Premier mediocre por César Lévano (*)
Jorge del Castillo, presidente del Consejo de Ministros, no figura en el tercio superior de los políticos peruanos. Así lo indican todas las encuestas y lo confirma él mismo cada vez que abre la boca.Su última hazaña ha consistido en insultar –especialidad de la casa– a los maestros y, de paso, amenazar a los gobiernos regionales que se oponen a la torpeza del ministro de Educación, José Chang, que pretende discriminar y despedir maestros, violando principios constitucionales y hasta la Ley de Carrera Pública Magisterial que el propio régimen ha impuesto al país.El aprismo gobernante quiere negar empleo a los maestros que no hayan ocupado el tercio superior durante sus estudios pedagógicos.Sabido es que durante el primer gobierno de Alan García se crearon en todo el país centenares de institutos pedagógicos y tecnológicos privados. Son un negocio, emprendido en su mayoría por apristas con vocación de comerciantes. Son tan malos, tan malos, que muchos han sido eliminados. En el 2006, el Estado cerró 210; en el 2007, 57 más. Buena parte de los maestros pésimos provienen de esos antros.Se ejerció y se ejerce allí la pedagogía de la estafa. Pero, eso sí, para justificar el negocio, y fomentarlo, tales institutos suelen poner notas de 16, 17 o 18 aun a los peores alumnos. El tercio superior resulta, así, de calidad inferior.Hay aquí problemas de fondo. En primer lugar, las notas obtenidas en las aulas pueden y deben ser un elemento en la calificación de los maestros. Pero no bastan.Existen factores diversos a tomar en consideración para la selección de maestros. Destaco sobre todo un punto decisivo. La capacidad pedagógica real. Todo el mundo sabe que hay maestros y profesores que saben mucho, pero no saben enseñar. Un auténtico concurso de méritos debiera tomar en cuenta clases de demostración, pruebas prácticas.Hay un mundo nuevo en la medición de aptitudes y capacidades. Se sabe desde hace tiempo que hay varios tipos de inteligencia, incluida la emocional, esa flecha rápida que tiene su sede en la amígdala cerebral.Puede haber un gran profesor de física, o de música, o de literatura, que no esté en ningún tercio superior, porque la suya es una inteligencia superior.En el Perú, ya se sabe, un José Carlos Mariátegui no figuró en ningún tercio, porque sólo llegó al tercero de primaria.A Haya de la Torre lo desaprobó en San Marcos Luis Miró Quesada.En Alemania, el niño Albert Einstein fue considerado durante años casi un retrasado mental. Todo es relativo. A veces, importa mucho lo que sabes, y también lo que sabes hacer, lo que inventas. Que lo diga Bill Gates, que apenas pisó las aulas universitarias.Una pregunta me angustia: ¿Qué es peor: un presidente mediocre o un maestro mediocre?
Jorge del Castillo, presidente del Consejo de Ministros, no figura en el tercio superior de los políticos peruanos. Así lo indican todas las encuestas y lo confirma él mismo cada vez que abre la boca.Su última hazaña ha consistido en insultar –especialidad de la casa– a los maestros y, de paso, amenazar a los gobiernos regionales que se oponen a la torpeza del ministro de Educación, José Chang, que pretende discriminar y despedir maestros, violando principios constitucionales y hasta la Ley de Carrera Pública Magisterial que el propio régimen ha impuesto al país.El aprismo gobernante quiere negar empleo a los maestros que no hayan ocupado el tercio superior durante sus estudios pedagógicos.Sabido es que durante el primer gobierno de Alan García se crearon en todo el país centenares de institutos pedagógicos y tecnológicos privados. Son un negocio, emprendido en su mayoría por apristas con vocación de comerciantes. Son tan malos, tan malos, que muchos han sido eliminados. En el 2006, el Estado cerró 210; en el 2007, 57 más. Buena parte de los maestros pésimos provienen de esos antros.Se ejerció y se ejerce allí la pedagogía de la estafa. Pero, eso sí, para justificar el negocio, y fomentarlo, tales institutos suelen poner notas de 16, 17 o 18 aun a los peores alumnos. El tercio superior resulta, así, de calidad inferior.Hay aquí problemas de fondo. En primer lugar, las notas obtenidas en las aulas pueden y deben ser un elemento en la calificación de los maestros. Pero no bastan.Existen factores diversos a tomar en consideración para la selección de maestros. Destaco sobre todo un punto decisivo. La capacidad pedagógica real. Todo el mundo sabe que hay maestros y profesores que saben mucho, pero no saben enseñar. Un auténtico concurso de méritos debiera tomar en cuenta clases de demostración, pruebas prácticas.Hay un mundo nuevo en la medición de aptitudes y capacidades. Se sabe desde hace tiempo que hay varios tipos de inteligencia, incluida la emocional, esa flecha rápida que tiene su sede en la amígdala cerebral.Puede haber un gran profesor de física, o de música, o de literatura, que no esté en ningún tercio superior, porque la suya es una inteligencia superior.En el Perú, ya se sabe, un José Carlos Mariátegui no figuró en ningún tercio, porque sólo llegó al tercero de primaria.A Haya de la Torre lo desaprobó en San Marcos Luis Miró Quesada.En Alemania, el niño Albert Einstein fue considerado durante años casi un retrasado mental. Todo es relativo. A veces, importa mucho lo que sabes, y también lo que sabes hacer, lo que inventas. Que lo diga Bill Gates, que apenas pisó las aulas universitarias.Una pregunta me angustia: ¿Qué es peor: un presidente mediocre o un maestro mediocre?
(*) Aparecido en la columna del Director del diario La Primera
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