20.12.13

DIARIO DE LA DESOCUPACIÓN



Diario de la desocupación
Página 31 - El templo
Despertó de golpe, en su memoria los recuerdos se escabullían y aparecían como los destellos de un flash fotográfico. La boca le sabía a pisco. 
Por el olor a eucalipto impregnado en el cuerpo logró deducir que había estado en un sauna. La memoria se amotinó, y vio en ella una sucesión de brindis, un sándwich de jamón (era el Queirolo, el de Pueblo Libre, sin duda) luego las voces desafinadas haciendo el coro a una canción de Iron Maiden y vueltas en el auto hasta estacionar en un edificio anónimo de la cuadra 20 de arenales: El templo.
Solo a Coco se le podía ocurrir denominar así a un lenocinio con el ropaje de baños turcos. Espigadas señoritas ofrecían masajes exageradamente prometedores, delicias insondables, placeres infinitos, sexo al fin y al cabo.
Levantó la vista y vio a Coco, como un cetáceo feliz, desparramado en una especie de poltrona de piscina. Dormía ajeno a su desnudez. La tranquilidad de la absoluta inconsciencia.
Otros putañeros paseaban en toallas, observando a las masajistas, y dentro de todo el ambiente estaba tapizado como por un aura de silencios.
Tenía un elástico con unas llaves ajustándole el antebrazo. Recordó que ahí había dejado su ropa al entrar, en un casillero con llave.
También divisó en los confines del pensamiento que había entregado su billetera, sus celulares, sus llaves en una especie de bolsita de tela a una recepción manejada por una señorita a la que, en sus ojos, se podía leer cierta advertencia de distancia.
Las prostitutas están adentro, señor, no se confunda.
Un ligero dolor de cabeza, una sed inmemorial, el cuerpo descompuesto, son los resultados del exceso de chilcanos, de los brindis innumerables en aras de las borracheras del amiguismo.
Piensa: No tomo más
Las señoritas laburantes cuchichean entre sí, observan la puerta de ingreso y tratan de adivinar cuál de todos esos machos sombríos será el salvador de una noche más de fingida entrega.
Y las horas pasan, Javier da vueltas en la perezosa, se acomoda entre toallones húmedos.
Decide irse. Tapándose con los mismos toallones se incorpora y se dirige al vestidor, ahí con cierta paciencia se cambia, mientras de reojo observa la belleza de una joven morena, alta, más allá de los tacones, delgada, de cuerpo fibroso, de una belleza casi salvaje, se cimbrea suavemente al ritmo de un chilout con base de bosanova. Un reloj de pared marca las 4.35 a.m.
La morena, al sentirse observada, se acerca, soy Estrella, papi, le dice, ya me estoy yendo, si me jalas por 100 dólares, soy tuya hasta el amanecer, servicio completo, no te vas a arrepentir…
Estoy sin auto, responde Javier con amabilidad.
Aquí a dos pisos hay un hotel, 50 soles la noche, sugiere Estrella.
Paso por hoy, sentencia, Javier, se acerca, le coge la barbilla, y murmura Dios sabe que no quisiera pasar le dice con cariño, pero hay que pasar,
La mejor forma de evitar la tentación, es caer en ella, refuta la morena,
Javier asiente y se dirige a la recepción en donde revisa que sus pertenencias estén completas, sale a la calle, el aire fresco lo golpea con suavidad y estira el brazo para detener un taxi que pasa de largo sin hacer caso a la señal….
Una voz enronquecida por la noche canta a sus espaldas, ¿quieres salir papá?
Una dama algo mayor, se abre el abrigo y muestra unos pechos maltratados, macerados por el descuido y una mata de pelos coronando una vulva vieja.
Esta vez un taxi si se detiene. Diez solcitos nomás, responde el chofer mostrando una dentadura cariada que huele a tabaco negro.
Una noche brava maestro, inquiere el taxista, lanzando una risotada
Lima es una ciudad con forma de poto y alma de puta, sentencia mientras el eco de su risa se estrella contra las paredes de una esquina solitaria.
Y somos fanáticamente creyentes, por eso vamos a los templos, advierte Javier…sintiendo que abandona territorios poco explorados, selvas vírgenes, ciudades secretas, puertas clausuradas en el alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

HABLA JUGADOR