no te contratamos para eso. Sal y haz tu conferencia de prensa, si quieres.»Me lo dijo así nomás, sin mayores trámites, con sobrecogedora sinceridad, sin metáforas. Con la serena suficiencia del que tiene la sartén del tacu-tacu por el mango, del que sabe que les debe -a ti y a tu gente- costales de menestra suficientes como para que sigan siendo amigos un rato más, como para que ni se te vaya a pasar por la cabeza la idea de pelearte porque, en ese instante, la hambruna de una docena de familias -incluyendo la tuya- pasará a pesar, otra vez, sobre tu conciencia. Y supongo que no querrás eso de nuevo, ¿verdad? Ahora que ya sabes qué gusto tienen las piedras, ¿no estarás considerando la posibilidad de volver a comerlas, no? Por si alguien lo ignora a estas alturas, el origen de semejante impasse editorial había sido el vladi-audio del (Hijo del) dueño de La República, Gustavo 'Chicho' Mohme Seminario, temita éste que hoy sólo parece interesar al diario Expreso del mismo sintomático modo en que, allá por 2000, el sospechoso affaire Zaraí sólo interesaba a Laura en América y, a pesar de ello, terminó siendo una verdad del tamaño de una catedral. Pero en este caso, reconozcámoslo con hidalguía, la primicia no fue nuestra. Seis semanas antes, Panorama ya había amagado con hacer pública la grabación del intocable topo Chicho. Sucedió el domingo primero de abril en que a su conductora -lideresa de opinión y catedrática injustamente ninguneada- no le tembló la mano para blandirlo, enérgicamente, ante cámaras: "¡Lo analizaremos! ¡Seguiremos informando sobre este caso!", dicho lo cual sus sabuesos: 1) se abocaron a la obtención del respectivo peritaje de fono-audiología, ó 2) decidieron olvidarse del asunto para siempre.Sorprendía entonces que, ahora que era este showman quien se complicaba gratis la vida tomando la posta de esta papa caliente, el canal -constatando escaso propósito de rectificación y enmienda- hubiera visto la imperiosa necesidad de emitir un severo comunicado en el que una voz engolada ponía en tela de juicio la verosimilitud de la misma grabación que ya había sido validada por su programa de bandera. Si algo dejaba en claro dicho desmentido era que este entertainer no comulgaba necesariamente con el credo editorial de su medio de comunicación. ¿Es eso bueno o malo? Para el canal, bueno. Pues de esa manera proyectan una imagen de democrática pluralidad en la que es perfectamente posible acoger voces discordantes y hasta opuestas cuando lo que aconseja el manual de procedimientos es silenciarlas echando mano al pretexto perfecto: aduciendo rating bajo. Y para mí, como periodista, que me dijeran: te dejamos solo, loco, con tu tema es una bendición porque me desmarca del todo de una línea que no comparto, como quedó claro desde el primer momento en que pedí encarecidamente no depender del área de prensa, porque no sirvo para hacer, con eficiencia, todo eso que ellos saben hacer tan bien. Algo similar -aunque no igual- sucede con las decenas de columnistas que escribimos en estas páginas y que no estamos siempre de acuerdo con todo cuanto en ellas se publica. Y viceversa. Allí reside la extraña maravilla de la inteligencia: en discrepar, en cuestionar, en evitar decirle amén a absolutamente todo. No por lo menos, cuando se tiene la certeza de que se está entre gentes que piensan con su cabeza."Tú tienes una columna en Perú.21, ¿no es cierto?, ¿Por qué no vas y lo escribes allí?» -se me dijo el lunes pasado. Como podrán ver: acogí, feliz, la sugerencia. Y lo más probable es que el director de este diario -que, con todo derecho, duda seriamente de una denuncia que le suena a misil teledirigido y cuyo blanco, para más yapa, es socio estratégico de esta empresa en la propiedad de América TV y Canal N- hubiera preferido retrucar: «¿Y por qué mejor no lo dices en tu programa?» ¿Y por qué mejor no me meto la lengua por donde mejor me quepa? -me pregunto yo- ¿No sería todo más amable y divertido? «Por primera vez he visto a Beto Ortiz arrinconado» -declaró el jueves, en el programa radial de Hildebrandt, Ismael León, viejo colega y autor del libro inédito La República secuestrada. Arrinconado. De todos los adjetivos que me han lanzado en esta vida, ninguno me había dolido más. Arrinconado. Primero muerto que arrinconado, maestro. Otro periodista amigo me llama y me dice: «Lo tuyo es hacernos reír y la política nos aburre, déjate de joder.» Otra llamada -o, más exactamente, un ultimátum- entra a mi celular mientras esto escribo. No, no procede de ningún miembro del directorio despidiéndome, sino de una sobreviviente de mi diezmado equipo que me trae la misma antigua mala noticia de siempre: hoy tampoco nos pagaron. Nos deben otro mes. Otra vez. Colón. Pero si es la historia de nuestras vidas. «Estamos aquí todos en reunión de emergencia» -me informa. La paciencia -no los culpo- se les ha terminado. «Hemos tomado una decisión» -me comunica. «Si mañana no nos pagan, hasta aquí llegamos. Te dejamos solo». Como si fuera yo el que se estuviera comiendo la publicidad. Como si fuera yo el que firma los cheques diferidos, el que desviste a un santo para vestir a otro, el que lo divide todo en cómodas cuotas extemporáneas. «Te dejamos solo». Como si, ahora que las cosas vuelven a su normal color de hormiga, estuviera uno tan blindadamente acompañado. Tan protegido, cual fofito Leonidas escoltado por cuatro gatos flacos y sin uñas, desangrándonos tan poéticamente, inmolándonos contra la invencible Persia, marchando enloquecidos al sacrificio del horario equivocado contra los infinitos ejércitos de Jerjes Medina, igualito que en la película 300. «¿Para esto guerreaste tanto por volver?» -me pregunta otro periodista amigo que me escribe: «A ver, piensa: ¿para esto volviste?»"Vétalo y verás tú cómo renuncia» -debió haberle aconsejado al Hijo del Dueño (siempre asesorando, por todo lo bajo, siempre franeleando) el viejo coleguita archienemigo- «Ordénale que no toque el tema y ya vas a ver que patea el tablero». Jumm, me conoce bien, esa basura. No por gusto hemos sido compañeritos de aula tanto tiempo, ¿no es cierto, Número Uno? Somos pocos y nos conocemos, pero esta vez me tinca que no vas a poder, como acostumbras, salirte con su gusto, ah, paladín, oh, premio de resistencia, porque siempre serás el que aguanta y se queda cuando ya todos los demás nos fuimos. Disculparás, diligente mandadero de cualesquiera jefazos te toquen en suerte -Vladimiro, Olivera o el gangster que fuera- pero esta vez no pisaré vuestro palito. Ea, legendario prestidigitador de las denuncias instantáneas, aquellas a las que, entre gallos y medianoche, había que añadirle apenas un poco del agua de tu vendedora voz y, ¡presto!, 40 puntos más para el team Las Palmas de Chorrillos. Quién te viera y quién te ve, oh, lamentable 'pingaloca' de diario chicha transmutado -con justicia- en jabalí con lepra. Eso es lo lindo de la edad: que nos convierte en lo que somos en el fondo. ¿Qué diría Bruno De Olazábal si viviera?Ha llegado, me parece, la hora de silbar y mirar todos al techo. Hagámonos los locos todos, mejor. Es lo que aconseja la sensatez. Garanticemos, primero, el flujo y reflujo de la menestra. Ya la verdad se vengará. Siempre lo hace. Yo, por mi parte, debo ponerme a pensar cómo me las arreglo para pagar los miles de dólares que le debo a mi abogado del juicio Almeyda-Villanueva, consecuencia de otro reportaje que tampoco debí escribir, burdel del que, tres años después, todavía no he salido. Pero esa galleta también me pertenece a mí solito, así que mejor hablemos de otra cosa. Créanme que aburrirlos es lo último que quiero, así que hablemos, qué se yo, de la Canchaya, de la señorita Ku, en fin, del rico poto de la Bolocco. Preocupémonos mejor por el futuro televisivo de las chichis de nuestra Claudia Portocarrero. Y, por favor, angustiémonos bastante por la poca libertad que tienen los pobrecitos periodistas en la hermana república de Venezuela. (*) Extraído de la Columna Pandemonio en el Diario Perú21
Esta columna le costó a Beto, para variar, la chamba, porque nuestro querido Ortiz quiere jugar a la libertad de prensa en el canal de Papaúpa. Dicen que el broadcaster está jodido, parece que enfermo de verdad y que si antes sano, digamos que no tenía muchos escrúpulos para el amarre bajo la mesa, menos se va a reformar ahora cuando juega con tiempo prestado. Lo lamentamos por que este padrino local realmente tiene un cuajo como para crear una nueva categoría en el Nobel o en los Oscar. Y más alla de las distancias y las diferencias y las lejanías entre este blog y el, nunca le deseamos el mal a nadie. El mal de Genaro es de génesis autogestionaria.Volvamos a Beto, no lo dejemos suspendido en el aire. Ha tenido el valor de escribir estas líneas y eso habla bien del muchacho, como que sólo su candidez le podía hacer creer que en el canal de las ventanas le iban a pagar o le iban a permitir despacharse a su gusto. Los canales privados no defienden la cacareada LIBERTAD DE PRENSA, defienden INTERESES CREADOS DE SUS DUEÑOS. Y Don Genaro sabe que entre piratas no se levantan el parchecito, que entre gitanos no se leen la mano, que la OMERTA es la ley de la COSA NOSTRA, y que un periodista -con o sin rating- no puede "insolentarse" al extremo de no hacerle caso al régimen de negociados de los propietarios y lanzarse -cual Catón del Cuarto Poder- a joder.Bueno Beto, tu ya sabes lo que es el desempleo, la lavada de platitos en Usa y el tomarte una Miller de las más misias. Tu conoces lo que es sufrir por la familia desde el extranjero. Tu sabías a que te metías cuando quisiste ser periodista. Es hermoso renunciar, mandar al diablo, tirar la puerta y salir cantando (decía Constanza en un capítulo de Seinfeld) lo horrible viene después cuando sabes cuanta plata has perdido y la falta que te va a hacer el circulante en estos tiempos tan consumistas. Disculpa gordito, las victorias pírricas me saben a chicharrón de sebo, pero en el fondo habrá siempre un profundo respeto por estos gestos de honradez profesional. El domingo a comprar "El Comercio" nomás. Tranquilo calichín...ya vendrán otros tiempos.
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