Cronopiando
La pregunta del millón
Koldo Campos Sagaseta
Rebelión
Requerido por los periodistas sobre el escandaloso robo de 50.000 millones de dólares del que se acusa a Bernard Madoff, considerado mago de las finanzas y reserva espiritual de Wall Street, Dominique Strauss-Kahn, director del Fondo Monetario Internacional acertó a responder con una pregunta:
-“¿Dónde estaba la Policía?”
Cándido como nadie y cínico como todos, Strauss-Kahn no lo sabe. Por eso es que, supongo, lo pregunta. Y, lo que es peor, los grandes medios también parecen ignorarlo.
¿Dónde estaba la policía? ¿Por qué no estaba en el exclusivo club de golf donde Madoff establecía sus contactos y hacía sus negocios? ¿Por qué no estaba investigando los tantos asesores que tuvo el presunto delincuente y que, se dice, no han sido salpicados? ¿Por qué no estaba la policía en los despachos de los directores de las grandes finanzas, ni estableció controles en los pasillos de la Bolsa o efectuó redadas entre los accionistas? ¿Por qué no decomisó balances o sometió las alzas a estrecha vigilancia? ¿Por qué no practicó un allanamiento en la millonaria residencia habitual del acusado?
Y otra vez uno, simple espectador que no sale de su casa, sin acceso a fuentes fidedignas o infundados rumores, sin más medios que el balcón al que asomarse ni más asesoría que el vecino, en su pequeño pueblo, puede, sin embargo, dar con las respuestas que los rectores del mundo desconocen.
Y que nadie lo atribuya a mi proverbial inteligencia. Me consta que somos muchos los que, en las mismas circunstancias, sin la gracia de un satélite que iluminara nuestra ignorancia ni comisiones unidas que aliviaran nuestras dudas, llegamos a saber antes que nadie que en Iraq, por ejemplo, no había las armas que buscaban, que sólo era un pretexto, o que hace años que Ben Laden ha pasado a mejor vida, o que sabemos donde está la policía: persiguiendo carteristas, desmantelando rateros, atropellando emigrantes, disparando a estudiantes, torturando presos, golpeando huelguistas, disolviendo derechos…en fin, en sus comunes afanes.
Dominique-nique-nique… ¿lo acabarás sabiendo?
La pregunta del millón
Koldo Campos Sagaseta
Rebelión
Requerido por los periodistas sobre el escandaloso robo de 50.000 millones de dólares del que se acusa a Bernard Madoff, considerado mago de las finanzas y reserva espiritual de Wall Street, Dominique Strauss-Kahn, director del Fondo Monetario Internacional acertó a responder con una pregunta:
-“¿Dónde estaba la Policía?”
Cándido como nadie y cínico como todos, Strauss-Kahn no lo sabe. Por eso es que, supongo, lo pregunta. Y, lo que es peor, los grandes medios también parecen ignorarlo.
¿Dónde estaba la policía? ¿Por qué no estaba en el exclusivo club de golf donde Madoff establecía sus contactos y hacía sus negocios? ¿Por qué no estaba investigando los tantos asesores que tuvo el presunto delincuente y que, se dice, no han sido salpicados? ¿Por qué no estaba la policía en los despachos de los directores de las grandes finanzas, ni estableció controles en los pasillos de la Bolsa o efectuó redadas entre los accionistas? ¿Por qué no decomisó balances o sometió las alzas a estrecha vigilancia? ¿Por qué no practicó un allanamiento en la millonaria residencia habitual del acusado?
Y otra vez uno, simple espectador que no sale de su casa, sin acceso a fuentes fidedignas o infundados rumores, sin más medios que el balcón al que asomarse ni más asesoría que el vecino, en su pequeño pueblo, puede, sin embargo, dar con las respuestas que los rectores del mundo desconocen.
Y que nadie lo atribuya a mi proverbial inteligencia. Me consta que somos muchos los que, en las mismas circunstancias, sin la gracia de un satélite que iluminara nuestra ignorancia ni comisiones unidas que aliviaran nuestras dudas, llegamos a saber antes que nadie que en Iraq, por ejemplo, no había las armas que buscaban, que sólo era un pretexto, o que hace años que Ben Laden ha pasado a mejor vida, o que sabemos donde está la policía: persiguiendo carteristas, desmantelando rateros, atropellando emigrantes, disparando a estudiantes, torturando presos, golpeando huelguistas, disolviendo derechos…en fin, en sus comunes afanes.
Dominique-nique-nique… ¿lo acabarás sabiendo?
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