Agencias
La empresa estadunidense que publica el periódico The New York Times está en negociaciones con el millonario mexicano Carlos Slim Helú para recibir una inversión de cientos de millones de dólares, revelaron este sábado la agencia de noticias Reuters y el diario The Wall Street Journal. La junta directiva de la compañía prepara una reunión especial para la próxima semana debido a la posible inversión de Slim, que aliviaría los problemas financieros de la empresa, reportó Reuters, agencia que no identificó a su fuente. Los problemas de liquidez de la empresa periodística la han llevado a hipotecar su sede en Manhattan y a colocar, por primera vez en su historia, publicidad en la primera plana. Las negociaciones con Slim continúan, pero podrían fracasar, señaló la fuente, y agregó que la compañía editora de uno de los diarios más influyentes del mundo podría dar acciones preferenciales sin derecho a voto y con dividendos anuales al multimillonario mexicano. El 10 de septiembre pasado, el empresario mexicano, el segundo hombre más rico del mundo, adquirió junto con sus hijos un paquete de 6.4 por ciento del total de las acciones de The New York Times Company, en un momento en que la prensa estadunidense experimenta una sostenida caída en ventas y disminución de ingresos por publicidad. “Es una inversión financiera como otras que hace el ingeniero Slim”, declaró ese día a La Jornada Arturo Elías Ayub, vocero del magnate. Con la compra de 6.4 por ciento de las acciones de la editora del New York Times, Slim se convirtió en septiembre pasado en el tercer inversionista en esa compañía de medios, controlada por la familia Sulzberger. “Al ser un inversionista que rescata empresas, el señor Slim debe seguramente conocer de los tiempos difíciles para la industria de los periódicos, incluido el Times. La venta de ejemplares y la publicidad en la edición impresa continúan cayendo, mientras la publicidad en la edición on line no logra compensar la caída de ingresos”, publicó el propio diario en su versión electrónica el 10 de septiembre. La presencia de Slim como accionista en medios de comunicación no es nueva. El 6 de mayo de 1999 adquirió en 350 millones de dólares 24 por ciento de las acciones de Televisa, después de la muerte de su entonces presidente, Emilio Azcárraga, padre del actual timón de esa empresa, Emilio Azcárraga Jean. El magnate mexicano de la telefonía vendió esa participación entre 2005 y 2006. Slim también posee uno por ciento de las acciones de la empresa inglesa editora del diario The Independent.
Obama será una decepción
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, afirmó hoy que el mandatario electo de Estados Unidos, Barack Obama, será "una decepción para su pueblo y para el mundo", al cuestionar declaraciones en su contra. "Parece (Obama) ser la misma miasma, por no decir otra cosa", expresó en un mitin con mujeres socialistas en el central estado Carabobo. Chávez arremetió contra Obama por haber dicho de él que era "un gran obstáculo para el progreso de América Latina" y agregó que "cuando dice eso esta diciendo también que hay que quitar a Chávez se cae de lógica". "Yo con Obama no me he metido y yo le exijo al nuevo presidente de Estados Unidos que no se meta con Venezuela. Hace rato que ya no somos una colonia señor Obama", señaló.
insurgente.-El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, replicó hoy declaraciones del mandatario electo de Estados Unidos, Barack Obama, lo acusó de estar "mal informado" y de repetir "lo mismo que dice (el actual presidente, George Walker Bush", y le advirtió: "Si nos buscan, nos van a conseguir".En una reunión con militantes revolucionarios, Chávez respondió a recientes declaraciones de Obama a un canal de televisión estadounidense, en las que opinó que el gobierno de Venezuela representa "una interrupción para el progreso de la región", informaron las agencias ANSA y DPA.Chávez sostuvo que "estas cosas crean problemas, no son aceptables", y advirtió a su colega estadounidense electo: "Este pueblo se respeta, mister Obama".A juicio del mandatario venezolano, Obama "no puede empezar lanzando esos piconazos"."Qué mal informado está; esto hay que lamentarlo mucho; Obama está repitiendo lo mismo que dice Bush; será que me confundió con Bush, porque quien ha interrumpido el progreso y ha echado al mundo por un abismo ha sido Bush", manifestó Chávez."Si un presidente como Obama, que es joven, negro y supuestamente humilde, asume esa posición ante Venezuela, lo que nos espera es seguir la lucha contra el imperialismo, sea ante un presidente blanco o negro", indicó, aunque agregó: "Estamos a tiempo de que se rectifique"."Esperemos a ver, no quiero adelantarme; estoy a la expectativa; esperemos y por sus frutos los conoceréis", dijo Chávez y añadió: "Obama es sencillamente un desconocido; no lo conozco".
La gente que hace tu ropa
Kelsey Timmerman
Travelin Light
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Durante mi investigación para mi libro “Where am I Wearing: A Global Tour to the Countries, Factories, and People that Make Our Clothes” encontré a numerosos trabajadores de la vestimenta. Quisiera presentaros a algunos de ellos:
Nari
Phnom Penh, Camboya
Cita: “Las trabajadoras en los salones de belleza ganan menos que las de la vestimenta, pero seré dueña y ganaré más.”
Nari trabaja en una fábrica que hace bluyines. Comparte un apartamento de 2,5 metros por 3,7 metros con otras siete muchachas. Cuatro de ellas duermen en una cama de bambú y las otras cuatro duermen en el suelo de hormigón. Nari plancha bluyines. Es un trabajo por el que tuvo que pagar un soborno de 50 dólares – el salario de un mes. Cincuenta dólares es probablemente suficiente para que viva una persona en Camboya, pero Nari, como muchas de las trabajadoras de la vestimenta en Camboya, sostiene a su familia de seis. Asiste a la escuela de belleza y espera abrir algún día su propio salón. No le gusta jugar a los bolos.
Arifa
Dhaka, Bangladesh
Cita: “Su padre fue un truhán, y el gobierno no se ocupa de los niños. No es como EE.UU. o el Reino Unido.” Arifa es madre soltera. Vive en el sexto piso de un edificio de apartamentos que se desmorona en Dhaka con su hija Sadia de 4 años, y su hijo Abir de 11. Tiene otro hijo, Arman de 18 años, que se fue a trabajar a Arabia Saudí. Envía la mitad de su dinero a casa para ayudar a su madre y hermanos. Arifa trabaja en una fábrica cercana de vestimenta donde gana 24 dólares al mes. Una visita al mercado basta para mostrar que Arifa es muy respetada por todos y temida por los comerciantes, que no se atreven a regatear con ella.
Kelsey Timmerman
Travelin Light
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Durante mi investigación para mi libro “Where am I Wearing: A Global Tour to the Countries, Factories, and People that Make Our Clothes” encontré a numerosos trabajadores de la vestimenta. Quisiera presentaros a algunos de ellos:
Nari
Phnom Penh, Camboya
Cita: “Las trabajadoras en los salones de belleza ganan menos que las de la vestimenta, pero seré dueña y ganaré más.”
Nari trabaja en una fábrica que hace bluyines. Comparte un apartamento de 2,5 metros por 3,7 metros con otras siete muchachas. Cuatro de ellas duermen en una cama de bambú y las otras cuatro duermen en el suelo de hormigón. Nari plancha bluyines. Es un trabajo por el que tuvo que pagar un soborno de 50 dólares – el salario de un mes. Cincuenta dólares es probablemente suficiente para que viva una persona en Camboya, pero Nari, como muchas de las trabajadoras de la vestimenta en Camboya, sostiene a su familia de seis. Asiste a la escuela de belleza y espera abrir algún día su propio salón. No le gusta jugar a los bolos.
Arifa
Dhaka, Bangladesh
Cita: “Su padre fue un truhán, y el gobierno no se ocupa de los niños. No es como EE.UU. o el Reino Unido.” Arifa es madre soltera. Vive en el sexto piso de un edificio de apartamentos que se desmorona en Dhaka con su hija Sadia de 4 años, y su hijo Abir de 11. Tiene otro hijo, Arman de 18 años, que se fue a trabajar a Arabia Saudí. Envía la mitad de su dinero a casa para ayudar a su madre y hermanos. Arifa trabaja en una fábrica cercana de vestimenta donde gana 24 dólares al mes. Una visita al mercado basta para mostrar que Arifa es muy respetada por todos y temida por los comerciantes, que no se atreven a regatear con ella.
Ai
Phnom Penh, CamboyaCita: “Echo de menos el trabajo y las conversaciones en los arrozales. En la fábrica no nos dejan hablar. Los jefes quieren que trabajemos lo más rápido posible.”
Phnom Penh, CamboyaCita: “Echo de menos el trabajo y las conversaciones en los arrozales. En la fábrica no nos dejan hablar. Los jefes quieren que trabajemos lo más rápido posible.”
Ai comparte un apartamento con Nari y trabaja en la misma fábrica. Es inspectora, busca defectos. Ochenta y cinco personas participan en la costura de un solo par de bluyines, y Ai asegura que nadie haya cometido errores. Como muchos trabajadores de la vestimenta, vive lejos de su aldea y la visita pocas veces; una semana de seis días de trabajo no lo permite. Ai no tiene contrato con la fábrica, por ello no tiene los mismos derechos de otros trabajadores. Puede ser despedida sin motivo alguno. Sostiene a seis personas con su salario de 55 dólares al mes. Posee una camisa Tweety Bird, pero no tiene la menor idea de quién es Tweety Bird
Dewan y Zhu Chun
Guangzhou, China
Cita de Zhu Chun: “Una cosa es segura. No quiero que (mi hijo) venga a trabajar a la fábrica. Sólo quiero que estudie, porque gente como nosotros, que no tenemos conocimientos, tenemos que trabajar muy duro.” Dewan y Zhu Chun partieron de su aldea a 1.000 kilómetros de distancia a Guangzhou para conseguir trabajo en una fábrica que hace zapatos. No han visto a su hijo de 13 años en tres años. El plan original era trabajar unos pocos años para pagar la casa que construyeron en su aldea, pero la madre de Dewan se enfermó y murió. Ahora tienen que pagar por una casa y elevadas cuentas médicas. Unos pocos años se han convertido en algunos más. La ley limita su semana de trabajo a 44 horas, pero a menudo trabajan más de 100. Ninguno de los dos ha comido queso.
Debbie
Perry, Nueva York
Cita: “Tendrían que echarme por la puerta para que me fuera.” Se suponía que el trabajo de Debbie para Champion fuera un relleno entre la escuela secundaria y lo que decidiera hacer después. Veintiocho años después sigue trabajando en la fábrica, que ya no es de Champion. En 2002 Champion se llevó el trabajo de la fábrica y cientos de puestos de trabajo a México. Por suerte para Debbie la comunidad de Perry aunó sus esfuerzos y una nueva compañía, American Classic Outfitters, nació de las cenizas de Champion. Habéis visto el trabajo de Debbie y de ACO. Hacen uniformes para 16 de los 30 equipos de la NBA, todos los de la WNBA, 73 universidades, y 3 equipos de la NFL.
Guangzhou, China
Cita de Zhu Chun: “Una cosa es segura. No quiero que (mi hijo) venga a trabajar a la fábrica. Sólo quiero que estudie, porque gente como nosotros, que no tenemos conocimientos, tenemos que trabajar muy duro.” Dewan y Zhu Chun partieron de su aldea a 1.000 kilómetros de distancia a Guangzhou para conseguir trabajo en una fábrica que hace zapatos. No han visto a su hijo de 13 años en tres años. El plan original era trabajar unos pocos años para pagar la casa que construyeron en su aldea, pero la madre de Dewan se enfermó y murió. Ahora tienen que pagar por una casa y elevadas cuentas médicas. Unos pocos años se han convertido en algunos más. La ley limita su semana de trabajo a 44 horas, pero a menudo trabajan más de 100. Ninguno de los dos ha comido queso.
Debbie
Perry, Nueva York
Cita: “Tendrían que echarme por la puerta para que me fuera.” Se suponía que el trabajo de Debbie para Champion fuera un relleno entre la escuela secundaria y lo que decidiera hacer después. Veintiocho años después sigue trabajando en la fábrica, que ya no es de Champion. En 2002 Champion se llevó el trabajo de la fábrica y cientos de puestos de trabajo a México. Por suerte para Debbie la comunidad de Perry aunó sus esfuerzos y una nueva compañía, American Classic Outfitters, nació de las cenizas de Champion. Habéis visto el trabajo de Debbie y de ACO. Hacen uniformes para 16 de los 30 equipos de la NBA, todos los de la WNBA, 73 universidades, y 3 equipos de la NFL.
Kelsey Timmerman es autor de “Where am I Wearing.” De la solapa interior:
“Un noventa y siete por ciento de nuestras vestimentas son hechas en el extranjero. Pero la globalización dificulta que se sepa mucho sobre el origen de los productos que compramos – fuera de la etiqueta estándar “Hecho en”. Por ello el periodista y bloguero Kelsey Timmerman decidió visitar cada uno de los países y fábricas en los que se hacen sus cinco artículos favoritos de vestimenta y encontrar a los trabajadores. Conocía las reglas básicas del trabajo globalizado – las fuerzas, los procesos, la economía y la política involucrados. Pero lo que se perdía entre todos esos hechos y cifras era un entendimiento de las vidas, personalidades, esperanzas y sueños de la gente que hacía sus ropas.
En Bangladesh, fue en secreto como comprador de ropa interior, vio la industria del trabajo infantil en acción, y pasó el día con una madre soltera que se vio obligada a enviar a su hijo mayor a Arabia Saudí para ayudar a sustentar a su familia. En Camboya, aprendió la diferencia entre los que se ponen Levi’s y los que los hacen. En China, vio los costes de la globalización y el lado oscuro del milagro económico chino.
“Un noventa y siete por ciento de nuestras vestimentas son hechas en el extranjero. Pero la globalización dificulta que se sepa mucho sobre el origen de los productos que compramos – fuera de la etiqueta estándar “Hecho en”. Por ello el periodista y bloguero Kelsey Timmerman decidió visitar cada uno de los países y fábricas en los que se hacen sus cinco artículos favoritos de vestimenta y encontrar a los trabajadores. Conocía las reglas básicas del trabajo globalizado – las fuerzas, los procesos, la economía y la política involucrados. Pero lo que se perdía entre todos esos hechos y cifras era un entendimiento de las vidas, personalidades, esperanzas y sueños de la gente que hacía sus ropas.
En Bangladesh, fue en secreto como comprador de ropa interior, vio la industria del trabajo infantil en acción, y pasó el día con una madre soltera que se vio obligada a enviar a su hijo mayor a Arabia Saudí para ayudar a sustentar a su familia. En Camboya, aprendió la diferencia entre los que se ponen Levi’s y los que los hacen. En China, vio los costes de la globalización y el lado oscuro del milagro económico chino.
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