2.7.08

SPIRITUAL FAST FOOD II






Etiqueta Negra

y las finanzas celestiales

por Guillermo Giacosa (*)
La nota de ayer sobre 'Las finanzas celestiales' ha encontrado un excelente complemento en el magnífico perfil que Daniel Titinger traza en el último número de Etiqueta Negra sobre el niño predicador.
Corrobora la investigación de Daniel la intención pecuniaria que esconde esta actividad. Intención que no constituye ningún pecado desde la óptica evangelista pues, según creen, su Dios quiere que quienes lo honran y alaban reciban su bendición en forma de dólares, soles, yenes o cualquier moneda que haga más agradable la vida. La idea no es mala porque eso de estar esperando el paraíso suele resultar tedioso para los que quieren no solo demostraciones del valor de su fe sino, también, pasarla bien en este mundo.
Ya en 1905 Max Weber escribió La ética protestante y el espíritu de capitalismo, en el que sostiene que, aunque en general el espíritu religioso está reñido con la búsqueda de ganancias materiales, el protestantismo afirma que el trabajo es una actividad buena en sí misma al margen del enriquecimiento personal. El sacrificio en el trabajo y el éxito económico es una prueba de haber sido los elegidos, lo que no es poca cosa.
Weber los compara con los católicos y dice: "El católico es más tranquilo; dotado de menor impulso adquisitivo, prefiere una vida bien asegurada aun a cambio de obtener menores ingresos, a una vida de continuo peligro y exaltación, por la eventual exaltación de honores y riquezas. "Comer bien o dormir tranquilo", dice el refrán; pues bien, en tal caso, el protestante opta por comer bien, mientras que el católico prefiere dormir tranquilamente". Muchos católicos, por su parte, se han encargado en desmentir estas últimas afirmaciones del filósofo desarrollando una avidez por los bienes materiales que poco tiene que ver con la doctrina que dicen practicar.
Ayer intentábamos, dentro de los límites que impone un artículo periodístico, analizar la estructura del lenguaje de los predicadores. Hoy, leyendo a Titinger, confirmaba mi convicción que las palabras son siempre las mismas y siempre ligan los esfuerzos que hay que hacer para la salvación con la prosperidad en la tierra. Tener dinero es ser "predestinados" y eso, evidentemente, en el círculo cerrado de sus ideas, los hace muy felices.
La reflexión que me sugiere el artículo de Etiqueta Negra es que la nueva faceta de este negocio, en el que hay tanta competencia, es la originalidad. Y qué más original que un niño de cuatro años "trayendo la palabra del Señor". Si a eso le agregas todas las fantasías elaboradas, quizá inconscientemente, por sus padres, tienes la receta perfecta para llenar estadios o templos y, además, la faltriquera de los expositores y sus allegados más próximos.
Algunos, como la madre del propio niño predicador han ensayado hablando lenguas extrañas, cosa que también puede verse en el mismo canal en el que descubrí al pastor Maldonado. Venden certezas y tranquilidad espiritual para poder disfrutar, seguramente con las mismas certezas, una espléndida tranquilidad material.


(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

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