19.8.08

LA MISIÓN DEL HOMBRE DE FE








Obispo, presidente y equilibrista

por Guillermo Giacosa (*)

Si algo han aprendido los miembros de la Iglesia es el valor de la prudencia y del silencio. Hábiles en maniobras sinuosas y prolijamente elaboradas, han atravesado 2,000 años de historia con un éxito institucional del que pocos podrían alardear. Seguramente Lugo, el ex obispo paraguayo, devenido presidente de su país, no ha sido inmune a estas enseñanzas, como lo indican sus primeros pasos en el Gobierno. Más allá de los abrazos y reparto de sonrisas con Hugo Chávez y Evo Morales, sabe que frente a sí y a sus ideales hay una maquinaria férreamente conservadora, aceitadamente corrupta y finanzas que no alcanzan para sacar pecho y avanzar. No tiene mayoría en el Congreso y la justicia sigue en manos del Partido Colorado, que gobernó el país a su antojo en los últimos 60 años. Sus habilidades y sus oraciones deberán centuplicarse si desea hacer realidad que, en ese pequeño país de seis millones de habitantes, los 2 millones y medio que son pobres dejen de serlo o lo sean un poco menos. Su primera tarea será crear condiciones mínimas de gobernabilidad para poder avanzar, y a esto parece abocado por el momento. Si bien muchos de sus colaboradores pertenecen a sectores de izquierda, aquellos que manejarán los campos más sensibles de la economía y de la política son personajes pertenecientes al centro o a la centro derecha. La prueba de ello es que, habiendo prometido una reforma agraria, nombró como ministro del ramo a un liberal y no a un socialista, como hubiese podido suponerse. Y aquí reside uno de sus mayores desafíos: Paraguay es el quinto exportador de soya del mundo, hecho que ha coadyuvado a que el crecimiento del año pasado haya llegado al 6.5% (el más alto de los últimos 40 años), y son precisamente los intereses de quienes producen soya los que se verían afectados en caso de producirse la prometida reforma agraria. Además, como para hacérsela más difícil al ex obispo, gran parte de los latifundistas que producen soya son oriundos del Brasil y se les conoce como los 'brasiguayos’. Sin embargo, quienes conocen bien a Lugo afirman que su promesa de reforma agraria no es solo un eslogan electoral, sino una determinación profunda de un cristiano que parece haberse tomado el cristianismo a pecho. Por el momento, ha ordenado un censo de tierras para averiguar a quiénes pertenecen, pues los años de la corrupción han dejado una herencia en la que la prepotencia y las armas sustituyeron a los verdaderos títulos de propiedad. Un periodista paraguayo dice: “Lugo habla poco. Es obispo y bastante inescrutable. El mismo día le da una palmadita en la espalda al empresario liberal y un guiño al compañero de izquierda. Tiene aliados que están en los antípodas del poder, pero no se fue nadie de su alianza. Nombra a un ministro y, después, desaparece. Su entorno es: dos sacerdotes y un asesor político, y pasa días sin hablar con la prensa ni con sus aliados. Nadie sabe dónde va a dormir. Para en distintas casas y ya avisó que no va a vivir en la residencia presidencial”.

(*) Aparecido en su columna del diario Perú21.

Gran desafío para el presidente Lugo en un país con las condiciones políticas y económicas vigentes. Sin embargo, tras sus siempre misteriosos actos, podemos aseverar que el nuevo presidente del Paraguay no defraudará a quienes le confiaron el gobierno y que su camino será trazado por un equitativo progresismo. Es una suerte que el liberalismo cavernario camine de retirada por el mundo.
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