Los sueños y las pesadillas
por Fernando Maestre (*)
Los sueños son manifestaciones plenas de sentido que nuestra mente genera con el fin de satisfacer un deseo o resolver un problema. Nuestra economía psíquica funciona bajo el principio de no realizar ninguna actividad que no tenga sentido, es decir, no gastar energía por gusto sino con una cierta intención. Los sueños no estarían exentos de dicho principio. Soñar sin una lógica o por casualidad sería un sinsentido de los principios del aparato psíquico.Esto permitiría un pleno entendimiento cuando se trata de sueños placenteros o en el caso de sueños indiferentes que, aparentemente, no nos dicen mucho. Pero en el caso de sueños de angustia o de terror, que nos dejan siempre con una alteración emocional, deberían tener otra explicación, la cual intentaremos abordar.Los sueños son siempre personales. Por ejemplo, soñar con las cálidas aguas de Punta Sal no significa lo mismo para un joven que para una dama. El sueño tiene un mensaje por descifrar que es único, personal y no equivalente al anhelo de otra persona. Por ello, no resultan prácticos los diccionarios de los sueños como tampoco la interpretación aislada de signos de los mismos.Una de las características del proceso onírico es que, aquello que recordamos de lo soñado está siempre camuflado, con un disfraz que le da un sentido oculto. Las manifestaciones de las escenas que se nos representan en la mente siempre son el resultado de un proceso de disimulo, de un fenómeno de distorsión con el fin de que lo soñado jamás presente un rostro obvio ni claro que permita adivinar al soñante cuál es el verdadero sentido de un sueño.Si es cierto que detrás de un sueño siempre hay un deseo prohibido por realizar, ¿cuál sería el fenómeno del sueño de angustia? ¿Dónde estaría el placer en el hecho de soñar con nuestra muerte o con una persecución o con la desaparición de un hijo?El principio de la existencia de un deseo prohibido también sería válido para estos sueños, pero bajo diferentes caretas o máscaras. Una explicación es la de encontrar un placer en el castigo que padecemos en una pesadilla. De esa manera, satisfacemos a nuestra voz de consciencia que nos pasa una factura por alguna transgresión que el día anterior hemos hecho. Otra razón que explica la pesadilla tiene que ver con un deseo directo, pero prohibido. Por ejemplo, soñar que estamos llorando a mares la muerte de nuestro abuelo, a quien amamos mucho, puede ocultar un anhelo egoísta (y prohibidísimo) de heredar y, a la vez, de ser castigados en el sueño por tener esos deseos. Hay que hacerle caso a los sueños y, sobre todo, escribirlos o contarlos a alguien que tenga interés en escucharlos. Contando el sueño, y teniendo en cuenta que la pesadilla puede ser expresión de algún sentimiento de culpa que nos está llevando a construir ese sueño de horror, podremos aprender cómo funciona nuestra mente.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21
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