Un juicio pasional por Fernando Maestre (*)
Esta es una nota sobre el proceso al ex presidente Alberto Fujimori Fujimori. Es una reflexión psicoanalítica sobre el espectáculo mediático que está resultando este juicio. Esto es un análisis sobre los estados emocionales que están surgiendo en todo aquel que sigue por la tele los interrogatorios así como las respuestas del lado que se defiende. La primera emoción que surgió en muchos fue al ver a Alberto Fujimori entrando a la corte. La movilización y el resurgimiento de recuerdos melancólicos reaparecieron al ver en 'acción' al 'Chino', con su voz, su autoridad, su firmeza, su desafío y la convicción de que estaba volviendo el héroe.
Otro grupo, sin embargo, se llenó de furia al verlo aparecer en acción. Los calificativos y el rechazo se agolparon en sus mentes, de inmediato, cuando volvió la escena donde, a voz en cuello, gritaba "Soy inocente", emergiendo, en ese instante, el efecto, de cólera y rebeldía, al rememorar abusos, autoritarismo, mentiras, violencias. Junto con estos recuerdos brotaron ideas como estas: "Ya me había olvidado de él", "qué insolente para tratar así a los jueces", "no hay duda. es culpable", "es un autoritario, es el responsable porque sabía todo".Un tercer grupo de personas tuvo otra forma de movilizarse frente al ex jefe de Estado al verlo contestar serenamente a las preguntas insidiosas del fiscal. Sentimiento de injusticia y de necesidad de proteger al derrotado: "Ese fiscal está loco, ¿por qué lo tortura?". Actuaban así, a través de una identificación con el derrotado (Fujimori) que estaba siendo maltratado, según sus percepciones.
Y hubo un cuarto tipo de respuesta emocional de la población: la angustia, afecto imperativo frente a la posibilidad de que reciba 30 años de carcelería. La angustia frente a la evidencia de este tipo de pena (30 años de prisión) es vivida como una suerte de pena de muerte.
S i la persona enjuiciada hubiese sido otra, estoy seguro de que no habría generado tal vendaval de emociones, pero tratándose de un ex presidente de la República que, por más que tenga detractores y enemigos políticos, la mayor parte de la población le reconoce aunque sea algún éxito en su gestión gubernamental, habrá que aceptar que, incluso, en los magistrados que tienen que pronunciarse sobre este caso bien pueden surgir recuerdos, dudas, pasiones y angustias, como cualquier otro ser humano, lo cual puede llevar la resolución de este juicio, más que por los virtuosos caminos de lo justo, por los apasionados senderos de las emociones de las cuales todos podemos ser víctimas.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21
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