Todos los días, sale un tonto a la calle
Yo recuerdo en 2002 y 2003 cuando la gente en Caracas me decía que tener un apartamento en España era facilísimo: ibas al Banco y te daban la plata. Así de fácil y para colmo a un interés bajísimo. Todos los días sale un tonto a la calle, el que lo agarre es de él, reza el popular dicho venezolano.
En el Estado español los tontos estaban en la calle... y dirigiendo los Bancos; los primeros no sabían que eran tontos (los de la calle), los segundos (los del Banco) tampoco. Con unos intereses a un irrisorio 2,3% (o algo así) la gente creyó que eso iba a durar para siempre, ilusos, sólo el amor de ciertas madres dura para siempre. Ahora, siete, ocho años después continúan con una deuda que les costará pagar una media de 25 años más, con una diferencia: con los intereses más altos y quizá sin trabajo, es decir, impagable.
Así los bancos empezarán a recoger lo que sembraron... apartamentos; y en lugar de las ollas a presión y el juego de platos que regalaban (a veces también un reloj) tendrán que tragarse los apartamentos y los automóviles de la gente que tan alegremente recibió unos prestamos de un tonto para otro tonto.
Pero los Bancos nunca pierden e inventaron los avales, así se da la paradoja que los avales, unos tontos que avalan a otros tontos para unos tontos, también estaban hipotecados, y tampoco pudieron pagar su préstamo y mucho menos hacerse cargo del que avalaron en su momento.
Esto que parece sacado de Tom y Jerry o del Chavo del Ocho es lo que está ocurriendo con las hipotecas dadas a los inmigrantes en el Estado español. Con salarios de 700 ó 800 euros se les daba un préstamo por 220.00 euros a un interés del 2 ó 3% por ciento. Hoy que están más allá del 5% las cuotas subieron de 400 euros a 780 y los inmigrantes no pueden pagarlas. Ejecutan los avales pero los avalistas están aún peor... ya no crece el dinero en los árboles en Madrid. No hay problema. Los gobiernos europeos se pusieron de acuerdo para pagarle a los Bancos lo que españoles, inmigrantes y europeos (además de estadounidenses) no pueden. Los Bancos cobrarán su deuda, los deudores quedarán sin los bienes que hipotecaron, faltaría más, y así se salvó el “sistema”. No hay que ser muy listo para entenderlo.
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