Diario de la desocupación
Página 7: Retrato de una reflexión
Soy de los que no escarmientan con facilidad. A menudo, tropiezo con la misma piedra.
Me equivoco al crédito y mis culpas las pago al contado.
Como la mayoría de seres humanos fui hecho de miseria y bajos instintos porque ellos se anteponen a la conciencia, al espíritu; a la necesaria evolución que nos acerca a la posibilidad del amor y del equilibrio, o al menos del equilibrio en el amor al que se aspira buscando una mirada que nos refleje al caer la tarde.
Me doy cuenta (digo esto como si me liberara de un secreto que me atormenta) que puedo ser bastante dañino en mis obsesiones. Que casi siempre vivo al compás del remordimiento que me produce la insensatez. Que sin ser un mal tipo puedo ser atrapado por una ira feroz que me hace decir cosas hirientes y devastadoras, de las que me arrepiento después.
Que pegarlas de sabiondo te hace parecer petulante y que eso te distancia de los otros.
Y que estoy como estoy por mis propias decisiones. Por que me ganaron la pulseada, el aburrimiento cotidiano y el acre sinsabor de la rutina. Porque no supe, ni se, valorar lo que tengo: las maravillosas claves que se me entregaron en forma de sonrisas.
Y porque el único camino que conozco y que puedo atravesar (y que debo cruzar si deseo encontrar mi propia respuesta) es oscuro y soledoso, con una pequeña lucecita en el fondo (se ve lejos, pero la distingo) que pareciera ser mi inexorable destino, el cual elegí una noche en que mi ser desvariaba en el cielo de las cosas locas. Es cuando somos capaces de proponernos realizar las doce tareas de Hércules.
Nada es gratis (apunten, amigos de la rápida desilusión) lo que es verdadero, cuesta lágrimas de sangre y pedazos del alma. Ni días ni años, poco menos que centurias.
La vida con discernimiento, te cobrará tus días y sobre todo tus noches.
Dormirás con la Soledad entre tus brazos y despertarás acompañado de la Autocompasión (como cuenta Elizabeth Gilbert en su novela).
Jugarás a los dados por la posibilidad de sucumbir entregando tus musas más tiernas y más puras a las galeras de la nave de los Vicios, atraído por el fuego de la autodestrucción.
Y si te repones -te reconstruyes un poco a las patadas- podrás acercarte al espejo y verte por primera vez, como lo que eres, como lo que nunca dejaste de ser mientras andabas dormido (pero de parranda) en este sueño que nos pintan como si fuera una extraordinaria realidad cuando nada en el mundo es real según canta Fito Páez.
¿Hubiera preferido la ignorancia que casi es la dicha? Definitivamente no.
Soy mi propósito. Soy mi lista de deberes y tareas pendientes. Soy mi meta. Yo soy.
No se puede negar el concepto que te define y te explica, así eso te convierta en uno de esos sujetos que -como decía- no aprenden fácilmente la lección. Remember now?
H.D.P.
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