Harakiri cusqueño por Augusto Alvarez Rodrich (*)
El efecto del paro cusqueño alcanza a todo el país.La imagen de la turista alemana que, luego de pegarse tremendo viaje hasta Cusco, no pudo disfrutar la ciudad por el paro, y que ahora anuncia que cuando regrese a su país le dirá a todos los que quieran oírla que nunca vengan por esta tierra sabrosona y caprichosa, debería ser un incentivo suficiente para que los cusqueños se den cuenta, por fin, de que se están haciendo el harakiri al insistir en una paralización absurda que va a matar a la gallina de los huevos de oro.
La protesta continuó ayer con resultados que pueden ser exitosos para sus organizadores, pues consiguieron parar la ciudad, suspender el tren a Machu Picchu, y cerrar el aeropuerto, lo cual obligó a cancelar catorce vuelos dejando a 1300 pasajeros con los crespos -y las maletas- hechas.
Pero, en realidad, constituyen un desastre para la población cusqueña, pues lo sucedido contribuye a debilitar el gran potencial turístico de una ciudad que lo tiene todo para salir adelante, por su historia y belleza, especialmente después de ser designada como una de las siete maravillas del mundo moderno, pero que se esfuerza tenazmente por enterrar su futuro.
No se debe desdeñar la posibilidad de que un pueblo proteste cuando existe un hecho que lo perjudica. Pero si esto ocurre cuando la ley de inversión en turismo aledaño a zonas culturales ya se modificó para disipar los temores, estamos ante una reacción que solo puede justificarse por desconocimiento, por haber sido desinformados por autoridades irresponsables a las que ahora el problema las ha desbordado, o por una arrogancia tan grande de parte de los cusqueños que sienten que ellos tienen que dictar las normas para el resto de regiones a las que sí les parece bien la ley.
El problema es que el daño no se limita al Cusco sino que también afecta al resto de regiones, pues lo que en el fondo se está maltratando es un bien público: el potencial turístico del Perú.
Por ello, la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales debería ocuparse de este asunto con el fin de persuadir al colega cusqueño de que no puede manejarse con tanta irresponsabilidad.
(*) Aparecido en la columna del Director del diario Perú21
Harakiri, sí, por desgracia provocado por un gobierno que -a todas luces- juega pésimo al lado de los mas viles negociados y de sus gananciosos participantes. Se sobreentiende que tras los intereses creados de los que quieren poner, digamos, un Mc Donald en Macchu Pichu hay otros haciendo presión por, digamos, alguna cadena hotelera en Sacsahuaman. La danza del dinero es la que anima esta comedia de tantas desmedidas equivocaciones y un gobierno tan incapaz que no ha podido presentar, negociar y vender un proyecto de inversión, interesante, no descartable, al que habría que estudiar con la inteligencia del que desea hacer las cosas bien y no con la torpeza angurrienta y apresurada de quien pareciera andar queriendo levantarse el país. Lo que si este dramatismo del Director de Perú21
Alvarez Rodrich parece inspirado en el corazoncito chilenón de Rodriguez Larraín. Cuidado Augusto. El Comercio anda ahuevando las oficinas de redacción.
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