3.10.11

DIARIO DE LA DESOCUPACION

Diario de la desocupación
Página trece. La palabra que nos define

“Todos conocen las palabras que arroban, las palabras que asustan, las palabras que hieren, -dice Luder- Sólo nos falta descubrir la palabra que mata”
(Julio Ramón Ribeyro)


En la película “El secreto de sus ojos” mientras los personajes de Pablo Sandoval y Benjamín Esposito, encarnados por Francella y Darín, buscan ubicar al asesino, revisando unas cartas que el sospechoso le ha escrito a su madre, descubren que un hombre puede cambiar de trabajo, mujer, hijos, familia, religión, o Dios pero que no puede renunciar a su pasión, porque ella es la que lo define por completo.
Conversaba con un amigo al que la vida le ha deparado pruebas (de esas que la sociedad se sabe servir para estigmatizar la pasión) y viendo su total capacidad de aceptación y de perdón hacía la mujer que lo destruía con sus sucesivos, sádicos y casi interminables juegos y desencantos (acto de fe al que lo conducía el más grande y crudo amor) sentí una tremenda revelación, acaso como un escalofrío en el alma, porque yo no era ni meridianamente capaz de realizar semejante acto de entrega y compasión.
¿No fue el mismo Jesucristo quien nos dio las claves de la más sublime aceptación?
Se lo explique a mi mejor amiga, tratando de hacerle comprender el cómo éramos simples marionetas de nuestros propios sentimientos y se me ocurrió preguntarle, cuál era la palabra que podría definirla en la totalidad de su pasión. Sin pensarlo me dijo ambición.
Entonces até los cabos –tema discutible por cierto para ser totalmente honesto- y entendí que como una desenfrenada yegua había entrado por la puerta de un escondido temor.
No era la ambición lo que podría identificarla (yo que la conozco se que es mas buena que el pan y un nudito de generosa dadivosidad) sino el miedo a ese fantasma de la humanidad que suelen ser la exacerbación de los deseos o los quereres, cuando no los bárbaros apegos en los que se esconde cualquier exagerado anhelo que se pueda convertir en tormento.
La palabra que nos define, es la obsesión que nos persigue. Porque puede ser la recompensa pero también el castigo. Porque te ilumina y te obscurece, porque es un plano de equilibrio.
La palabra que nos define es -como ese genial título de la última entrega de Pedro Almodóvar- es la piel que habitamos, pero que no mostramos, ya que nos delata, la que nos hace fuertes y débiles, pero a la vez, ciento por ciento humanos.
¿Cómo terminar estas líneas a las que acompaña en mi siempre necesaria cortina musical este temazo de Fito Páez, que se llama La ley de la vida?
¿Quieren saber cuál es la focking palabra de marras que me define?
La que ustedes quieran, soy lo que soy, no lo que quisiera ser, ni lo que se imaginaba mi padre, ni lo que haría feliz a mi vieja, ni lo que tranquilizaría a mis insensatas revanchas, a mis resentidos dragones cotidianos, yo soy lo que soy, yo simplemente soy.
¿Fe?

H.D.P.

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