Como decíamos ayer, nada tan temporal como un cuerpo bistecito (un pedazo de carne bien cortado y trabajado) que no es inmune al paso de un tiempo jugador y traicionero. En este caso Cindy Crawford (mujer que provocaba verdaderos éxtasis en el macherío onanista) en dos tomas de epocas distintas: Una antigua: carne jóven, firme, fotogénica, un cuerpo vendedor. La actual con una celulitis bravaza, un ligero abandono, un atiamiento (de ponerse tía) acelerado. Igual creemos que lo mas bonito de Cindy (invisible a los ojos) sigue ahí radiante y espectácular, desfilando en la pasarela de la belleza eterna: la conciencia.
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