¿Deber presidencial o guión político? por Guillermo Giacosa (*)
La foto del viernes 1º de febrero que ocupa la primera plana de Perú.21 es muy expresiva. Mario Vargas Llosa parece que estuviera exprimiendo una de sus manos y Alan García las mantiene entrelazadas a la altura de su ombligo. El lenguaje no verbal delataría cierta incomodidad aunque el escritor ría y el presidente sonría mirando a lontananza. Es lo normal en las reuniones protocolares. Rara vez en estas situaciones las manos permanecen separadas, como sí ocurre cuando los interlocutores están plenamente relajados. Es lógico por la importancia pública del encuentro y por la nube de fotógrafos y camarógrafos que supongo estaba captando las imágenes e imponiendo una carga adicional de tensión a la que no es fácil escapar.
Seguramente, la reunión privada entre personas tan curtidas como los actores de esta escena fue mucho más cálida y formal que lo que expresa la foto. Más allá de coincidencias o discrepancias, las conductas civilizadas indican que ningún ser humano es totalmente incompatible con otro y que los desencuentros suelen obedecer más a la terquedad que a un sentimiento permanente de animadversión. Es verdad que, hoy, el presidente García está muy cerca de las tesis que mantiene desde hace un par de décadas MVLL. Tesis que el escritor, con la tenacidad para defender sus ideas que lo caracteriza, sean estas de izquierda, como antaño, o de derecha, como en la actualidad, no omitió repetir: "El mercado, la empresa privada, la integración del Perú a los mercados del mundo y el reforzamiento de la democracia". En verdad, dichas así suscitan pocas resistencias. El problema aparece cuando comenzamos a comprobar cómo los países ricos distorsionan el mercado según sus conveniencias, cómo las empresas privadas, en muchos casos, son tan ineficientes y corruptas como siempre se ha culpado al Estado de serlo, cómo la integración -supongo que don Mario estaría pensando en el publicitado TLC con los Estados Unidos- puede ser un arma de doble filo y, finalmente, el reforzamiento de la democracia, que -supongo- debería ser un clamor consciente de cualquier buen ciudadano y que, desde la óptica de algunos, pasa por los alineamientos que el país mantenga con los poderes dominantes y, desde la óptica de otros, por la justicia social como único camino para que podamos vivir no solo en libertad sino en paz con nuestros semejantes históricamente postergados.
Perú.21, "tan fácil de leer", como suelen decir muchos de nuestros lectores, hace un recuento de los desencuentros entre Alan García y MVLL que, lejos de profundizar las diferencias entre ambos, ayuda a comprender los caminos recorridos para que este encuentro se produzca. ¿Prevalece en este gesto el honesto interés de un presidente por un ciudadano cuya literatura ha honrado al país o se superpone a ello un guiño presidencial indicando cuáles serán sus opciones futuras? No olvidemos que MVLL es uno de los más convencidos defensores del orden económico actual, y su pensamiento, del que honestamente discrepo, tiene resonancia universal.
(*) Aparecido en su columna del diario Perú21
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