1.2.13

DIARIO DE LA DESOCUPACION

Y yo... que no era inmortal
Pagina 22

Cuando tengo sueños raros, me enterco en escribirlos y contarlos.
Soñé, hace un rato nomas, que estaba muerto y en mi entierro. 
Era cómodo el cajón y no podía mover nada, solo estaba consciente de que había pasado a otro estado que no entendía del todo.
Me fastidiaban los zapatos. (nota mental, dejar detallado el vestuario que me servirá de mortaja, sino me van a joder con prendas incomodas para la eternidad) 
Escuchaba un runrún de conversaciones, un primo que en verdad es mi tío contaba unos chistes muy buenos, pero a mi nada me incomodaba, era una suave, tibia y dulce lejanía.
De repente sonó un ruido de parlantes potentes (como cuando se pega un micro y hace ese ruido fastidioso) y empezó a sonar una cumbia, ¡puta madre, una cumbia!
La letra ridícula decía algo así como "envidia me tienen envidia" con una voz gangosa. "envidia, me tienen envidia"
Me picaba la entrepierna y de reojo, vi que alguien proponía hacer un trencito fiestero (era mi ex suegra, estoy seguro) y de repente un fila de cabezas comenzó a girar alrededor de mi capilla ardiente, algunos movían sus cuerpos con entusiasmo, y yo, fiel a mis costumbres, trataba de escanear los glúteos mas pulposos del velorio, las piernas mejor torneadas, los pies mas delicados pero solo llegaba a las rodillas con las justas.
¿Por que no me sientan? pensaba, quiero ver a las danzantes mas exuberantes me decía con la insistencia de un voyeur frustrado.
Mi vieja, siempre diligente, servía café (que pateaba con dash de pisco o whisky, no la tengo muy clara) sacaba las botellas de los bolsillos de un sacón de corduroy brillante, no muy respetuoso para el duelo que debía imponer mi ausencia. No me importaba, tampoco. Yo estaba como una pluma mecida por la brisa.
Alguien se acordó de lo mucho que me gustaba Sabina y de repente empezaron a colocar sus canciones, sentí alivio, escuche con claridad que dijeron que iban a cerrar la tapa del féretro, sollozos femeninos, no identificables, pocos, no muchos, y suspiros.
Un familiar que había llegado del extranjero dijo, por fin, carajo.
Pude distinguir que algunas personas se acercaron a mirarme (parece que estuviese vivo, dijo una señora que no conocí nunca)
Se puso todo muy oscuro y me desperté.
Con unas ganas locas de tomar coca cola.
Tenía resaca de muerte.


H.D.P. 

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