23.8.08

HERENCIA DE BUSH




El alcoholismo espera a los veteranos de Iraq
Manuel Ansede
El pasado 19 de marzo, el presidente de EEUU, George Bush, soltó una arenga a los altos mandos del Ejército, cinco años después del comienzo de la invasión de Iraq. "Los hombres y las mujeres que atravesaron Iraq hace cinco años destituyeron a un tirano, liberaron un país y rescataron a millones de personas de horrores indescriptibles", arrancó Bush entre aplausos. Y prosiguió: "La batalla en Iraq ha sido más larga, dura y costosa de que lo habíamos previsto, pero es una lucha que debemos ganar".
El coste de la lucha al que aludió Bush es conocido: más de 4.000 muertos en las filas del Ejército de EEUU, compuesto por 160.000 marines desplegados en el país árabe. Pero entre los supervivientes hay más víctimas silenciosas. El Síndrome de Estrés Postraumático, las depresiones y otros problemas de salud mental esperan a los soldados en el frente de batalla.
La revista JAMA recuerda hoy otro problema que acecha a los militares y destroza cientos de familias tras su regreso de la guerra: el alcohol. Un macroestudio dirigido por la investigadora Isabel G. Jacobson, del Centro de Investigación Médica de la Armada de EEUU, en San Diego (California), revela que los miembros de la Guardia Nacional que regresan de Iraq y Afganistán presentan un mayor riesgo de alcoholismo.
La historia se repite
Este problema ya fue descrito en la Guerra del Golfo, que enfrentó a EEUU con Iraq tras su invasión de Kuwait en 1990, y en la Guerra de Vietnam, finalizada en 1973. Sin embargo, el abuso del alcohol entre los militares estadounidenses en los actuales conflictos de Iraq y Afganistán era mucho menos conocido.
El equipo de Jacobson preguntó a 50.000 soldados por su consumo de alcohol entre 2001 y 2003 y les presentó el mismo cuestionario entre 2004 y 2006. Los investigadores hallaron que entre el personal de la Guardia Nacional expuesto a los combates, el 9% presentó problemas de nueva aparición de abuso semanal del alcohol -más de 14 bebidas a la semana-, mientras que la cuarta parte comenzó a cogerse borracheras de manera habitual -más de cinco bebidas al día, según el criterio de los investigadores-. Para Jacobson, estos datos demuestran una asociación muy fuerte entre la exposición al combate y los problemas relacionados con el alcohol.
El estudio muestra otro dato sorprendente. Entre el personal en activo en el frente de batalla, las mujeres son 1,2 veces más susceptibles de sufrir problemas de abuso semanal del alcohol, aunque menos dadas a cogerse borracheras, comparadas con sus compañeros varones.
Los más jóvenes, a su vez, presentan un mayor riesgo de caer en el alcoholismo que el resto de militares. Los problemas de nueva aparición de abusos puntuales con la bebida son casi siete veces más habituales entre los nacidos después de 1980 que en el resto de militares.
"Nuestro estudio ha descubierto que el despliegue militar en apoyo de las guerras de Iraq y Afganistán está significativamente asociado con los problemas de abuso del alcohol en el personal de la Guardia Nacional", dice Jacobson. Las guerras de EEUU no sólo destrozan vidas en Asia, también en su propio país.

Nunca se hacen esperar los verdaderos daños colaterales de la guerra.
Vietnam tuvo lo suyo en su momento (y todavía quedan sus terribles secuelas en las personas que se perdieron en la drogadicción) y ahora la guerra de Iraq crea una posible generación de dipsómanos. Esperemos que sea manejable para una sociedad como la americana siempre con debilidades genéticas frente a los vicios.
Cruel ironía que quien deje este legado sea también un infeliz alcohólico sin visos de recuperación.


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