28.5.08

MANIOBRAS ESPECULATIVAS





Sobra todo, menos las ganas de distribuirlo por Guillermo Giacosa (*)
Escuchaba, con asombro, a un comentarista de temas económicos de la CNN que relataba que el Gobierno de los EE.UU. ha insistido ante los miembros de la OPEP para que aumenten su producción a fin de que los precios del petróleo bajen. La respuesta es delirante no por su contenido sino por la absoluta ignorancia de quienes son los dueños del poder político en la superpotencia: no se trata, dice con meridiana claridad la OPEP, de que produzcamos más. Podemos hacerlo, pero ¿para qué? Si nadie nos lo compra y, luego, tenemos que almacenarlo. No se trata de que falte petróleo en el mercado. Sucede que se está especulando con los precios de este imprescindible insumo, y es esta especulación la que ha determinado que los precios lleguen a 135 dólares el barril y que algunos analistas afirmen que puede llegar a 200. Ignoro si la especulación es parte de los encantos admitidos del "libre mercado" pero, si realmente lo es, o la realidad hace que lo sea, supongo que debieran tomarse algunas medidas que corrijan esta tendencia que tiene alterada la economía mundial y que ha llevado, incluso al Congreso de los EE.UU., a citar a los capos máximos de las siete más grandes corporaciones petroleras para pedirles explicaciones. Lo mismo está ocurriendo con los alimentos. Suben de precio no porque escaseen sino porque, dada la caída del dólar, los inversionistas buscan los llamados 'valores refugio' (sitios donde sus fortunas no se descapitalicen) y, desgraciadamente, han hallado que el arroz, el maíz, la soya, el trigo, son una magnífica oportunidad para no descapitalizarse. No saben o sí saben y no les importa un comino que esa conducta especulativa, al determinar el aumento en el precio de los alimentos, genere hambre, miseria, violencia, inestabilidad, supersubdesarrollo del subdesarrollo, caos y, naturalmente, muerte. Muchas muertes. Se calcula que debido a esta 'gracia' morirán no menos de 100 millones de seres humanos.
Lo dicho no hace sino expresar un mundo patas para arriba. Ese es el mundo que han generado quienes impusieron los tres pilares que hacen que hoy los ricos sean inmensamente más ricos y los pobres sean inmensamente más pobres: privatización, desregulación, disminución de los servicios sociales. Una patraña monstruosa diseñada por la Escuela de Chicago y que generó el Pinochet de Chile, la Argentina de Videla, el Brasil de varios militares igualmente represivos y asesinos y el Uruguay donde los presos ni siquiera podían dibujar árboles. En suma, 150,000 muertos y desaparecidos gracias a la inestimable cooperación de los Estados Unidos. Cifra casi ridícula si se le compara con el genocidio que se perpetra en Irak y que tiene el mismo norte económico. En este caso, suplantando los golpes de Estado por guerras llanas y directas.
Mientras esto ocurre, con resultados tan tangibles como la crisis actual, que es la peor de la historia moderna, nuestros gobernantes pugnan por subirse al carro que nos conducirá, sin escalas, a los límites de un abismo desconocido.


(*) Aparecido en su columna del diario perú21


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