El director no tiene quien le escriba
El periodismo no es una profesión sino un oficio liberal, una modestia socialmente bien vista, el más democrático atajo hacia los espejismos del poder.Claro que grandes escritores han sido periodistas y que grandes periodistas han escrito libros, pero eso no quita que el periodismo sea una puerta abierta y sin portero para menganos y perencejos que, una vez instalados, tendrán derecho a todas las prerrogativas de la prensa.La prensa juzga a los demás como si fuera una señora de su casa y controla a los poderes públicos tratando de hacer olvidar a los demás de que ella es en sí un poder muchas veces sin control.En países devastados por la descomposición institucional, el enérgico progreso de la ignorancia y el subdesarrollo político (como el Perú), la prensa puede cumplir un gran papel –recordemos lo que significó “La Prensa” de Chamorro durante la dictadura de Somoza-, pero también puede ser el disfraz grafómano o locuaz que usa el dinero para hacerse respetable y disimular sus propósitos.Una reciente prueba de que la prensa es un club sin tribunal de admisión y un alegre potrero carente de arbitraje y hasta una pollada multitudinaria es el ingreso como director de “Perú 21” del señor Fritz Du Bois.El señor Du Bois no es que escriba. Tampoco es que piense. Porque el señor Du Bois no está allí para escribir lo que piensa sino para impedir que otros piensen y escriban (y titulen y editen y prioricen) de modo distinto al decálogo que él decidió acatar con tanta resignación como disciplina.Esas normas, que no vienen del arameo jesuítico sino del slang de Chicago, podrían abreviarse en una sola frase pontificia:-Dios tiene cara de dólar y a él nos debemos.Y lo demás es burundanga y paporretas que recita el cura Romaña.Lo que pasa es que el cura Romaña es hijo de 2000 años de imperio del terror y es, además, un prosista ejemplar y un hombre culto.No sucede eso con don Fritz, cuya cultura debe de estar en algún PDF comprimido de tan secreta que es y cuya prosa gatea y echa la babita en las inmediaciones de un jardín de la infancia.En efecto, no contento con sus cadencias sedantes, su viudez intelectual y ese sonido reverberante que viene de la vacuidad (y va hacia ella) el señor Du Bois escribe ayer, por referirnos sólo a una de sus columnas, esta frase:“En los últimos días el nivel del “alturado” intercambio entre el actual presidente y su antecesor nos han dejado con la sensación...”Eso de alturado intercambio sólo puede escribirlo un guerrillero anarquista combatiendo las normas del castellano. Porque intercambio es, según el diccionario, “reciprocidad e igualdad de consideraciones y servicios entre entidades o corporaciones análogas”, o, en primera acepción, “acción y efecto de intercambiar”. E intercambiar, señor Du Bois, es “cambiar dos o más personas o entidades entre sí ideas, informes, publicaciones”.De modo que usted debió precisar qué tipo de intercambio y de qué naturaleza fue el vulgar lío entre García y Toledo.Ahora bien, es casi natural que usted ponga intercambio donde debió poner disputa. Lo que ya es imperdonable es que usted no sepa nada sobre ese asunto de la concordancia de género y número.No se puede decir, señor Du Bois, que “el nivel alturado...nos han dejado” porque el singular requiere del singular y patatín patatán y mimamemima.Que ese no es un error de tecla ni de corrector lo demuestra usted en esa misma columna cuando, algunas líneas más abajo, construye el siguiente prodigio cervantino:“...ya que alentar con tanta antelación acalorados debates con tinte electoral terminarían saturando al ciudadano...”¿Alentar concuerda con terminarían? ¿“...Ya que alentar terminarían”?Que algún escriba le bañe los párrafos y le fumigue la sintaxis, señor Du Bois. Le han dado el encargo de dirigir un periódico, no de subvertir el idioma en el que intenta expresarse. Hasta para ser comisario ideológico hay que aprender a escribir.
Debemos disentir con el Sr Hildebrandt. El Sr Dubois hace un trabajo del ajo. El no necesita escribir ni bien ni bonito ni tampoco le interesa ganar un Pulitzer.
Su chamba es ser el editorial del negocito colateral de su jefe supremo, amo y señor, Don Joselin. Y con las columnas que escribe ( y que casi nadie lee, salvo que sea para digerir alguna menestra atorada en los intestinos) cuida su quincena y el futuro de su family. Tuto era mas solapa pero por similares terrenos deambulaba.
Cuando Joselin se molesta con el Tobi, dice, con una vocecita especial: destrúyelo Fritz, ataca, ataca, y Fritz cumple, ahí como puede, medio torreja, pero lanza sus bombitas pestilentes, sus peditos fastidiosos. Para esa chamba es un winner.
No seamos mezquinos con los meritos ajenos. Un buen Director de negocios necesita su domesticado ladrador.
Cumpleaños del PPC
Cuarenta y dos años cumple el Partido Popular Cristiano (PPC), que nació en una suite del hotel Crillón cuando la Democracia Cristiana se puso colorada (a lo Vallejo) y Luis Bedoya Reyes se puso rebelde y Bobby Ramírez del Villar se puso conspirador y Luis Banchero Rossi puso la plata.En la puerta de la suite 14-H del Crillón la revista “Oiga”, con el ojo de Humberto Romaní, tomó a Ramírez del Villar saliendo de conversar, para los arreglos finales, con Banchero, el industrial pesquero más importante de América Latina y el Ciudadano K de esta comarca, a partir del originalmente tacneño diario “Correo”.O sea que el PPC salió de fábrica con el olor del billetón recién impreso y un tufo de anchoveta que te podía echar para atrás. Eso explica la halitosis ideológica de los Agois, herederos mortuorios de Banchero, y el carácter “principistamente” fenicio del PPC. El asunto es que el lobby pesquero, con Banchero en la cresta de la ola, necesitaba de leyes afines y de poderes fácticos y que Bobby Ramírez se los ofreció. Después –pero sólo después- el brillante Bobby metió todo el carbón que pudo y convenció a Luis Bedoya Reyes, el vice de Héctor Cornejo Chávez, de que la Democracia Cristiana era un infierno plagado de comunistas y que las cosas estaban maduras para un nuevo partido y para una derecha vulcanizada que ya no usara brillantina.Por eso es que, a diferencia de Chile, de la Democracia Cristiana peruana sólo salieron frustraciones, broncas, traidores y elecciones perdidas. Digamos que Bedoya Reyes se llevó a la gente y que Cornejo Chávez se quedó con el púlpito y una iglesia vacía.Cornejo terminaría de asesor servil de los militares reformistas –lo que demuestra que el destino de la gente no sólo lo determina la inteligencia sino también el carácter y la autoestima- y Bedoya Reyes haría, como para ganar un Oscar, el papel de candidato crónico, ideólogo de la cumparsita y pico de oro de las derechas reunidas alrededor de la codicia, virtud teologal que, como se sabe, es el verdadero programa de nuestras cavernas.De 1966 a 1970 el diario “Correo”, que era una copia maquetera del “Ici Paris”, usó a Sofocleto, el genial y venal humorista, para satanizar con éxito a Cornejo Chávez. Cornejo, de puro picón, se fue amargando. La venganza se la tomó redactando el infame Estatuto de Prensa, que era un modo castrense de entender los límites de la libertad.Asesinado Banchero por un jardinero más idiota que Peter Sellers haciendo de lo mismo, masacrada la anchoveta por la sobrepesca, cambiado el país por los militares hartos de ser los dóberman de la plutocracia, Bedoya Reyes fue haciendo cosas buenas en la alcaldía provincial –lo que no le impidió tener magníficas relaciones con Velasco, a quien le encendió un cigarrillo en una actuación pública- y construyó eso que salva a Lima y se llama La Vía Expresa –eso que los apristas tildaron de “zanjón” y no habrían construido de haber ganado Jorge Grieve la alcaldía de la ciudad-.Lo que no terminó de construir Bedoya fue el Partido Popular Cristiano, parido en el “Crillón” y criado por nanas en el Country Club y socio natural del Waikiki. El PPC quiso ser una fábrica de cuadros conservadores. Lo que terminó siendo fue una fábrica de conservas –algunas bastante agrias, dicho sea de paso-.Mañana, el partido de Bedoya Reyes –que a eso se ha reducido- cumple 42 años con la marca insuperable de haber sido derrotado en todas las elecciones importantes en las que participó. Lourdes Flores ha hecho todo lo posible para conducir al centro al PPC. Pero es que Bedoya Reyes, que todavía viste de capitán de yate y da gritos en la cubierta, no se lo permite plenamente. Y es que, aunque digan lo contrario, la sal se hereda y la vocación por ser minoría antipática, también. Bedoya Reyes es el Fraga Iribarne del PPC y Lourdes Flores no ha podido ser Aznar (aunque Anterito sí llega a ser Rajoy).En Alemania la Democracia Cristiana ha jugado un rol histórico. En el Perú se dividió en dos clases de difunto: Cornejo Chávez y su rabia brillante y Bedoya Reyes y su labia vacía. Total que el muchacho llega a los 42 años sin profesión, sin mujer, sin trabajo, pero, eso sí, con pañuelo de seda a lo Berlusconi. Hasta Sánchez Cerro lo hubiese hecho mejor.
No olvidemos la colaboración del PPC con los gobiernos más ladrones y mafiosos proporcionándole sus cuadros técnicos (que eran algo así como profesionales con maestría en el robo a entidades públicas). No son, ni partido, (no jodan con llamar partido a ese club de abogados de los tagarotes) ni populares, (si hicieran una encuesta se darían cuenta que sus dirigentes, empezando por el Tucan que acuñó la frase "mi hijo pecó, no robó" y terminando por la mamaúpa Lulú, candidata oficial de los ricos, son populares, ni siquiera en su casa; ni cristianos, (Cristo amenaza con bajar de arriba y ponerlos en su sitio de tres latigazos); identifican esta asociación de histéricos leguleyos chamuyando de histéricos negocios en un histérico local en donde en los exteriores del mismo, te asaltan a cualquier hora del día.
Esperamos su pronto y necesario deceso. 42 años es un abuso de confianza con la vida para semejantes lobas que no han aportado nada al desarrollo del país.
(*) Diario La Primera
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