Herencia inconfesable
por César Lévano
Quienes vivimos bajo la dictadura de Manuel Odría (1948-1956) no olvidamos el clamor que recorría el país en esos años: ¡Abajo la Ley de Seguridad Interior!Muchos sufrimos prisión y tortura por agitar esa bandera, en acciones colectivas o en periódicos clandestinos. Me parece que en esa etapa conocí, en El Sexto, a Carlos García Ronceros, padre del actual Presidente de la República, preso por su consecuente militancia aprista. Había regresado, con Armando Villanueva, clandestinamente, desde el destierro.El recuerdo viene a cuento porque el hijo de don Carlos ha dictado Decretos Legislativos y Resoluciones Supremas que resultan herederos de la Ley de Seguridad Interior.La Ley odriísta, dictada el 1 de julio de 1949, se dirigía contra quienes “cometen delito contra la seguridad y tranquilidad pública”.Apuntaba contra quienes “intenten producir, produzcan, estimulen o mantengan huelgas”.La mayoría del país combatió contra esa Ley, a través de marchas, asambleas de abogados y sindicatos, levantamientos populares como los de Arequipa en 1950 y 1955. Los que encabezaban huelgas iban a parar, por supuesto, a la cárcel.En esa época, Alejandro Esparza Zañartu, el siniestro Director y luego Ministro de Gobierno, hubiera podido aparecer en un spot señalando que, bajo Odría, los sindicatos no “cometían” huelgas.Montesinos, el asesino y torturador se puede jactar hoy de que el Sutep no le hacía huelgas a Fujimori. Ya se sabe dónde terminaron muchos dirigentes sindicales de esa época, Pedro Huilca por ejemplo: en la tumba o la prisión, acusados de terroristas. El criminal es ahora estrella publicitaria del Apra o de la Presidencia del Consejo de Ministros. Hay legítimas dudas.Lo cierto es que la lucha contra la Ley de Seguridad Interior, en la que participaron cientos de miles de peruanos, fue eliminada por la voluntad ciudadana, que, de paso, barrió con la dictadura. Cuando se recuperaron las libertades públicas y se designó, democráticamente, un Congreso, Raúl Porras Barrenechea, el gran historiador y maestro, fue elegido senador. En la colección de discursos parlamentarios de Porras refulge una idea: la Ley de Seguridad Interior hubiera podido servir para sancionar al propio Odría, puesto que condenaba a quienes intentaran “subvertir, variar o sustituir al gobierno”. Exactamente lo que él habría cometido en 1948.Siempre ha sido así en el Perú, reflexionó Porras. Los que abusan del poder toman como pretexto la ley, el orden, la seguridad interior. Al final, como en el reciente Decreto Supremo que busca enfrentar a las Fuerzas Armadas y el pueblo, acaban violando el orden, la ley, la seguridad. Y la Constitución.Estamos seguros de que al demócrata Carlos García Ronceros le hubieran desilusionado los manotazos autoritarios de su vástago.
Quienes vivimos bajo la dictadura de Manuel Odría (1948-1956) no olvidamos el clamor que recorría el país en esos años: ¡Abajo la Ley de Seguridad Interior!Muchos sufrimos prisión y tortura por agitar esa bandera, en acciones colectivas o en periódicos clandestinos. Me parece que en esa etapa conocí, en El Sexto, a Carlos García Ronceros, padre del actual Presidente de la República, preso por su consecuente militancia aprista. Había regresado, con Armando Villanueva, clandestinamente, desde el destierro.El recuerdo viene a cuento porque el hijo de don Carlos ha dictado Decretos Legislativos y Resoluciones Supremas que resultan herederos de la Ley de Seguridad Interior.La Ley odriísta, dictada el 1 de julio de 1949, se dirigía contra quienes “cometen delito contra la seguridad y tranquilidad pública”.Apuntaba contra quienes “intenten producir, produzcan, estimulen o mantengan huelgas”.La mayoría del país combatió contra esa Ley, a través de marchas, asambleas de abogados y sindicatos, levantamientos populares como los de Arequipa en 1950 y 1955. Los que encabezaban huelgas iban a parar, por supuesto, a la cárcel.En esa época, Alejandro Esparza Zañartu, el siniestro Director y luego Ministro de Gobierno, hubiera podido aparecer en un spot señalando que, bajo Odría, los sindicatos no “cometían” huelgas.Montesinos, el asesino y torturador se puede jactar hoy de que el Sutep no le hacía huelgas a Fujimori. Ya se sabe dónde terminaron muchos dirigentes sindicales de esa época, Pedro Huilca por ejemplo: en la tumba o la prisión, acusados de terroristas. El criminal es ahora estrella publicitaria del Apra o de la Presidencia del Consejo de Ministros. Hay legítimas dudas.Lo cierto es que la lucha contra la Ley de Seguridad Interior, en la que participaron cientos de miles de peruanos, fue eliminada por la voluntad ciudadana, que, de paso, barrió con la dictadura. Cuando se recuperaron las libertades públicas y se designó, democráticamente, un Congreso, Raúl Porras Barrenechea, el gran historiador y maestro, fue elegido senador. En la colección de discursos parlamentarios de Porras refulge una idea: la Ley de Seguridad Interior hubiera podido servir para sancionar al propio Odría, puesto que condenaba a quienes intentaran “subvertir, variar o sustituir al gobierno”. Exactamente lo que él habría cometido en 1948.Siempre ha sido así en el Perú, reflexionó Porras. Los que abusan del poder toman como pretexto la ley, el orden, la seguridad interior. Al final, como en el reciente Decreto Supremo que busca enfrentar a las Fuerzas Armadas y el pueblo, acaban violando el orden, la ley, la seguridad. Y la Constitución.Estamos seguros de que al demócrata Carlos García Ronceros le hubieran desilusionado los manotazos autoritarios de su vástago.
(*) Aparecido en la columna del Director del diario La Primera
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