27.6.08

QUERIDO FACUNDO




AUTOFICHA A mi edad, siendo un tipo que no está en los medios ni tiene un video clip ni nada de eso, es imposible que alguien que tenga menos de 45 años me conozca... si no es por sus padres. Recién después de vivir un año en Cusco, en los 60, comencé a cantar con mi nombre; antes era Gasparino. Lo más importante en mi vida es la literatura, empecé a cantar casi por accidente. Lo que me molesta un poco es que a las muy jovencitas ya no las puedo coger porque ando con un bastón.

El jueves 17 y el sábado 19 de julio se presentará, en el auditorio del colegio Santa Úrsula, el siempre bienvenido cantautor argentino Facundo Cabral, que pronto será postulado al premio Nobel de la Paz. Las entradas ya están a la venta en Tu Entrada de Plaza Vea y Vivanda. "Yo estaba muy entusiasmado con el tema del renacimiento y con una frase de Jesús: Dios espera que el hombre vuelva a ser un niño para recibirlo en su seno. Entonces, yo pensaba que se podía empezar de nuevo. Uno podía volver a ser un niño y ser otro. Por eso me fui al Cusco, en los 60. Estuve un año allá, queriendo cambiar mi cabeza", recuerda Facundo Cabral. Conversamos telefónicamente.
¿Qué había en su cabeza? No me gustaba lo que estaba haciendo, ni cómo pensaba. Tuve una gran experiencia. Conocí a gente de la zona, muy interesante, y a europeos muy curiosos. Y, sí, fue un renacimiento porque, a partir del Cusco, empecé a cantar con mi nombre. Antes usaba un seudónimo: Gasparino. Nunca supe porqué lo usaba. Era nombre de mafioso mediocre. Con los años, conocí más gente maravillosa del Perú, principalmente a Chabuca, que fue lo máximo que ha tenido Latinoamérica: refinada, con una obra bellísima. Toda una señora. Usted conoció a Evita. Y a Perón. Yo tenía 9 años y estaba sin trabajo. Y me resultó más fácil, por un descuido de la policía, llegar al carro de Perón y de Evita -habían ido a la Catedral- que conseguir trabajo en un restaurante. Perón hizo parar el auto y me dijo: ¿Querías hablar conmigo? Y la señora Eva se asomó y me vio. Yo le pregunté "¿hay trabajo?". Y la señora dijo la primera frase épica que escuché y que me ha acompañado toda la vida: "Por fin alguien que pide trabajo y no limosna". Al día siguiente, teníamos una escuela que cuidar y un buen sueldo.
Su lista de amigos es impresionante. Mis amigos fueron Borges, Bradbury -que vino a un concierto mío-, Octavio Paz, Indira Gandhi -que la encontré saliendo de un museo-, Chagal -a él me lo presentó Indira Gandhi-, Rubinstein -que me lo encontré un otoño en Roma dándole de comer a las palomas-, Marcel Marceau, Nelson Rockefeller, qué sé yo. Mucha gente cree que yo salí para que el mundo me conozca. No. Yo salí a conocer el mundo. ¿Y tan fácil era abordar a esta gente?No. A veces los busqué y otras veces me buscaron. Para mi asombro, me buscó la Madre Teresa. Ella me llamó a un programa de TV en México estando en el aire. Yo no lo podía creer. Fuimos grandes amigos. Mi vida siempre fue como un juego, no como una agenda. La música latinoamericana, en los 70, sonaba en todos lados. ¿Qué piensa de cómo han cambiado las cosas? Para mí, sigue viva: Chabuca, Violeta Parra, Yupanqui, Silvio Rodríguez y Milanés, que vinieron después. Yo vivo con la gente que me gusta y eso es atemporal. No me molesta que haya rap ahora. Es una manifestación, como lo que nosotros cantamos en los 60. No me molestan los jóvenes. Lo que me molesta un poco es que a las muy jovencitas ya nos las puedo coger porque ando con un bastón. Pero las sigo viendo y les coqueteo con las palabras. Siempre tiene presente la soledad. Yo amo la soledad. Tengo 48 años de vivir en hoteles. No sabría vivir en una casa y en familia. Mi familia es la humanidad. Yo soy un ser planetario. ¿Para quién canta usted? Para quien quiera oírme. Me escuchan ricos, pobres, viejos, jóvenes, prostitutas, vírgenes, monjas, presidentes, presidiarios, presididos, generales, degenerados... Me asombra que me conozca tanta gente. Me pregunto por qué.
Ahora piensan postularlo al Nobel de la Paz. Se pone seria la cosa. Esto empezó hace como 5 o 6 años. Un día me invitaron a desayunar, había unos cuantos diplomáticos y me dijeron que querían proponerme para el Nobel de la Paz. Ahora, en Costa Rica, un partido político lo ha asumido públicamente. Y hay presidentes y otros premios Nobel que quieren que me lo den. Creo que es un talle muy grande, pero hay gente que cree que tengo que ver con la paz, que es lo único que nos va a salvar de tanta guerra estúpida. ¿Porqué cree que lo quieren?Porque he acercado muchas culturas sin proponérmelo. Fue como jugando. He vivido en tantos países. Hay tuareg que se enteraron de qué era América porque uno fue. Hubo chinos que se enteraron del profeta Isaías por uno y hubo mapuches, en Argentina, que se enteraron de un profeta que se llamó Mahoma. Sin darme cuenta he ido conectando culturas. Hace un tiempo fui declarado Mensajero de la Paz por la Unesco, una especie de pre Nobel. De ser cantor callejero a estar al borde de ser Nobel de la Paz.
No está mal, ¿no?

(*) Del Diario Perú21 . Un genio muy querido. Concierto imperdible.

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