Una crisis que no es crisis... pero parece una crisis
por Guillermo Giacosa (*)
Pocas veces el mundo se ha parecido tanto a la representación de nuestros deseos inconscientes como ahora. Leer los diarios o ver la televisión se ha convertido en una suerte de torneo en el que quienes allí expresan sus ideas compiten por demostrar quién es más optimista o quién está en mejores condiciones de probar que la crisis actual no es una crisis aunque parezca una crisis. Es difícil competir con esa suerte de optimismo forzado, pues este cierra los oídos y desvía cualquier argumentación, por sólida que sea, a una vía muerta. Se dice que lo que ocurre en la actualidad no es porque seamos más pobres, sino porque hay ciclos y los ciclos económicos... etc., etc., etc.Me cuesta acomodarme a esa versión, pues las cifras, que suelen ser muy descaradas, me dicen otra cosa. Pienso que, quizá, las cifras que me llegan sean solo una vertiente de la realidad, una vertiente no equivocada, pero sí poco difundida. Por tanto, quiero compartir esos hallazgos con los lectores. Saber, por ejemplo, que Ford Motors perdió 129 millones de dólares en el tercer trimestre y vendió parte de su participación en Mazda no es alentador... y mucho menos enterarse, por su mismo presidente, que la automotriz se acogerá a la ley de quiebras. Por su parte, Chrysler informó que, sin una ayuda inmediata del Estado, no tendrá recursos suficientes y deberá convocar la quiebra.A su vez, la General Motors vendió el tres por ciento de Suzuki por 230 millones de dólares y su presidente pidió al Congreso de Estados Unidos otros 25 mil millones de dólares para evitar la quiebra de la industria automotriz, dinero que se sumará a un monto similar ya aprobado. De caerse los gigantes automotrices, se perderían ¡tres millones de empleos! Nunca antes esta industria enfrentó una recesión de la naturaleza de la actual y, por mucho tiempo, fue quien encabezó la producción en masa en EE.UU. Este año, casi como un anticipo de la debacle, Toyota desplazó a General Motors del liderazgo mundial que esta mantuvo por 77 años.Por otro lado, el Citigroup, el grupo bancario más poderoso y representativo de EE.UU., tuvo una caída bursátil demoledora. Desde fines del 2006 hasta el presente su derrumbe fue del 90%. En números concretos, se trata de haber pasado de 274,000 millones de dólares en el año antes señalado, a solo 18,000 millones la semana pasada. La caída no ha podido ser detenida con los 75,000 despidos, ni con nuevas inversiones de Arabia Saudita, y en la actualidad está procurando compradores para algunos de sus negocios financieros.Me pregunto si monstruos de la economía y las finanzas como el Citigroup o monstruos de la producción automotriz como General Motors, Ford o Chrysler se hallan en la situación que he descrito más arriba, qué estará pasando con bancos y empresas de menores recursos. No es difícil suponer que la están pasando de mal a muy mal.No veo otra salida que ser capaces de analizar críticamente lo sucedido, sin anteojeras ideológicas y sin dejarse influir por intereses sectoriales.
por Guillermo Giacosa (*)
Pocas veces el mundo se ha parecido tanto a la representación de nuestros deseos inconscientes como ahora. Leer los diarios o ver la televisión se ha convertido en una suerte de torneo en el que quienes allí expresan sus ideas compiten por demostrar quién es más optimista o quién está en mejores condiciones de probar que la crisis actual no es una crisis aunque parezca una crisis. Es difícil competir con esa suerte de optimismo forzado, pues este cierra los oídos y desvía cualquier argumentación, por sólida que sea, a una vía muerta. Se dice que lo que ocurre en la actualidad no es porque seamos más pobres, sino porque hay ciclos y los ciclos económicos... etc., etc., etc.Me cuesta acomodarme a esa versión, pues las cifras, que suelen ser muy descaradas, me dicen otra cosa. Pienso que, quizá, las cifras que me llegan sean solo una vertiente de la realidad, una vertiente no equivocada, pero sí poco difundida. Por tanto, quiero compartir esos hallazgos con los lectores. Saber, por ejemplo, que Ford Motors perdió 129 millones de dólares en el tercer trimestre y vendió parte de su participación en Mazda no es alentador... y mucho menos enterarse, por su mismo presidente, que la automotriz se acogerá a la ley de quiebras. Por su parte, Chrysler informó que, sin una ayuda inmediata del Estado, no tendrá recursos suficientes y deberá convocar la quiebra.A su vez, la General Motors vendió el tres por ciento de Suzuki por 230 millones de dólares y su presidente pidió al Congreso de Estados Unidos otros 25 mil millones de dólares para evitar la quiebra de la industria automotriz, dinero que se sumará a un monto similar ya aprobado. De caerse los gigantes automotrices, se perderían ¡tres millones de empleos! Nunca antes esta industria enfrentó una recesión de la naturaleza de la actual y, por mucho tiempo, fue quien encabezó la producción en masa en EE.UU. Este año, casi como un anticipo de la debacle, Toyota desplazó a General Motors del liderazgo mundial que esta mantuvo por 77 años.Por otro lado, el Citigroup, el grupo bancario más poderoso y representativo de EE.UU., tuvo una caída bursátil demoledora. Desde fines del 2006 hasta el presente su derrumbe fue del 90%. En números concretos, se trata de haber pasado de 274,000 millones de dólares en el año antes señalado, a solo 18,000 millones la semana pasada. La caída no ha podido ser detenida con los 75,000 despidos, ni con nuevas inversiones de Arabia Saudita, y en la actualidad está procurando compradores para algunos de sus negocios financieros.Me pregunto si monstruos de la economía y las finanzas como el Citigroup o monstruos de la producción automotriz como General Motors, Ford o Chrysler se hallan en la situación que he descrito más arriba, qué estará pasando con bancos y empresas de menores recursos. No es difícil suponer que la están pasando de mal a muy mal.No veo otra salida que ser capaces de analizar críticamente lo sucedido, sin anteojeras ideológicas y sin dejarse influir por intereses sectoriales.
(*) Diario Perú21.
Buen artículo de Guille cuya permanencia en este diario ha pasado a ser uno de los misterios sin resolver del universo.
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