25.9.08

FIGHT CLUB




NO LLEVARSE BIEN
por Fernando Maestre (*)

Creo que la pregunta que más personas me formulan es: ¿Cómo puedo hacer para llevarme bien con mi pareja? Por supuesto que la pregunta también se puede extender a llevarse bien con amigos, el jefe, la suegra, en el trabajo o en otra situación. La preocupación por llevarse bien es genuina, y es absolutamente cierto que las personas de lo que más padecen es de las tensiones creadas por dos lenguas discutiendo sin cesar, siendo así incapaces de organizar sus vidas en paz y armonía pues, cuando uno menos lo piensa, se corre el riesgo de hacer surgir un huracán de pasiones que tira por la borda todo el esfuerzo hecho en pro del equilibrio. La causa de este detrimento en las relaciones tiene varios ángulos: el primero a considerar es el secreto placer gozoso e inútil que tiene la verborrea, la incapacidad de poner un freno a la lengua y embarcarse en una discusión que solo sirve para deleitarse con un discurso con aspiraciones de convencer. Cuando se dice “la gente discute por gusto” se suele tener razón, pero por el profundo doloroso placer que genera el mover la lengua hasta agotar o 'derrotar’ al otro, quien, en el mejor de los casos, termina “picón” y con ganas de continuar.Cercano al primer punto está la incapacidad de guardar silencio y mantenerse con la boca cerrada. Basta que sintamos que el otro roza un argumento distinto al nuestro para que surja en nosotros el impulso irrefrenable de querer contestar todo en el instante. La pausa silenciosa, que es tan enriquecedora, cae derrotada, y en vez de disfrutar de ese silencio voluntario que nos traerá tiempo para pensar mejor las cosas, tiempo para que se serenen nuestras pasiones egoístas, es desarmar al contrincante, pues se quedó sin nadie con quién seguir la pelea, la respuesta abrupta e imperfecta seguirá azuzando los huracanes verbales que pueden hacer trizas los nervios. Otro error es querer comprender todo lo que nuestro prójimo ha dicho de nosotros. Esta pretensión es tan absurda como intentar saber todo lo que piensa tu marido, o qué pasa por la cabeza de tu hijo cuando levanta sus hombros y te lanza un “papá, estás en otra onda”; tal vez cuando tu mujer te dice, levantando la ceja izquierda, “con que te vas a trabajar ¿no? Que... te... divier... tas”, puede bastar, esta dudosa insinuación, para que se inicie un divorcio. Llevarse bien con tu prójimo significa, al menos, no caer en ninguno de estos errores.Si discutes sobre un tema que tu vecino no acepta, cuanto más discutas será peor. Si no aprendes a guardar silencio más a menudo, cada vez pensarás peor e impedirás que en ti surja la duda, práctica que es fantástica ya que te dará sabiduría.


(*) Aparecido en su columna del diario Perú21

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