23.10.08

EL JINETE PÁLIDO








Desensille, Don Mario, Desensille
por Guillermo Giacosa (*)


Recientemente, El País publicó un artículo de MVLL titulado Caracas al vuelo. Allí escribió que Teodoro Petkoff le había contado una anécdota: Al tomar un taxi en el centro de Caracas, fue reconocido por el chofer. Este era un médico cubano que, en sus ratos libres, hacía de taxista para mejorar sus ingresos. Puestos a conversar, el médico-taxista le confesó a Petkoff una debilidad: “Cuando llegué a Venezuela y vi por primera vez una botella de Coca-Cola, se me llenaron los ojos de lágrimas”. La moraleja que de esto extrae MVLL es impagable y preocupante (no para Cuba sino para el propio escritor): “Si después de medio siglo de revolución, ese símbolo quintaesenciado del capitalismo despierta semejantes emociones en un cubano nacido y educado bajo la prédica ideológica de Fidel Castro, ¿quién puede dudar que el socialismo en su versión cubana tiene los días contados?”. Si lo hubiese dicho o escrito George W. Bush, me hubiese parecido normal, pero que MVLL emita una conclusión de esa naturaleza me llena de alarma. Si lo hubiese escrito 40 años atrás, podría considerarlo como la metáfora de una desilusión que, a la larga, se convertiría en fuerza capaz de cambiar el sistema. Pero, después de 50 años de revolución, más allá del destino que le aguarde a Cuba, es francamente risible. Ahora que al escritor se le ha dado por disertar sobre la banalización de la cultura, debiera reflexionar sobre la banalización del comentario político o económico al que él, desde hace tiempo, es afecto. Si lo ocurrido con el sistema objeto de su prédicas más fervientes está como está, sería beneficiosa una cura de silencio para ver, por lo menos, hacía dónde apunta la crisis. Un práctico “desensillar hasta que aclare” sería útil en un tiempo en el cual las certezas, que solo existían en la cabeza de quienes creían que habíamos llegado al fin de la historia, han desaparecido y todo parece haberse transformado en apuestas tentativas sobre las cuales los hombres más ilustrados sobre el tema confiesan ignorar el desenlace. No hay día en que las turbulencias bursátiles no nos den una sorpresa. El crujido de los cimientos de la sociedad neoliberal aturde a los sordos. Y los gurúes que otrora creían deslumbrar con sus aciertos callan, hacen interpretaciones que la realidad desmiente a las pocas horas o se ocupan de sucesos atemporales o abstractos. Los que leímos con anticipación los síntomas de la catástrofe que se avecinaba no salimos tampoco triunfantes al anunciar el fin del sistema. En verdad no asoma en el horizonte ninguna alternativa de recambio cuya solidez nos haga ilusionar. Creemos que las cosas ya no podrán ser como fueron, pero aún es prematuro apostar a la ilusión de un futuro mejor. Son muchos y muy grandes los intereses en juego y todo, incluida una guerra mundial, podría acontecer. Ante la oscuridad que no permite vislumbrar el horizonte, quienes tienen poder sobre la opinión pública mundial, como MVLL, deberían realizar una autocrítica y dejar, por un instante, de castigarnos con sus obsesiones.

(*) Diario Perú21
Sinceramente Mario no solo requiere desensillar. Habría que confinarlo a las caballerizas a una larga y urgente meditación sobre la poca seriedad y el caracter sociopático de lo que anda garabateando.
Tan fácil que es reconocer mas de 70 años de equivocación.
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