2.1.09

LA GESTA DE LA URRACA





La otra libertad de Magaly Medina
por César Hildebrandt (*)

La señora Magaly Medina está libre. Está libre desde el punto de vista judicial, penitenciario y penal. ¿Pero está libre de las ataduras y los compromisos a que la somete la construcción del personaje en que se ha convertido? Magaly Medina ha salido de la cárcel y eso es una buena noticia. Pero la diva temible de la tele no saldrá fácilmente de la cárcel de ATV, esa cárcel que disimula ser un canal pero que tiene alcaide (El Fantasma González), administrador (Marcelo Cúneo), y jefe de Custodios (Ney Guerrero). En esa mazmorra fenicia Magaly Medina no es una persona sino un cajero automático. No es sólo una periodista exitosa: es la clave de la caja fuerte. En suma, que Magaly Medina para la olla grande en ese expendio de tacos que teledirige, desde Miami, un mafioso mexicano capaz de reciclar a Nicolás Lúcar. Y como para la olla haciendo de mala, cada día le exigen ser peor. Y como sostiene a un montón de zánganos siendo intrusa, cada día tiene que ser más audaz (hasta llegar al baño de sus víctimas, a la felación como espectáculo, al engaño venéreo como renta básica). Y todo eso en nombre de “descubrir la verdad”. Como si alguien pudiese creer que a los empleados del fantasma González –o sea a Marcelo Cúneo y su entorno- la verdad los obsesiona. Si la verdad los desvelase tendrían que empezar por admitir que el mafioso para el que trabajan posee, ilegalmente, los canales 9 y 13 (este último a través de notorios hombres de paja). No es la verdad la mercancía que Magaly Medina vende por lo general. Lo que vende es la crueldad, el asesinato moral y el pillaje (amatorio o alcohólico) con dejo de moralina. Crueldad para mostrar a una mujer que le hace, con todo el derecho de sus forros, sexo oral a un futbolista; asesinato moral cuando embosca a una prostituta que en horas diurnas es extra precisamente en algunos programitas de TV; pillaje con farisaísmo agravado cuando irrumpe en un lugar para mostrar los excesos de un actor pasado de tragos. Que Magaly Medina no se engañe. No es que en Canal 9 la adoren o la estimen. Es que necesitan exprimirla hasta que no dé más. Y que no se engañe con las portátiles que su emisora le armó pagándole a señoras hambreadas. Y que no se engañe con los consejos descerebrados de quienes la urgen a no pensar en nada que no sea el coliseo y las fieras. Y que no se engañe con Nakazaki, que lo que ha logrado es que la condenen en demasía. Fue la presión del Canal 9 la que empujó a la señora Medina a acercarse cada vez más al Miura que terminaría por cogerla. El 9 le exige estar siempre en el paraíso artificial de la megasintonía –y no porque quiera su éxito sino porque quiere la plata de la taquilla diaria- y no importa que, para lograrlo, apele a cualquier arma y desestime todas las prudencias. Con tantos años de borrachera de éxitos, la señora Medina olvidó que había empezado como periodista que criticaba los desmanes de la televisión. Ella misma, convertida en desmán, contrajo la amnesia necesaria como para seguir en el papel que le ha dado al 9, en primer lugar, tantos dividendos. ¿O acaso no es un exceso mentir sabiendo que se miente, empujar a un fotógrafo a mentir ante un juez y luego desaparecerlo para que evite preguntas incómodas? ¿O no ha sido un exceso “desconfigurar” el fechador de una cámara fotográfica con tal de mantener lo insostenible? Ahora el Canal 9 le exigirá a Magaly Medina mayores desmadres y más escrutinios en camas ajenas. Y se lo exigirán diciéndole “¡No cambies!” cuando lo que en realidad quisieran decirle es “¡Sigue siendo nuestro tesorito!”El problema es a costa de qué. Si Magaly regresa tan furiosa como el 9 pretende, tan recargada como sueñan sus vendedores, y tan virulenta como la desean los que esperan debajo de la cornucopia, ¿de qué liberación hablamos? Si Magaly Medina permite que prevalezca el personaje goyesco que casi se construyó a sus espaldas, los contadores de Cúneo estarán felices. ¿Pero serán ellos quienes afronten los juicios del futuro? La invulnerabilidad de Magaly Medina ha muerto. Dos meses y medio en una cárcel son prueba de que hay un sector del país que está harto de ese intrusismo sin escrúpulos, de ese estilo que consiste en entrar a saco en la privacidad ajena y rasgarse las vestiduras desde un Canal cuya propiedad es delictiva. Y los procesos judiciales que puedan venir -la fiera está herida y ha dejado un rastro de sangre- hallarán a Magaly con el antecedente de una condena severísima que antier fue ampliada a dos años. La periodista más importante de la televisión peruana está en libertad. De ella dependerá qué hacer con su albedrío. Y la disyuntiva es clara: o sigue siendo la Terminator que llena los bolsillos y mece la cuna de Cúneo, o, más bien, vuelve a hacer el periodismo crítico y de investigación que se hacía en la revista donde comenzó. ¿No sería de lo más apetecible un programa en el que el talento carnívoro de Magaly Medina se dirigiese a la investigación de la corrupción de alto vuelo y no a los pecados mayores o menores de la farándula? ¿Aceptaría el Fantasma González un proyecto así? No, no lo aceptaría. Porque González subsiste como propietario irregular de dos canales peruanos gracias al pacto no escrito de no meterse en política. Una cosa es aguaitar a ver con quién tira una vedette. Y otra es averiguar quién se está tirando tanta plata en el gobierno.

(*) Diario La Primera
Quienes en algún momento hemos coincidido con la Sra Medina en un lugar público (de esos a los que normalmente asiste la gentita de afortunada billetera y en los que no ha tocado hacer el papel de manejadores del conforte en la sala de estar) podemos entender que la Sra Medina es un ser bastante apocado y tímido que difiere de ese personajillo de televisión, sumamente achorado y gritón, que ella encarna para el beneficio del rico bussiness. Esa actitud de la cabeza agachada se reconoce en la falta de roce y posición en la formación de las personas a las que el dinero les ha caído en la chimba como un elefante desde un octavo piso. Se sabe que su pose de meteca matona es parte de la mentira que necesita la caja boba para facturar mas publicidad gracias a una sintonía elevada que se origina en el gusto del peruano común por la desgracia ajena restregada en la cara como ejemplo de la sanción moral de una sociedad cobardona e hipócrita. El problema no son los contenidos del programa farandulero, que escandalosamente agita la miseria humana, sino el gen de la pequeñez espiritual que embarga a sus -igualmente insignificantes- televidentes. Porque es mucho más cómodo pegarle al débil que aparece (mal actuando o mal bailando) en la pobrísima televisión local y omitir las denuncias que el país necesita para que los tagarotes de siempre no se la sigan llevando a lo grande y en peso. Tampoco esperamos que esos periodistas de cuarta o que la producción del programa, enmarcada en los parámetros de una cultura mas bien combi o cumbiera o chicha, criados en el regazo del peremne silencio complice y del remate de la moral y la ética, hagan un trabajo para el que no solamente no están adecuadamente preparados sino que además no podrían realizar al no contar con una tabla de valores personal meridianamente clara.
La solución no va por pasar por las rejas los excesos de quien acaba de ser declarada "mujer del año 2008 en el Perú" (y nosotros nos preguntamos si ya se agotaron los seres humanos que merezcan este tipo de distinciones).
Hasta el día en que decidamos por nosotros mismos -en un acto de liberación evolutiva- que somos mucho mas que lo nos han hecho creer los dueños de la pelota, utilizando personas como esta poco agraciada dama para ocupar nuestra atención en sandeces, (u otros de igual mal gusto para la manipulación) el rating de la doctrina del callejón seguirá siendo muy alto en todos los estratos sociales, porque en este tema, los blanquitos y los cholos son etiópicamente iguales: unos perfectos muertos de hambre mentales.
Hasta entonces seguiremos presos en el sueño: la fea conductora, su público baboso y los que escribimos -un poco inútilmente- mientras el Roberto Carlos de la hacienda pública debe estar bobo (fue tan obvia la presión del gobierno que olemos con facilidad el elemento de distracción en esta liberación anunciada con anticipación por el propio Chanchirafa García). Así que mejor revisemos con lupa los dispositivos legales de fin de año (a ver por donde nos comen) y esperemos que la conciencia necesaria se manifieste espontáneamente como un primer paso hacia la evolución.
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