20.10.08

DISCURSO DE METODOS







Convicciones personales por Jorge Bruce (*)

El ex ministro Jorge del Castillo afirmó, el 12 de octubre de este año, que Rómulo León Alegría “es un tipo inteligente, un tipo culto, que tiene conversación. Es una persona leída; no por gusto ha llegado al Parlamento y es abogado de profesión”. Si bien se puede poner cómodamente en duda la segunda parte de la afirmación –la combinación entre llegar al Parlamento y ser abogado es hoy, salvo excepción, garantía de lo contrario–, la primera ha quedado demostrada en el video enviado por el prófugo.Ahí se aprecia, en efecto, a una persona articulada y coherente, cuyo lenguaje cuidadoso contrasta con el de los célebres “petroaudios” con Alberto Quimper. Se diría que son dos personas diferentes. De hecho, se trata de dos partes de la misma persona. Mientras que en los audios se advierte un tono desenfadado, pícaro y con una suerte de alegría –valga la redundancia– obscena por la transgresión que se está perpetrando a nuestras expensas, en el video aparece la persona que ese señor quiere mostrar a la opinión pública.Esta es la que coincide con la descripción del ex premier: la imagen retocada de un caballero respetuoso de la ley. Este califica lo ocurrido como un escándalo, creado por los periodistas –faltaba más– y los políticos de su propio partido, incluido el presidente de la República. La explicación que proporciona León es que se trata de una conversación coloquial, en donde se emiten “disparates, absurdos y una serie de aspectos que no se condicen con las convicciones personales”. ¿Cuáles convicciones personales? ¿Qué es lo que no se condice con estas? ¿Lo que dice?Lo que parece querer comunicarnos es: “No crean lo que han escuchado sin editar sino lo que digo desde la clandestinidad. Fíjense, aquí soy una persona seria, que se expresa con enjundia, no dice groserías ni se relame por dinero mal habido. Esa es una creación de la prensa y una estigmatización injusta del presidente. No hagan caso al delincuente que han oído sino al señor que les habla ahora, afirmando con la cabeza y mirándolos a los ojos”. Es cierto que siempre va a mediar una distancia entre el discurso coloquial y el de una presentación preparada. Pero es la misma que va de la imagen que nos conviene presentar a la de la esfera privada, que no coincide con la de nuestro mundo interno (en donde, por ejemplo, Bieto y Rómulo podrían estar tramando, en silencio, engañarse mutuamente). Más allá de los designios mafiosos que esta comunicación entraña, tal como lo ha señalado Fernando Rospigliosi, a saber mensajes cifrados o amenazas encubiertas, es evidente que hay en marcha una operación de blanqueamiento ante la opinión pública. Por eso se esmera en mostrar al Rómulo León “inteligente, culto que tiene conversación”. No al chabacano, corrupto e inescrupuloso que todos hemos oído.El intento está condenado al fracaso, tal como sucede con los padres que exhortan a sus hijos: “haz lo que digo, no lo que hago”, negación de la realidad que practica en el video cuando se dirige a estos. Es obvio que el personaje que afina detalles sobre los “honorarios de éxito” y se solaza por su astucia con don Bieto, es el real. El otro es una creación mediática, funcional a sus operaciones delictivas en el seno de una mafia que está medrando en una oscuridad en peligro de iluminación. Una impresión frustrante y desalentadora de déja-vu.
(*) De su columna aparecida en el diario Perú21
Sólo un par de cosas: ese discurso fue grabado con bastante anticipación a la fecha en que se presentó y Rómulo ya debe estar tomando sol en alguna playa del mero mero con unas margaritas y un cuero de esos que nunca le faltan. Las alabanzas de Picapiedra en el programa del Chato fueron lo mas lamentable que vimos este año, íncluso superando el 6-0 de Uruguay, la bailada del Puma y los programas de canal 11.
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